Al llegar a mi casa, ya era muy tarde, espero que federico conteste.—¿hola?
—hola Federico, ¿como estas? Soy Violeta, te llamo para avisarte que si, iré a Argentina.
—Perfecto, a mi me salió una emergencia y me voy justo ahora a Argentina, no podré ir contigo.
–ay, no. Espero que todo se te solucione.
-gracias. Pero a lo que voy, es que, dejame darte la dirección de la casa, para que puedas venir.
—oh, es cierto, esta bien, dejame anotar. Después de eso, anoté, me despedí y colgué.
Confieso que me da miedo viajar sola, cuando fui a Canadá, fue más fácil por que tenía conocidos, pero, al ir a Argentina no tengo a nadie. Sin embargo, la curiosidad es más fuerte, además, solo será por un año, después regresaré a Alemania.¿O no?
Después de unas semanas de hacer maletas y resolver algunos temas, puedo ir a Argentina, me da mucha nostalgia regresar.
Ahora mismo estoy en el aeropuerto, ya compré mi pasaje y junto a mis maletas y el enorme sentimiento de miedo, no me gusta hacer eso sola. Mis padres no pudieron venir, pero fui a mi casa y me despedí de ellos antes de venir aquí.Es hora.
Cuando el avión empezó a despegarse del piso, sentí, por un momento, mi corazón salirse de mi cuerpo, odio cuando estoy tan nerviosa... Ojalá este avión llegue pronto. Por ahora tratare de dormir.
Narrador omnisciente
Al bajarse del avión, Violeta se puso en busca de un taxi, mientras caminaba, veía todo: las personas, la estructura del aeropuerto y lo diferente que era todo en comparación a Alemania.
Al encontrar movilidad, Violeta le entregó el papel con la dirección a la que quería ir. En el camino, Violeta y el chófer intercambiaron palabras y al finalizar el recorrido, la chica pagó y se despidió de aquel señor amable.
Al voltear la mirada, se encontró con una casa grande, esa mansión, era hermosa, contaba con un gran jardín bien cuidado y la fachada era igual de linda. Ella sabía que esa era la casa que buscaba, por el número que se encontraba en la puerta principal. Al estar enfrente de esta, solo quedaba tocar el timbre, y con su mano desocupada apretó el pequeño botón.
No tardó mucho en salir una señora de estatura baja, cabello corto y un hablar extraño.
—familia Fritzenwalden ¿que ofrecer?
-hola, soy Violeta Reimann. —dijo nerviosa, pues era evidente cuando habló.
—¿Reimann?—se preguntó para si misma.—¿familia alemana?
—así es, posiblemente conozca a mis padres Emma e Isaak, fueron cercanos a los señores Fritzenwalden—dijo para que no la tomen como una extraña, aunque ciertamente lo era.
—ah, claro, los señores Reimann.
—si, tal vez esté el señor Federico, quisiera hablar con el.
—señor Federico estar en oficina, por favor pasar, sentarse y yo llamar a señor Federico.—dijo la señora con dificultad al hablar.
Al pasar, la chica empezó a mirar cada parte de la grande casa y por cierto, muy lujosa. Desde su vista pudo observar grandes escaleras que llevaban al segundo piso, la sala, muchas puertas y decoraciones costosas. Cuando de repente sus ojos chocaron con la figura de Federico.
—hola Violeta ¿como estás? Pense que llegarías mañana según lo que me dijiste.
—que tal, Federico. Asi es, pero termine antes todo, es por eso que estoy aquí. —dijo, terminando con una sonrisa corta.
—vamos a mi escritorio, porfavor.—dijo Federico, señalando el camino. —Florencia, que es parte del personal de servicio, te enseñará tu cuarto, y te puede ayudar, ella es muy extrovertida, la veras cuando la llame. Cuando te instales, podremos hablar con mi abogado, pero antes que nada te presentaré con todos los integrantes de la casa, son muchos, pero son muy amables, de seguro te caerán bien. —aseguró Federico, pero cuando iba a llamar a los integrantes de la casa, sonó el timbre y de pronto se empezó a escuchar voces en la sala, por lo que le dijo a la chica que: por favor espere.
En el tiempo que ella se quedó en el escritorio del más grande de la familia Fritzenwalden: Sus ojos curiosos se deslizaban por los detalles del lugar, absorbida por la elegancia y el orden que reinaba en la habitación, ella pensó que tenían buen gusto y que eran muy buenos con los detalles que adornan en su casa. Pero no se dio cuenta cuanto tiempo había pasado desde que estaba allí, cuando la voz de federico sonó:
—Violeta, ¿puedes por favor venir a la sala?—en cuanto ella escuchó eso, fue nerviosa a esta, pues sabía que muchas personas se encontraban ahí. Al salir del escritorio, pudo divisar a muchas personas: niños, adolescentes, adultos. ¿Cuántas personas habían en la mansión?
—por favor quiero que le den la bienvenida a Violeta, ella se quedará por un tiempo aquí, quiero que la traten con respeto y sean amables con ella.—de pronto todas las miradas cayeron en la chica nerviosa. Cuando alguien se animó a hablar.
—bienvenida Violeta, espero que te sientas cómoda aquí, todos haremos el esfuerzo. -hablo una chica muy simpática por cierto. —ah, y yo soy Florencia. Por favor niños, preséntense con ella.
—hola Violeta, yo soy Tomas, el mas peque—mencionó un niño pequeño rubio.
—y yo soy Roberta, la amiga de Tomás. —dijo una nena sonriente.
—oh, hola, yo soy Violeta. —en ese momento se arrepintió de esa respuesta tan tonta que había dado, pero realmente no sabía que decir.
—oh, veo que eres de pocas palabras, pero no importa, verás que nos llevaremos bien. -dijo roberta.
—bueno, ella es parte del personal de servicio: Greta, ella es Maya, mi hermana menor, ellos dos ya se presentaron. —refiriéndose a los más pequeños. —el es Martín y Nicolás mis hermanos, Florencia, que es también parte del personal de servicio y Delfina, mi novia. —terminó de hablar. —oh, y Franco, el acaba de llegar a Argentina, también.
—hola, que tal. —respondió tratando de que su respuesta no sea tan tonta como la última vez.
—hola—respondió el chico rubio llamado Franco, al parecer el quería seguir hablando, pero Roberta interrumpió.
—¡Franco! Los chicos no se animan a decirte, pero yo si, los regalos.
Es entonces cuando el último mencionado se dirigió hacia sus maletas para sacar los regalos que había traído. (..)
ESTÁS LEYENDO
Un Romance En La Mansión: Franco Y Violeta
FanfictionVioleta, un chica huérfana, fue adoptada por los señores Reimann, amigos de Erick y María Fritzewalden. Un año después de la muerte de estos, Violeta, regresará a la mansión donde algún día fue auxiliada, ahora, tendrá que convivir con nuevas person...