• CAPÍTULO 5. »Mascota«

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Mis padres adoptivos vuelven a casa a la hora de la cena, por lo que paso el día sola, encerrada en mi habitación.

A veces me cuestiono porque entre tantos adolescentes me escogieron a mí, una chica tan frágil, silenciosa, que no sonríe y tiene una mirada fría. Pero, sin importar qué, siempre estaré sumamente agradecida de que me hayan escogido y sacado de ese maldito orfanato de monjas para darme un acogedor hogar.

El rugido de mi estómago hizo que me levantara de la cama y saliera a la tienda más cercana en busca de unos snack dulces…

De regreso pasé por un cibercafé y la tentación pudo conmigo, entonces entré, pensando:

Unas cuantas partidas no le harán daño a nadie, solo a mis enemigos en Free Fire”.

[…]

Después de perder horriblemente me quité los audífonos y unas carcajadas llamaron mi atención.

¡No puede ser, que pequeño es el mundo!

Ethan estaba a pocos metros de mí, divirtiéndose con sus amigos, Lucas y Marcos, que ahora que lo veía de perfil, entendía que el chico rubio que se había asomado cuando La triple R me estaba casi profanando, era él.

¿Marcos fue quien le avisó a Ethan? ¿Y si así fue, por qué?

Puede que jamás obtenga una respuesta, pero si en verdad lo hizo, le agradezco con el alma, pues no tengo las agallas para decírselo de frente, porque hashtag: #Cobarde.

Decidí escabullirme para salir de allí sin ser vista…

—¡Lo logré! —festejé con unos extraños movimientos de “baile” mi pequeña victoria.

Quizá Ethan era como mi trébol de la suerte y mi vida cambiaría con él rondándola, no lo sé.

Ese pensamiento se esfumó rápidamente cuando después de dar unos pocos pasos, ellos aparecieron frente a mí.

—¡Mírenla, incluso sonríe! —me señaló crispado. Traía su cabello negro largo hasta debajo del lóbulo de su oreja, con sus características ondas rebeldes que no llegaban a ser un bucle. Llevaba el lado derecho desordenado, de un modo fosco, mientras que el otro lado estaba peinado todo hacia atrás pero sin demasiado esfuerzo, como si hubiese pasado el peine una vez y ya, dejando a la vista el grueso piercing negro que decoraba el hélix de su oreja.

Noté también que la mancha de nacimiento que traía en su mejilla zurda parecía más fusca de lo normal, como si allí se pudiese vislumbrar un poco de toda la inmensurable maldad que Rocky poseía en su interior.

Sus furtivos ojos negros parecían buscar venganza, al igual que sus puntiagudas cejas negras delgadas, que apuntaban hacia su pequeña nariz respingada.

El día de hoy vestía casual, un pantalón cargo oversize, Vans negras con la característica  franja blanca y una camiseta también blanca con un extraño estampado.

Además, su delgado cuerpo lucia más intimidante y grande, todo gracias a la enorme chaqueta amarilla, con franjas negras al costado de sus brazos, cierre, y parte del brazo derecho, donde dentro de ese tono tan oscuro había cuadrados blancos y otras dos figuras parecidas a rectángulos.

El muy bastardo tenía un buen estilo. Esos caracteres japoneses impresos en blanco y rojo en algunas partes donde el negro reinaba quedaban genial. Y las cadenas plateadas que colgaban de su cuello lo hacían ver más rudo de lo que ya era.

 Y las cadenas plateadas que colgaban de su cuello lo hacían ver más rudo de lo que ya era

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