Autor.
¡Sábado de brujas!
¡Yei!
Me pregunto si éste capítulo podrá sorprenderlos.
Lo sabré si comentan!
Así que disfruten y no olviden dejar mucho comentarios, mis brujos y brujas, besos!
El humo del tabaco inunda el ambiente; y pensar que ahora me parece grotesco...
Tendrá que ver con que lo haya dejado. Leticia no dejaba de decir "hueles feo". Tal vez hubiera muerto antes de envolverme en todo esto si no lo dejaba.
Decisiones, decisiones...
En fin...
Avanzo por la metálica y fría sala de armas. Los cazadores corren de un lado a otro buscando sus equipos, comparando armas; parecen un montón de novatos, aunque supongo que esas cosas no cambian.
—¡Señor Hopkins! —un hombre de cabeza rapada, trajeado de negro y con unos horribles zapatos color verde, me llama desde una mesa de mostrador.
Ropa demasiado holgada para si complexion... guarda dos, tres armas ocultas; probablemente una cuarta daga en la cintura, pero las de su torso deben ser algo grande; supongo que la pistola en su cinturón puede perderse fácilmente.
En este trabajo, mientras más precavido seas, más durarás tomando en cuenta que una bruja joven dependiendo de su procedencia, ya podría despacharse a un equipo entero.
—¿Berlinski? —cuestiono ya junto a él.
—Mucho gusto, soy el...
—El gestor de la misión —interrumpo—. Ya sé, ¿no vas muy armado para ser un oficial de inteligencia?
—Los viejos hábitos no se quitan —responde con gracia, como si se lo hubieran dicho ya muchas veces o como si fuera la primera vez—. Me retiré del campo hace años, pero no de la cacería.
—No, la cacería nunca termina, ¿qué tienes para mí?
Emocionado como un niño, pone sobre la mesa una enorme maleta plateada y al abrirla, la tapa sube con la suavidad con la que acaeiciarías a una mujer... no a una bruja.
Toma uno de los numerosos frascos con líquido negro de textura similar al alquitran.
—¿Dónde consiguen tanta Anti-magia? ¿No era más escasa que el oro?
—Muchas cosas han cambiado, señor Hopkins —expresa concentrado mientras abre el frasco—. Hasta donde sé, los superiores hicieron buenos contactos en estos últimos años. ¿Me permite su arma?
Busco en la parte trasera de mi pantalón y la consigo, una pistola elegante y plateada, bastante pesada para ser un arma convencional, pero con una potencia que lo compensa, me la entregaron con mis primeras cien brujas... sólo de sostenerla ya me duele el hombro.
—Esa no, su daga.
Levanto la ceja haciéndome el loco.
—Todo cazador debe llevar una.
Suspiro. Busco en el interior de mi saco y la quito de su funda.
El hombre sonríe.
—Esto le va a gustar —vierte el contenido del frasco, que cae lentamente sobre una de las charolas en la mesa, luego coloca el filo de la daga sobre el alquitran y como si estuviera vivo, este comienza a adherirse, a trepar por el acero, a tomar su forma.
La daga se vuelve negra y el hombre la separa, dejando la mitad de la sustancia en la charola.
—Ahora tiene una daga de antimagia, difícilmente habrá algún hechizo que pueda resistirla.
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Transferida a una Escuela de Brujas Tomo 3
FantasíaContinúan las aventuras de Eriana en su segundo año en la escuela de brujas "Nos Aventis Maléfica". Tal vez sepa qué clase de bruja quiere ser, pero, ¿tendrá el coraje para serlo?