🫀CAPITULO 25🫀

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Dos niños corren por la fortaleza Romanov, sus carcajadas causan terror a muchos. Cuando los ven pasar, sus piernas tiemblan y terminan cayendo de rodillas ante ellos. Bien dicen que cuando un niño ríe, un hada nace. Pero los que pertenecen a la Bratava hace tres años les quedó claro que cuando los mellizos Romanov reían, era porque un baño de sangre se aproximaba. Los esclavos se escondían de ellos porque estar en su presencia era una sentencia de muerte. Los miembros de la Bratava les temen, desde los que están hasta abajo de la jerarquía, hasta los que están un escalón abajo del Boss y su Underboss. Le temen a Ilenko Romanov, el cual ha dejado en claro que esos niños son intocables. Pero la hija de este ha demostrado lo que es capaz por sus hijos, porque recién parida salió a dar la cara con la frente en alto, matando a todo aquel que amenazaba la vida de esos leoncillos.

-Los tengo- habla el Boss, tomando a los dos niños en sus brazos. Da vueltas con ellos, y estos no paran de reír. Su abuelo los deja en el piso cuando su hija aparece en su campo de visión. Solo mira, esperando una explicación.

-Deben estar dormidos ya- los regaña. Los niños se aferran a las piernas de su abuelo, el cual tiene sus manos en sus cabezas.

-Déjalos, te extrañaban. No pueden dormir sin su madre- los defiende más Selena, niega poniéndose en cuclillas. Abre sus brazos le dedica una sonrisa a sus hijos, los cuales corren a ella para quedar en su pecho.

-Mis niños- susurra para ellos, su corazón pegaba fuerte contra su pecho. La muerte de su hermano le sigue pesando. Nunca ha dejado de lado su venganza, pero sus pequeños le dan sentido a su vida.

El Boss los veía con ojos de amor. Sabía que sus nietos le dieron esa razón para que Selena no se rindiera, aun recuerda con miedo como la encontró con el arma en mano apuntando a su cabeza esa noche aun le da escalofríos . A él no le importaba que tengan sangre de un Morgan, su princesa los parió, para él, eso es suficiente. Pero el cabello negro de Elara o los ojos gris caótico de Sergei los ponía en peligro. ¿Qué tal si un día Christopher se entera que tiene dos hijos? Pondría en riesgo cualquier rastro de tranquilidad, y él bien sabe que el Morgan, teniendo el cargo de coronel, era una amenaza. Ahora que es Ministro, la guerra se desataría sobre ellos.

-Andando- el ruso sale de sus pensamientos cuando Elara toma su mano para que los acompañe. Los mayores acuestan a los niños y salen, quedando solos.

-Christopher se acaba de comprometer- confiesa la mujer a su padre, el cual no sabe qué decir. Le molesta ver tristeza en los ojos de su hija. Sabe que nunca dejó de amar al progenitor de sus hijos, pero la sangre le hierve al verla tan vulnerable. Solo se limita a levantarla en brazos como hacía cuando era una niña, y la lleva a su recámara. Selena Romanova, después de la muerte de su hermano, se terminó de romper. Está cansada de todo, tiene miedo de que le hagan daño a sus hijos. Está aterrada de fracasar nuevamente, y su refugio es su padre, el cual está decidido a protegerla a toda costa.

Por otro lado, en la ciudad de Londres, la familia Morgan estaba festejando el compromiso de Christopher Morgan. Hace unos meses que se convirtió en Ministro, pero su mirada estaba sin ninguna expresión el día de su victoria, desde el día que la rubia se marchó. Él no volvió a sonreír, aún guardaba el collar y el anillo que años atrás le lanzó la única mujer que amó.

-Christopher- una morena entra a la oficina del Ministro para verlo con una botella en la mano. La habitación estaba sumergida en la oscuridad, lo único que iluminaba la cara del Morgan era el portátil encendido.

-Largo- ladra furioso a la mujer que será su esposa. Es Gema Lancaster, una conocida de su infancia, hija de la mujer que lo crió, una pobre alma que aceptó un matrimonio de contrato por la fantasía de que él un día se enamoraría de ella. Pero es ignorante de que el alma del Morgan está podrida, él ya no es capaz de amar.

-Cariño, por favor, todos están afuera- sus palabras quedaron a medias cuando la botella que tenía en la mano el hombre es lanzada a un costado de la Lancaster, la cual brinca por el susto.

- No salgas con estupideces, Gema. ¿Cuántas veces te tengo que aclarar las cosas?- se levanta, dando pasos firmes hacia la morena. A ella le tiembla el labio inferior, presa del miedo.

-Sabía que esa mujer te había hecho daño, pero nunca pensé que te hubiera dejado tan jodido- esto hace estallar al Ministro, el cual la arrincona contra la puerta de madera, inclina la cabeza lo suficiente para cortar la distancia entre ellos.

-Tu único trabajo es fingir, Gema. Cuando las puertas se cierran, te largas con tu mierda a donde no te vea- la partida de la hija del Boss dejó sin escrúpulos a Christopher, lo convirtió en una bestia sin compasión. Por eso pudo escalar la jerarquía tan rápido. Cuando no te importa una mierda tu vida, la pones en juego para sentir un poco de adrenalina, para sentirte vivo nuevamente. Eso es lo que le pasa al Morgan, se volvió insensible. No le importa su familia y mucho menos presta atención a una mujer que está enamorada de él. Ella solo es un medio para conseguir lo que quiere.

-Un día vas a perder a todos, y es ahí cuando te vas a arrepentir- la mujer sale empujándolo con fuerza. Sus ojos están llenos de lágrimas y su cuerpo tiembla. Ella recuerda a Christopher Morgan, no era el ser más feliz, pero tenía humanidad, aún reía. Ella no sabe quién es él, no sabe quién fue el que la acorraló, no encontraba nada en su mirada, solo un abismo sin fin. Esa era la bestia en la que se convirtió el coronel, o más bien, esa fue la bestia que creó Selena Romanova.

🫀ENCRUCIJADA🫀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora