¿Que sientes por mí?

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La Torre de Astronomía se encontraba ligeramente iluminada por la luz de la luna. Un hechizo de parte de Harry hizo que se iluminara más. Llevaba esperando al rubio unos cuantos minutos y sin embargo, no había rastro de él. Unos minutos más y se quedaría dormido.

—¡Harry, perdón! Tuve algo que hacer y no pude venir antes. Enserio lo siento mucho, ¿hace cuánto tiempo que estás esperando?

Draco iba a decir más, pero, todas sus palabras fueron consumidas de nuevo en su garganta cuando vio al azabache con la cabeza recostada en la pared, el cabello desordenado y sus ojos cerrados tan pacíficamente, sus labios entreabiertos...

«Que ganas de besarlo, Merlín». Pensó Draco, pero rápido borró sus pensamientos, quedando con una sonrisa tonta al ver a Harry dormido.

¿Tenía que despertarlo o dejarlo ahí? Se debatía mentalmente ante ambas opciones, sin embargo ninguna de ellas fueron necesarias, pues es el azabache comenzó a despertar, sonrojandose levemente al ver que el rubio lo miraba de tal manera mientras dormía.

«¿Por qué se ve tan lindo con esa sonrisa? Que ganas de... ¡Por Merlín, Harry, es tu amigo!».

Ante estos pensamientos, el de ojos verdes se sonrojó aún más, y Malfoy rió levemente al ver su reacción.

—Ya sé que soy muy bello, pero no es para tanto —dijo Draco, sentandose al lado de Harry.

—Idiota... —murmuró el más bajo, dándole un leve empujoncito con el hombro, pero también se rió junto a él.

Ambos se quedaron en silencio por un buen rato, solo disfrutando de la compañía del otro. No era un silencio incómodo, sino uno acogedor y que decía lo que con palabras no eran capaces de expresar. Aunque ni aún así entendían.

El rubio sentía las manos frías, así que las colocó en sus bolsillos para calentarlas... Sin embargo, había olvidado que aún tenía aquel dibujo que Harry había dejado tirado ahí. Sacó la nota, sin acordarse de que era. Y cuando la vio, rápidamente volvió a meterla en su bolsillo, ante la mirada curiosa del mago azabache.

—¿Qué era eso? —preguntó, el de ojos esmeralda.

«Suerte que es miope». Pensó el rubio, suspirando, no planeaba decirle lo que era. Porque, que vergüenza que viera que guardo el dibujo, ¿no?

—Nada importante —respondió él, tratando de desviar el tema.

Draco cerró los ojos, y para cuando los volvió a abrir, Harry ya tenía en sus manos el dibujo. ¿Pero qué...? ¿¡Cuando aprendió a ser tan rápido y sigiloso!?

—Ah... El dibujo que me habían tirado —él se rió levemente, humedeciendo sus labios de manera tentadora, al menos para el de ojos plateados—. Al menos tú y yo sabemos que eso no pasó, y que tampoco pasará.

Bueno, eso fue como un golpe para el pobre corazón del rubio, quien de hecho se esperaba otra respuesta.

—A mi sí me gustaría que pasara —Draco creyó que había pensando aquello, sin embargo, Harry lo escuchó fuerte y claro.

Las palabras y el aliento del mago azabache parecieron quedarse atoradas en la garganta, ¿estaba bien eso que había acabado de escuchar? No lo creía, realmente no lo creía. Bueno, tal vez en parte él también quería besarlo. ¡No! Seguramente Draco dijo eso como una broma, eso, seguro.

—¿D-disculpa? —preguntó débilmente.

Draco cayó en cuenta de que no había pensando lo anterior, sino que lo había dicho, fuerte y claro, instalando un sonrojo en las mejillas de ambos jóvenes.

—Eh... Y-yo, l-lo que quise decir e-es que... —sentía que las palabras no eran suficientes, realmente no tenía aliento para excusarse.

Así que, hizo lo que cualquier persona haría.

Agarró delicadamente las mejillas del azabache, acercándolo a él. Con el corazón de ambos latiendo a mil, pero sabían que lo querían, lo querían más que nadie aunque no lo quisieran admitir.

Sus ojos de fueron cerrando al compás de sus deseos y latidos de sus corazones, que explicaban lo que ambos no querían ver.

Sus rostros a unos centímetros, sus respiraciones mezclándose una con la otra, las manos de Harry abrazándose a la nuca de Draco, los labios de ambos entreabiertos, rozándose.

Y, al fin, se unieron en un casto beso, lento y suave. No era el mejor, ni el más experimentado, pero ambos sentían que era perfecto, porque se complementaban tan bien que parecían hechos el uno para el otro. Las manos de Draco fueron bajando de las mejillas de Harry a su espalda, acercándolo más a él a medida que el beso se volvía más profundo, íntimo y personal.

Después de separarse, se quedaron abrazados, sin querer decir nada el uno al otro, las mejillas coloradas de vergüenza, sin embargo, se sentían bien con la compañía del otro. Abrazados y sin preocupaciones, se sentía tan bien... Uno al lado del otro, con la cabeza de Harry apoyada en el hombro de Draco, y la cabeza de Draco apoyada en la de Harry.

El sueño iba ganándoles, pero aún no dormían, querían disfrutar este momento tan íntimo y bello solo un poco más.

—¿Qué sientes por mí? —preguntó el azabache, bajito, casi que parecía tan solo un susurró llevado por el viento.

Esa pregunta no obtuvo respuesta, ya que Draco había caído dormido, y Harry lo notó, sintiendo el cuerpo del rubio recistarse más contra el suyo y su respiración volviéndose más lenta y tranquila. Parecía tan pacífico así.

El sueño fue ganándole también a Harry, quedando dormido, no era la posición más cómoda del mundo, pero para ellos era suficientemente cómodo el estar con el otro para quedarse dormidos y tener dulces sueños.

Esa noche, ninguno tuvo pesadillas.

Draco no tuvo problemas para quedarse dormido por su constante dolor de cabeza, pues no lo sentía al estar junto a él.

Y Harry, por primera vez desde que comenzaron sus pesadillas, no soñó que perdía a alguien, sino que soñó cómo ganaba a alguien. Un mago de cabellos dorados y cuál sonrisa y ego animaban el corazón del elegido. Pues aunque aún no se habían dicho nada formalmente, ellos se habían elegido sin dudar.

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Yo sé que les frustra que aún no se digan lo que sienten JAJAJSJ. Me inspiré, subiré otro dentro de uno o dos días.

Enemistad o... ¿Amor? (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora