Antro Equivocado

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Autor.

Viernes de brujas!

Este capítulo es un tanto más largo que los anteriores.

¡Pero hay tanto que les quiero mostrar!

En serio, busco una manera de ampliar el mundo antes de su inevitable final.

Espero que lo disfruten.

El pasillo vacío, nadie alrededor salvo Mavis, Avelin y yo asomandonos desde una esquina.

Una canasta frente a la puerta nadie abría.

—¿Estás segura de esto, Eri? —cuestionaba la gótica con menos emoción que nosotras.

—Por supuesto, es lo correcto —respondí segura y... nerviosa a la vez.

—Es tan lindo —susurraba Avie.

—No, no, pregunto si estás segura de que abrirá.

—Obvio que sí, ¿por qué lo dices?

—Porque sólo dejaste la canasta allí y saliste corriendo —señaló con las palmas, como si hubiese hecho una tontería—. Soy nueva en esto de abandonar mascotas, ¿pero no sé supone que primero golpeas la puerta y luego sales corriendo?

Quedé en silencio un segundo, procesando no lo que dijo, sino la forma en que hice las cosas.

—Soy tan tonta... —llevé la mano a mi frente y la dejé escurrirse hacia abajo.

Nuevamente avancé hacia la puerta, golpeé con fuerza y corrí de vuelta con las chicas.

Esta fue abierta con violencia.

—¡¿Quién demonios golpea tan...?! —Lidia se detuvo al notar la canasta en el piso frente a ella. Tomó la nota—. "Tal vez no sea la mascota que quieras, pero él necesita un hogar y tú pareces querer un amigo —leyó con curiosidad, frunciendo el ceño al final.

El último año fue muy difícil para ella debido a mí, y tal vez no pueda arreglarlo, pero al menos quería hacerme un poco responsable y mitigar su dolor.

Curiosa, la chica desaliñada se agachó a retirar la frazada qué cubría un pequeño bulto en la canasta. Aspiró con sorpresa cuando lo vio y como si se tratase de una frágil figura de porcelana, levantó al pequeño gatito blanco de orejas negras, que se dejaba colgar con holgura entre las manos de la bruja; las patitas oscuras se tambaleaban como si se tratasen de péndulos mientras emitía un maullido agudo.

—¡¿De dónde saliste?! —Lidia se fijó a los lados, por lo que las chicas y yo nos escondimos, ¿alcancé a ver algunas lágrimas?

Escuchamos la puerta cerrarse y al asomarnos, ya no estaban ella ni la canasta.

Avelin y yo suspiramos. Ambas compartíamos cierta felicidad por lo sucedido, pero no podíamos armar un alboroto o nos escucharía, así que bajamos las escaleras en silencio, casi a hurtadillas mientras Mavis iba a un lado bajando con normalidad.

—¿Está bien que no sepa que fuiste tú? —cuestionó finalmente.

—Lo prefiero así —devolví—. Lidia me odia y quedó claro que siempre lo hará, pero yo no la odio y además tiene sus razones. Aprendí que mis acciones afectan a los demás —si tan sólo lo hubiera entendido antes...–. No quiero que el odio que me tiene termine siendo traspasado al pequeño.

Prefiero que piense que un amigo anónimo le entregó a... un amigo que necesita —sonreí satisfecha, darle a uno de los hijos de Michi era todo lo que podía hacer por ahora, después de todo, una bruja necesita una mascota; simboliza su cercanía con el mundo, su unión con lo natural y además, tiene un amigo leal que puede llevar dentro del gorro.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora