• CAPÍTULO 13. »I see humans, but not humanity«

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     Al abrir mis ojos lo primero que se me vino a la cabeza fue Ethan, y una sonrisa amena se formó en mis labios, estaba muy emocionada por verlo. Y por primera vez no temía ir a clases.

Era grandioso.

Decidí levantarme tras sentarme en mi cama y desperezarme…

    Mi primer parada fue el baño, allí lavé mi rostro y cepillé mis dientes.

Mi rutina era siempre la misma, cada mañana solía evadir el reflejo de mi cara recién despierta en el espejo, sin embargo, en esta ocasión tuve el impulso de verme, y al hacerlo sentí la necesidad de agregar color, quería verme bien ante sus ojos pero sin exagerar, ni asemejarme a la vez en que Homero le disparó en el rostro a Marge con su escopeta de maquillaje.

Mi rutina era siempre la misma, cada mañana solía evadir el reflejo de mi cara recién despierta en el espejo, sin embargo, en esta ocasión tuve el impulso de verme, y al hacerlo sentí la necesidad de agregar color, quería verme bien ante sus ojos ...

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      Hoy era el tercer día que pasaríamos juntos.

Busqué entre mis cosas hasta que encontré un labial de un tono rosa muy sutil con pequeños destellos que lo volvían muy delicado y femenino.

Es probable que él ni siquiera lo note.

Resoplé, sintiéndome un poco tonta.

Me hice un parco y delgado eyeliner—mi madre me había enseñado que así se llamaba el matinal delineado que dibujaba en mi párpado móvil, y aunque yo no era mucho del inglés (y aún menos del maquillaje), se me hacía más práctico que decir todo eso—Enchiné un poco mis pestañas para luego ponerle varias capas de rímel, perdiendo la noción del tiempo entre suaves tarareos.

—¡Natasha, apúrate, tu desayuno te espera y casi es hora de irte! —me apuró mi madre desde la cocina.

—¡Ya voy! —respondí terminando de atar mis cordones, tras haberme vestido en menos de un segundo.

Bah, “vestirme”, solo cogí el primer hoodie que se me cruzó por la mirada, lo agregué al uniforme y el resto es historia.

Soy más que rápida, más que veloz, soy un rayo. ¡Ku-chooow! ⚡

     Corrí escaleras abajo con mi mochila lila al hombro.

—¡Uy, sí! ¡Yogurt con cereal, mi preferido!—tomé la cuchara y comí un poco—¡Está delicioso, gracias mamá, pero voy tarde, adiós! —besé su mejilla y ella me detuvo del brazo.

—Detente ahí, aún te sobran tres minutos —sus manos treparon a mis hombros, devolviéndome de reversa a la silla—. Y, ¿acaso te pusiste perfume? —curioseó olisqueándome.

—¿Perfume? ¿Cómo crees? No —negué estúpidamente, propagando el aroma dulce por el ambiente.

—¿Entonces por qué hueles tan bien? —su mirada se estrechó suspicaz, y mi padre rió.

—¿Dices que huelo mal la mayoría de los días? —retruqué con una paripé voz ofendida, y ella me miró con una evanescente mueca de hartazgo.

—Sabes lo que quiero decir —se acercó más y pellizcó mi mejilla, manteniendo doblados el dedo índice y el mayor, apachurrando mi piel.

~𝓕𝓪𝓵𝓵𝓲𝓷𝓰 𝓲𝓷 𝓵𝓸𝓿𝓮 ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora