Capítulo 10

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Si algo Jungkook había aprendido, es que los cachorros son unos seres muy particulares.

Sentado en los escalones del porche, vio a esa niña de cabello largo y negro armar grandes bolas de nieve, juntándolas como podía mientras su voz se hacía escuchar por el lugar.

Tarareaba una canción, estaba seguro. Según ella, hacía unos muñecos de nieve. Aunque para Jungkook no tenían una forma definida.

—Jungkookie, ¿en serio no quieres venir a jugar?

Lo dudó.

Recayó en la cachorra a su par, cómoda en esa mecedora que el señor ángel había traído hacía algunas horas.

La bebé la miró un segundo y Jungkook sintió el corazón derretirse cuando ella le regaló una mueca.

—¿Quién cuidará a Yeong?

—Nosotros la veremos desde aquí, nadie más está a nuestro alrededor —la niña le dijo desde el suelo, con la nieve cubriéndole las piernas.

—¿Y si Yeong llora?

—Entonces iremos a verla —ella siguió y el omega finalmente se levantó, sus pies hundiéndose en la nieve apenas trató de acercarse, mas no le impidió avanzar hacia Hyerim, quien se rió mientras formaba una bola para lanzarla—. ¡Jungkookie!

Y la bola le fue impactada contra el hombro.

El golpe le hizo tambalearse. Casi cae si no afirmaba los pies a la nieve y se agachó para reunir un nuevo round, lazándola a la niña quien se quejó en alto, pero le devolvió el impacto antes de salir corriendo.

Ah

—¡Ven aquí!

—¡Lento! —Hyerim exclamó en una burla, con Jungkook yendo tras ella mientras tenía una bola de nieve lista en la mano—. ¡No, no!

—¡Me las vas a pagar!

Y la bola fue lanzada.

Un juego que comenzó con suavidad, se transformó en una batalla campal.

Las risas y gritos retumbaron el bosque y la cabaña en su totalidad. La agitación se acompañó de suspiros que se disiparon en el aire, con el vapor caliente escapando de sus bocas en cada exhalación.

¿Alguna vez se había divertido tanto? Dios, jamás de los jamases.

Estaba recuperando algo que le fueron arrebatado. Lo pasó trabajando durante toda su niñez, luchando por un plato de comida que era impredecible, y Jungkook agradecía este momento, oh Dios, solo un momento en dónde no se sentía el Jungkook adulto, era ese pequeño niño que añoraba salir a jugar; ese niño que veía desde la ventana de esa cabaña vieja a un conjunto de niños riéndose y corriendo de un lado en la nieve.

A sus veintidós años, finalmente ha recuperado la infancia que le fue arrebatada.

Hyerim fue la primera en enderezarse apenas oyó los neumáticos crujir contra la nieve.

—¡Mi tío Tae ya llegó! —ella chilló, levantándose del suelo, con el omega haciendo lo mismo, pero tropezó y cayó, mas no se quejó mientras veía a la niña ir hacia el alfa en cuanto este bajó del auto—. ¡Tío Tae!

—¡Hey!

Y la niña se abalanzó, con Taehyung cargándola en sus brazos enseguida mientras avanzaba unos cuantos pasos, aún con el omega en el suelo quien no emitió nada, pero se sentía demasiado a gusto al verlo reír con Hyerim.

—¿Estuvieron jugando?

—Si, mucho. Jungkookie no tiene mucha resistencia, pero estamos bien —ella le dijo tras ser dejada en el suelo—. Y Yeong no ha llorado.

ETERNAL WINTER FOREST | KTH&JJK [En emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora