🫀CAPITULO 28🫀

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Alex da vueltas por su oficina y yo me mantengo quieto, esperando su respuesta. Se niega a aceptar lo que vi. Mi cabeza no deja de pensar en los niños.

-Christopher no se puede enterar de esto -habla seguro. Una carcajada es arrancada de mis labios. Él toma una botella y se la empina, dándole un largo trago.

-Son sus hijos, Alex. Si los hubieras visto, el niño tiene nuestros ojos y el cabello dorado como el oro, y la niña, ufff, es de melena negra y ojos iguales que a los de su madre -él se deja caer en su silla, peinando su pelo con desespero.

-Se va a casar -murmura . Yo niego. Estoy en contra de ese matrimonio. Me pongo de pie, arreglando mi traje sin quitarle los ojos de encima a mi hermano.

-Son tus nietos, Alex. Christopher debe saber -la puerta es abierta con brusquedad y por ella entra la prometida de mi sobrino, tiene una charola de comida en las manos y los ojos llorosos.

-No le digan -suplica. Alex me mira, esperando a que hable. Yo me salgo, dejándolo con su drama. Esos niños están en peligro y su padre debe saber de su existencia.

SELENA ROMANOVA

De un movimiento rápido le corto la garganta. Sonrío complacida al ver la bodega del italiano hecha un cementerio. Mi teléfono no deja de sonar y sin más, me subo al helicóptero que me regresa a Alaska. Con mi cuerpo cubierto de sangre, entro al comedor interrumpiendo la cena. Todos los Romanov están presentes.

-¿Mis hijos? -pregunto a la defensiva. Los niños entran junto al Boss, el cual me lanza una mirada rápida para sonreír.

-Me trajiste un corazón -me pregunta mi niña, corriendo hacia mí. Yo la tomo para levantarla.

-Pronto será tu iniciación y podrás cargar un corazón -infimo causando su alegría, más el enfado de la hermana del Boss.

Todos tomamos asiento. El salón está sumergido en un silencio tranquilo. El Boss tiene los ojos puestos en sus nietos, los cuales no le bajan la mirada a Agatha, que los observa con desprecio. Suelto un suspiro, llamando la atención de todos.

-¿Quién te dio autorización de utilizar HACOC en el prostíbulo? -hablo sin ver a nadie. Mi espalda está pegada a la silla y mi cabeza mira el techo.

-Son mis negocios, no puedes meterte en ellos -se defiende la tía del Boss con un tono burlón.

-Tú solo eres la puta que los supervisa. Son de la Bratva, que para tu mala suerte, terminan siendo míos- sigo sin verla. Ella suelta un bufido.

-Que no se te olvide que soy la hermana del antiguo Boss. Ya eran míos cuando tú eras un maldito espermatozoide -mis ojos la caen sobre ella en un instante. Palidece al segundo.

Una sonrisa llena de malicia adorna mis labios. Me encogí de hombros, tomo un pedazo de fresa para llevarlo a mi boca con lentitud. Todos los pares de ojos están sobre mí.

-¿No vas a seguir con el chiste?- pregunto con inocencia. Su cara se pinta con confusión absoluta.

-¿A qué te refieres? -habla con brusquedad. Yo me levanto, ella me sigue en segundos.

-¿Quién te dijo que te pusieras de pie? -hablo con autoridad, levanto el mentón retándola.

-Tú a mí no me das órdenes -ladra con enfado. Mi mano impacta en su rostro con la suficiente fuerza que le parte el labio. Cuando trata de regresarme el golpe, la mesa entera se pone de pie, apuntando su arma a la cabeza de la mujer. Un Boyeviki la toma de la muñeca con rapidez.

-Esto es lo que me hace darte órdenes, esto, Agatha, es lo que me da el derecho de quitarte tus malditos clubes, porque por muy Romanov que seas, soy más que tú- reafirmo mi poder pegándole una vez más. Tomo su quijada con firmeza.

-Mírame, maldita puta, soy tu Underboss en esta organización. Los rangos se respetan y, para tu mala suerte, eres del más bajo -la suelto para darme la vuelta.

-Tú, maldita drogadicta, no puedes ser el Underboss y tus bastardos no pueden ser unos Romanov -sonrío al ver a padre echando humo. Se pone de pie azotando sus manos en la mesa de mármol.

-Quiero su lengua -ordena. Su hombre cumple la petición a la brevedad, desatando los gritos de la mujer. Mis ojos caen en la mesa donde la mayoría prefieren voltear la cara.

-Miren las consecuencias de esas palabras. Mi hija es mi Underboss y sus hijos son los Romanov más importantes de esta maldita familia, y al que escuche diciendo esas palabras nuevamente, no seré tan benevolente y no tendré su lengua, tendré su cabeza -su voz sale llena de enfado. Mis hijos aplauden al ver el pedazo de carne que le entregaron al Boss.

Me giro para ver a Agatha de rodillas con la boca llena de sangre. Sonrío con malicia, mis hijos llegan a mi lado para verla con superioridad. Salgo del lugar, tomando las manos de los niños. No estoy para estas idioteces. Los dejo con sus maestros para bajar al sótano, donde está mi habitación favorita.

-¿En qué habíamos quedado? -hablo con burla cuando los tres seres que están amarrados no captaron mis órdenes.

-Bienvenida, ama -tartamudea Ivanna, la más antigua de mis mascotas. De ser una mujer que juraba nunca suplicar, terminó siendo la más adiestrada.

-Ni loca -grita una y otra vez la hermana. Sus ojos están llenos de miedo, pero su voz no deja de salir.

-No creo que necesites mucho tus piernas -murmuró, tomando una jeringa de la mesa. Ella se pega a la pared cuando me aproximo a ella.

-Bienvenida, ama -susurra cuando estoy delante. La ignoro para perforar su pierna izquierda. La tomo del nacimiento del cabello para acercarnos.

-Que esto te quede como advertencia, que si vuelvo a venir y no dices esas dos malditas palabras, te voy a infligir las peores de las torturas -ella asiente. Voy al siguiente, que se niega a verme.

-Antoni te va a matar -solo se limita a decir esas tonterías desde que lo tengo.

-Hasta que me mate, estás en mis manos. Y adivina qué -lo obligo a verme.

-No soy nada noble, y sabes, tengo ganas de un juego -me enderezo para caminar hacia las jaulas que están en la esquina contraria. Tomo una rata de las alcantarillas.

-Si te la logras comer en menos de tres minutos, esta mierda no estará en tu organismo -apunto hacia las jeringas de HACOC. En un parpadeo, toma al animal para romperle el cuello y empezar a morder la piel de la rata.

Las mujeres lloran de miedo y yo solo puedo deleitarme con el espectáculo. El hombre trata de vomitar, pero con solo verme, se la traga. No voy a estar satisfecha hasta que tenga a todos aquí y más, tener a Antoni colgado de esa cruz en medio de la habitación donde cada día va a recibir una tortura nueva. El lugar fue diseñado por mí. Cada lugar tiene un porqué y al verlo desde donde estoy, me imagino a cada uno de los Mascherano dándome la bienvenida. Los voy a educar para que me vean como su dueña, y cuando esté en mis últimos momentos, ordenaré que los entierren vivos conmigo. Todo ya está escrito y el futuro de esa familia no es más que desgracia.

🫀ENCRUCIJADA🫀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora