🌸 Catorce - Mi penitencia

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Estaban sumidos en la más absoluta oscuridad, y envueltos en una violenta ventisca de nieve que dificultaba a Neville perseguir el débil halo de luz proyectado de la lámpara, cosa que le permitía ver lo justo para distinguir la silueta de la berli...

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Estaban sumidos en la más absoluta oscuridad, y envueltos en una violenta ventisca de nieve que dificultaba a Neville perseguir el débil halo de luz proyectado de la lámpara, cosa que le permitía ver lo justo para distinguir la silueta de la berlina que aguardaba a escasos pasos frente a ellos. Se protegió con la capa y subió al carruaje detrás de Hagrid de forma aparatosa, pues la grandiosa complexión de este no le permitió más espacio que un apretado rincón junto a la ventanilla acristalada. Una vez guarecidos, al sonido del fuste del cochero, el carruaje cobró vida, marchando raudo a un destino incierto para el doncel. Inmediatamente se retiraron las capuchas y el lechero habló.

—¿El señorito se encuentra bien? ¿Qué le ha sucedido? ¿En qué puedo ayudar? Yo-yo no sé si...

Hagrid resopló más calmado, apagó la lámpara y miró al muchacho con expresión sombría.

—No os apuréis. Por ahora no corre peligro, más no será por mucho tiempo.

—¡Decidme! Tened piedad de mis nervios.

—El día de Navidad, el joven barón se fue del castillo sin carruaje ni caballo. La última vez que lo vi fue durante la mañana cuando ambos dábamos los últimos preparativos a vuestros regalos, y el último que lo vio fue el mozo de cuadra horas después al dejar su caballo.

—Os agradezco el detalle de los regalos.

—¿A mí? —cuestionó sorprendido—. Todo cuanto recibisteis fue obra e idea suya; él mismo pasó el día entero comprando en la ciudad.

—Es muy agradecido- ¡Disculpad! —negó efusivamente—, proseguid, os lo ruego...

—El caso es que nadie le dio importancia a su partida porque el señorito nos tiene acostumbrados a su comportamiento impulsivo e impredecible; pero al pasar los días, el administrador vino a hablar conmigo excesivamente preocupado, pues nunca ha faltado a sus clases-

—¡¿Qué?! ¿Días sin saber de él?

—Nunca da explicaciones de sus idas y venidas, aunque lo extraño es que lo haya hecho por más de una semana-

—¡¿Una semana?! —repitió incrédulo—. ¿El barón no se percató de su ausencia?

—Rara vez comparten mesa y procuran evitarse.

—¿Nadie le ha avisado?

—Todos guardamos silencio cuando el señorito hace travesuras. No le hemos dicho nada porque no es asunto nuestro.

—Una semana y nadie pregunta por él...

—¡Sí nos preguntamos por él!, pero- ¡Bueno, no nos liemos!

—¡Disculpad!

—Esta misma tarde vino un amigo suyo y me comentó que lo encontró por casualidad, y que tuvieron una acalorada discusión porque se negaba a volver; también que está al borde de sus fuerzas. Se ha pasado todo este tiempo yendo de un local a otro sin descanso; no sé si me entendéis... —Detuvo su explicación, permitiendo al muchacho captar su insinuación; pareciera que sí lo había entendido porque su expresión expectante languideció—. Fumaderos de opio, locales de apuestas... —El escándalo que podría causar esa declaración no hizo mella en el lechero, que simplemente bajó la mirada entristecida al suelo—, burdeles y... todo eso. —La mirada acuosa se alzó lentamente, lo mismo que sus comisuras cayeron—. Me ha dicho que apenas come y solo bebe y fuma-

El lechero de los NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora