Después de aquel día donde nos sentamos a platicar como adultos y aceptar que ambos estábamos siendo presas de nuestro apetito sexual, las cosas transcurrieron con normalidad mientras nuestra relación empezó a mejorar y profundizar bastante.
Prometimos que, si uno de los dos necesitaba desahogarse en algún momento, el otro le ayudaría a calmar sus necesidades, no llegaríamos a tocarnos, pero sí qué podríamos mostrarle al contrario todo lo que quisiera ver. Podríamos decir que mutuamente prometimos ser el material pornográfico mutuo, sentíamos que era mejor que intentar ver o buscar aún desconocido.
Obviamente esto solo fue una excusa barata para justificar el vernos desnudos sin sentirnos tan culpables. Intentábamos engañarnos diciendo que todo era culpa del apetito sexual, que solo era una medida para que yo no le fuera infiel a mi esposo y que Mathew no comenzará una relación solo por tener una necesidad biológica tan primitiva como el sexo.
Intentábamos engañarnos con el pensamiento de que era mejor hacerlo entre nosotros que somos una familia, que con desconocidos.
Ambos sabíamos que estaba mal y que en realidad teníamos ya una atracción sexual mutua, pero intentábamos disimularlo con una mentira, prácticamente queríamos cubrir el sol con un dedo.
Así pasó un mes entero, al inicio solo fue vernos 1 o 2 veces por semana, pero esto fue escalando al punto de hacerlo casi todos los días. Al inicio intentamos solo vernos a una distancia segura respetando la promesa de que solo sería algo visual, pero con el pasar de los días la distancia entre nosotros se fue acortando al punto de que a veces estamos hombro con hombro gimiendo y jadeando de placer mientras nos masturbábamos juntos.
Con el pasar de los días nuestra distancia era nula, rompiendo nuestra promesa, incluso llegamos a dormir juntos en el sofá semi desnudos después de una película y una buena sesión de masturbación. Ambos sabíamos que estaba mal, el estar tan pegados que incluso nuestros fluidos al eyacular llegaban a manchar nuestro pelaje.
Comenzamos despacio con pequeñas caricias, abrazarnos un poco o algún beso en el cuello y lamida de pezones, pero solo necesitamos unos pocos días para romper este nuevo límite.
Comenzó a ser bastante común que Mathew frotara su erección contra mi trasero acostados en el sofá viendo alguna película para luego masturbarse y eyacular en mi espalda, comenzó a ser común que a veces me sentará sobre su pierna y frotaba mi vagina hasta eyacular manchando su pelaje.
La regla había cambiado completamente y solo se limitaba a solo: "Si no hay sexo, entonces no estamos haciendo nada malo"
Considerábamos que esto no podría catalogarse como sexo, hasta ese punto llegaba nuestra mentira, de auto convencernos de que al no haber penetración no estábamos haciendo nada malo. Lo peor es que ambos sabíamos que era una mentira, pero lo disfrutamos tanto que lo consideramos como una verdad.
Esto último nos dio un gran margen de acción, si la penetración era lo único prohibido todo lo demás estaba permitido; Besos, caricias, lamidas, todo estaba aprobado unánimemente. Esto nos dio libertad al interactuar, Mathew solía abrazarme por la espalda y besar mi cuello mientras acariciaba mi trasero y mis senos. Yo solía besar y lamer su cuello mientras deslizaba mis manos dentro de su pantalón y tocaba sus bolas.
El sexo oral era un tabú en nuestro acuerdo, pero a veces Mathew me hizo uno que otro facial mientras besaba sus bolas, de igual forma yo llegue a eyacular sobre su cara mientras él lamia mi vagina. La increíble sensación de su mojada lengua deslizarse sobre los labios de mi vagina provocaba que me estremeciera de placer, a veces sujete su cabello y presione su cara contra mi entrepierna desesperada por que metiera su lengua, pero él siempre se contuvo y no cruzó la línea.
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Flowers Of Love
RomanceLa historia se centra en como Sra. Sara, una reconocida Psicóloga a nivel nacional escucha los relatos de Elizabeth Mendoza, una madre de familia que esta comenzando a dudar de la legitimidad de su matrimonio luego de de enterarse de que su unión ma...