Transferida a una Escuela de Brujas Tomo 3

Montaña Equivocada

Autor.

¡Sábado de brujas!

¡Yei!

¡Aún es tiempo!

Jeje, disfruten, mis brujos y brujas.

La tierra brillaba casi como si tuviera luz propia; era hipnotizante de alguna manera... o lo sería si no me lastimara tanto la vista.

Suspiré y metí la mano a mi bolsa para sacar un elegante estuche de madera tallada de color púrpura.

—¿Aún los necesitas? —Odin preguntó curioso al ver que me ponía los lentes.

—Ya puedo regular un poco la cantidad de energía que percibo con mi visión, pero aquí hay demasiada... —expliqué tratando de ignorar las miradas constantes de los demás al verme con los lentes.

¿Tendré algo en la cara?

—Eri, sí pareces inteligente cuando te los pones.

—Gracias, Beri... espera, ¿cómo que cuando me los pongo?

—Uy, un pajarito —sospecho que esta vez se distrajo a propósito.

—No le hagas caso —Odin se rió encogiendo los hombros.

—Gracias.

—Un par de anteojos no te volverían inteligente.

—¡Hey!

El resto de los chicos parecían querer reír, pero no se atrevían, así que decidí ignorar a Odin y Beril, ya me las pagarían después.

Centré mi vista al frente, todo lucía más claro.

La tierra azuloza y blanca cubierta de hojas brillantes con pequeñas chispas de electricidad recorriendo de un lado a otro hasta perderse en las raíces cromadas de los gruesos árboles de alrededor, cuyas copas parecían emitir auras de luz propia, daba un ambiente totalmente extraño, pero de alguna forma, hermoso.

Aún desde la entrada, era fácil ver algunos rayos saliendo de las nubes de tormenta para caer al interior del bosque, iluminando distintas áreas por segundos, cayendo como cadenas de grietas que partían en cielo en decenas e incluso cientos de pequeños pedazos y mientras más arriba llegaba la montaña, más constantes eran estos. Incluso en la cima, no podía contar un sólo segundo sin que una cadena de luces bajara a conectarla con el cielo.

Era evidente porqué se llamaban "Montañas Torden".

—Vamos —Odin ordenó al grupo y aumentamos el ritmo.

En cuánto pisé la tierra tras el primer árbol, pude sentir un leve cosquilleo en los pies; Odin y Beril no parecieron reaccionar, Trapeli, por otro lado apartó el pie en un instante, como si se hubiese picado con algo; Seneo y Necalli emitieron gestos de dolor junto a un ligero quejido, pero tras una pequeña pausa, seguimos avanzando.

—De verdad no hay animales en este bosque —mencionó Beril curiosa, seguida por un tronido cercano.

—No es por los rayos —explicó Odin y tras guardar silencio unos segundos hasta que otro tronido resonó, continuó—. Es por el ruido, nadie podría vivir en un lugar donde cada diez segundos suena como si el cielo se te fuera a caer —era un buen punto.

Cerré mis ojos, sentí la energía; entraba a mi cuerpo más rápido de lo normal, así que decidí bajar a Michi.

—Eléctrica cat —no era un hechizo nuevo, pero facilitaba el imaginarlo.

Mi energía comenzó a viajar hacia el pequeño de pelaje oscuro y el pelo alrededor de su cuello se encrespó, chispas surgieron de sus garras y recorrían sus bigotes; incluso creció un poco y emitía cierto brillo.