Gaby.
Bien, me arrepentía enormemente de haberle pedido a Hades entrenar con él.
El tipo era un bestia en ello, corría más de diez kilómetros sin cansarse mientras que yo apenas podía con quinientos metros.
Incluso Horus, que venía con nosotros, corría con agilidad y tranquilidad.
Ese perro me estaba humillando epicamente.
Hice una mueca deteniendo el trote y descansé las manos en mis rodillas jadeando por aire.
—Ya, espera, basta, tregua, tregua...—jadeé.
Escuché la risa de Hades y medio alce la vista para verlo.
—Que perezosa eres.
Lo miré mal.
—Lo siento pero por lo único que he corrido en mi vida es por el lugar en cancha de Ariana Grande cuando tenía dieciséis.
Él soltó una risa.
—Ves, estoy en lo correcto.
—No puedo seguirte el ritmo—tome agua en largos tragos de la botella que me tendió—. Y si lo haces a propósito te odiaré.
Se veía terriblemente hermoso con una pequeña coleta detrás de su cabeza y una liga en la parte de arriba que le apartaba el cabello de la cara, llevaba una sudadera gris y unos pantalones del mismo color, ni siquiera parecía afectado por todo el recorrido.
—Dime que ya terminamos.
—Acabamos de empezar—lo miré con los ojos abiertos.
—¿Qué? ¿No tenemos corriendo una hora ya?
El miró su reloj inteligente.
—Llevamos cinco minutos.
Amenace con desmayarme y Horus ladró, parecía que me daba ánimo así.
—Ser una chica fitnes no es lo mío.
—Deja de quejarte y vamos.
Gruñí y respire hondo antes de empezar el trote relativamente calmado que según él era.
Estábamos en una carretera vacía, se supone que teníamos que darle la vuelta y llegar al auto, así nos iríamos al gimnasio del departamento, sin embargo no conté con que realmente él se iba a tomar esto enserio.
Lo fulminé con la mirada cada que lo veía burlándose de mí, este hombre...
Al final, no sé si es que yo estaba exagerando pero más pronto de lo que creí llegamos al auto. Me dejé caer en el pasto boca abajo.
—Al fin, tierra firme—jadeé por aire.
—Eres muy dramática—lo escuché y sin verlo alce la mano y el saque el dedo medio.—y grosera.
—Púdrete.
Escuché su risa y pronto sentí como me alzaban de la cintura y me daban la vuelta, entonces me dejó sobre su hombro.
—¡Hades!—grite.
—No te vas a enfriar, quedan ejercicios aún así que vamos.
Chillé cuando me dejó en el asiento del copiloto y metió a Horus detrás.
Aproveche el camino a casa para tomar toda el agua posible, parecía que había un desierto en mi.
Teníamos entrenando una semana, sin embargo cada que lo hacía parecía como el primer día.
No me podía acostumbrar, era muy vaga en esto y él ya lo había notado porque ya no me daba vergüenza tener que admitirlo.
Cuando llegamos a nuestro edificio dejamos a Horus en el departamento y nos fuimos al gimnasio privado, una vez ahí empezó mi martirio, de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
ENVUELTOS EN LA TORMENTA [+18] | SAGA DIOSES #3
Любовные романыSAGA DIOSES #3 «Me ahogo, necesito ayuda, necesito... No sé qué necesito, no sé vivir, no sé apreciar la vida, no sé... No sé cómo seguir» Obra protegida©️.