Ataques Equivocados

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¡Viernes de brujas!

¡Banzai!

Hubo votación y hablaron!

Honestamente pensé que el resultado sería obc o, pero fue más parejo de lo que creí.

Aún así, ¡gano la pelea con Odin!

Disfruten.

De verdad no quería pelear; sí, me divertí porque pude soltarme por primera vez, pero no significa que tenga ganas de repetirlo.

Para mí, era de esas experiencias únicas en la vida, como lanzarte de paracaídas o darle una poción futa a tu crush.

—Mamá —me separé del grupo mientras hacía señas.

Ella me siguió sin decir nada.

—¿En serio tengo que pelear?

—No es que tengas qué, pero te hará bien.

—¿Por qué?

—Porque eres una bruja poderosa, ya con cierto prestigio y eres mi hija —explicó paciente—. Habrá quien quiera probarte; además, te persigue una secta rebelde. Te hará bien acostumbrarte poco a poco al combate... además, ¿no te estabas quejando de no ver mejoras por la diferencia de poder entre nosotras?

—Ay... —sí dije eso...—. Pero no creí que encontrarías la solución tan pronto.

Negó con la cabeza y sonrió.

—Soy Morgana Le Fay, soy muy eficiente —colocó sus manos en mis hombros y me miró a los ojos—. Y tú eres Eriana Le Fay, así que confío en ti.

¡Ella cree en mí!

Ay diablos, ay diablos...

—Ahora, como dirían tus amigas, pateale... ¿el trasero?

Bueno... mis amigas dirían "cógetelo", pero...

—¡Sí, mami! —respondí seriamente, de pronto me sentía muy motivada.

Caminé hacia el jardín, lejos del camino y de la mansión; Odin también me siguió, así que comencé a estirar un poco los brazos y la cintura... sólo quisiera llevar otro tipo de ropa, de haber sabido que nos harían subir así, me habría cambiado antes.

–¿Estás lista? —cuestionó el brujo blanco—. Esto no será tan fácil como en Ostara.

—Mamá también me... ha enseñado muchas cosas... —expresé nerviosa, levantando mi varita como si fuera un florete.

—Ya veo que sí —mostró los dientes y retrocedió, levantando su lanza en posición de ataque.

—¡Comiencen! —gritó Odin viejo y casi al instante, el joven lanzó un rayo hacia mí.

Era muy rápido para atacar.

Levanté una barrera, el rayo chocó y enseguida vino otro.

—¡Eres rápida! —expresó el chico disparando una y otra vez sin descanso; sus ataques causaban cierto daño, pero entre uno y otro, mi barrera se regeneraba constantemente.

De ningún modo lograría romperla así, y creo que lo sabía, pero sólo se estaba centrando en no dejarme atacar.

¿Mamá llamó a esto "una provocación"?

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora