🌸 Dos - El lechero

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Ahora Theodore comprendía por qué no podían pagar la renta

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Ahora Theodore comprendía por qué no podían pagar la renta.

—Bu-buenos días, señor…

Los cultivos y la vaquería estaban al cargo de una anciana, que era más un lastre que una ayuda, y un niño orondo.

—¡Abuela! No le habéis ofrecido nada de beber. ¿Qué deseáis tomar? Tenemos agua y leche.

Y ese niño orondo, que rápidamente se dio a la tarea de servirle un vaso de leche cuando él se lo hizo saber, presentaba un aspecto desaliñado y las ropas exudando por las costuras.

Los ojos de Theodore persiguieron el recorrido de las gotas de sudor por la acalorada y lechosa tez del muchacho, perdiéndoles la pista entre los pliegues formados por el exceso de carne de su cuello y papada.

—Aquí tenéis…

—Permitidme presentaros a mi nieto: Neville Longbottom. Cariño, él es el honorable Nott, el hijo del barón.

El muchacho de rasgos aniñados le dejó el vaso rebosante de leche sobre la mesa con el pulso tan tembloroso, que derramó un poco y tuvo que volver con un trapo y limpiarlo de forma aparatosa.

—¡Perdonad!

—Un placer…

Placer, ninguno; su cara pasmada le balbuceaba mil perdones por el estropicio, y la educación de Theodore no le permitió otra cosa que suspirar de vergüenza ajena por tan lamentable comportamiento.

—¡Disculpad!

Más aún al verse obligado a retirarse un poco para que el voluptuoso trasero del chico no colisionara con su rostro cuando interpuso su rechoncha figura entre la mesa y él para limpiar la leche derramada. Alabó internamente al cielo al ver que finalmente tomaba asiento junto a la anciana, dando por terminado el bochornoso espectáculo; aunque esos asustadizos ojos le miraban muy descaradamente, cosa que le produjo incomodidad.

—Desde luego que vos sois quien manda en esta casa —dijo, dirigiéndose a la anciana.

—Ahora soy yo el cabeza de familia y el responsable —corrigió el lechero.

—He venido a recaudar lo que me debéis. Un niño no se hace cargo de esos temas.

—No soy un niño —replicó molesto—. Lo que pasa es que al ser do-

—¡Neville, cariño! Tenéis una carita redonda y la inocencia desbordando en vuestros dulces ojos. Es comprensible que el señorito Nott os reste años.

“La anciana está ciega de amor.”

Abuela y nieto cruzaron miradas por un segundo; Theodore no advirtió la complicidad silenciosa de sus anfitriones y por ello paladeó el exquisito sabor de la leche en actitud indiferente, después lanzó de malas maneras sobre la mesa la caja de recaudación.

El lechero de los NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora