Entrena conmigo

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La paz se había apoderado de los fugases días que pasaban uno tras otro en el tan armónico planeta Salad, pues hasta los mismos habitantes se extrañan de la repentina calma que yace sobre su tierra. No es que el planeta sea un equivalente a Ciudad Gótica en lo que respecta a criminalidad, pero durante los últimos 4 días podían contar con los dedos de una mano cuántos delitos habían sido cometidos.

Los más asombrados por este nuevo ambiente fue la misma patrulla de Salad, la gran cantidad de soldados hasta suplicaban interiormente que algún acto ilegal sea perpetrado con tal de tener algo de acción y no perder su tiempo bostezando sin nada que hacer.

Entre todos esos hambreados por querer luchar había uno que conocía la razón del porque había cesado de tal forma la delincuencia en el planeta, Caulifla ya no existía. Aunque, decir que ella ya no "existe" como tal sería erróneo, lo más acertado podría ser que ahora ella es un nuevo ser.

— Oye Kyabe, hace mucho que no sabemos nada de Caulifla y su banda. ¿No crees?

— Ahora que lo mencionas, es cierto.

No era de su agrado mentirle a sus propios compañeros, pero si estos llegasen a enterarse que él sigue manteniendo relación con la criminal n°1 del planeta Salad, los problemas que tendría no serían menores.

A pesar de que la imagen de la sajayin recibió algo de glamour tras ser una de las representantes del sexto universo en el torneo del poder, esta no duro demasiado puesto que días luego la conclusión del torneo, la chica había vuelto a las andadas con su banda.

— Hasta donde se, tú mantenías contacto con ella y su hermana. ¿No es así?

— Pues, luego del torneo trataba de hacer que recapaciten y abandonen la delincuencia, pero supongo que no me escucharon, nunca lo hicieron en realidad.

Inconcientemente sonrió, sabía que esas dos jamás cambiarían.

— Que triste escucharlo, me pregunto donde estarán en este momento.

— Si, yo tam...

El joven no logró acabar su frase, fue interrumpido por una voz a lo lejos, voz que con solo oír provocó que este sienta un cosquilleo recorrer todo su cuerpo.

— ¡Oye Kyabe! ¡¿Qué crees que hacés ahí sentado?! ¡Hoy tienes que entrenar conmigo! ¡¿Ya se te olvidó?!

El soldado a la par del pelinegro quedó estupefacto ante la imagen de una mujer sajayin con una considerada altura superior al promedio, un brillante cabello oscuro y unos aretes verdes muy resaltantes.

— ¿Tu novia?

— Nada de eso, es solo una amiga...una con mucha energía jaja

Rió entre nervios, para su fortuna su turno acababa en 5 minutos y no habría problema si salía antes, era de los soldados más en alta estima del ejército.

— Kefla-san, ya te he dicho que me esperes en el lugar de siempre.

— No es culpa mía, estaba aburrida y cansada de esperarte. ¿No te enseñaron que nunca debes hacer esperar a una dama?

"¿Dama?" Ese adjetivo definitivamente no va contigo, kefla-san.

— No quiero sonar grosero pero, ¿Por qué no has buscado a alguien más con quién entrenar?

— ¿Eh? ¿Y por qué haría eso?

— Creo que la diferencia de poder entre tu y yo es muy obvia, Kefla-san. No importa cuanto me esfuerce en cada entrenamiento, jamás lograré superarte y, al mismo tiempo tu tampoco podrás avanzar teniendo a un rival tan débil como yo.

La sajayin lo oía atentamente, es la primera vez desde que Caulifla y Kale decidieron fusionarse para siempre que el joven expresaba sus frustraciones guardadas.

— Por eso a veces me pregunto por que no mejor entrenas con sujetos como Hit o incluso por que no le pides al señor Champa que te entrene, creo que eso sería lo más adecuado.

La pelinegra detuvo su vuelo, el joven también lo hizo al notar dicha acción de la chica.

— ¿Kefla-san?

- El objetivo de Caulifla y Kale era fusionarse para hacerse más fuertes, por eso yo existo. Sin embargo, esto no es suficiente, siempre hay más muros por romper, eso lo aprendí de los sajayin del universo 7, y también de ti.

— ¿Eh? ¿De qué estás habla...

— Es cierto que podría entrenar con gente más fuerte, ¿Pero entonces quién te ayudará a volverte más fuerte a ti, Kyabe?

El sayajin no comprendía, su expresión seguía en plena confusión, para ser de los más brillantes a la hora del combate, en este momento es de los que menos saben interpretar las palabras de una chica.

— Además, tu me caes mucho mejor que el serio de Hit y el infeliz de Champa. Deja de preocuparte solo por mi, idiota. Si no quisiera entrenar contigo no me tomaría la molestia de ir a buscarte.

Un pequeño sonrojo se tornó en el rostro de ambos, el joven se encontraba avergonzado de que la pelinegra prefiriera pasar su tiempo con él antes que con cualquier otro. Kefla por su parte se sentía vulnerable, era la primera vez que elogiaba tanto a alguien y hasta le enojaba reconocer que le encantaba entrenar con ese sajayin.

— Kefla-san...yo...

— ¡Ahorrate tus palabras! ¡Solo vayamos a entrenar de una maldita vez!

La chica prosiguió su camino hacia el lugar acordado donde siempre se reunían para retomar su entrenamiento. Ella tenía el presentimiento de que si Kyabe soltaba alguna palabra más sobre ese asunto su vergüenza alcanzaría un nuevo nivel.

El chico simplemente sonrió viéndola volar desde atrás, sintiéndose algo idiota por su sentimiento de inferioridad pero feliz al fin y al cabo de tener una amiga tan fuerte como Kefla.

Kyabe & Kefla || One-shotes ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora