• CAPÍTULO 10. »Castigo doble«

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—Entonces…Muéstramelo. ¿Puedes hacerlo? —ladeó la cabeza rozando los ápices de nuestras narices, cohibiéndome con su cercanía.

—Sí, pero cierra tus ojos, por favor  —mis manos estaban apoyadas sobre su pecho, y la diestra se había hecho un puño.

—Haría lo que fuera por ti —expuso con una entonación que te camelaba, cerrando sus párpados de un modo demasiado grácil.

¿Eso significa que conseguiría las esferas del dragón si se lo pidiese?

Sacudí mi cabeza para aclarar mi mente, tomándome un momento para observarlo, fijándome primero en sus cejas un tanto delgadas, que se desordenaban apenas llegando cerca de su ceño ahora relajado. Siguiendo con sus delicadas pestañas semirrectas y su nariz triangular que se redondeaba en la punta, la cual constaba de dos pequeños lunares que la volvían única. El primero estaba del lado zurdo, justo a la mitad del puente de su bonita nariz, y el segundo, que era un poco más diminuto que el anterior, se hallaba pintado sobre su orificio nasal derecho.

Continuando con mi aventura por su rostro, me detuve en sus labios entreabiertos, prestando atención a ese sutil lunar centralizado debajo de su labio inferior, imaginando que ese punto fue la referencia que usaron a la hora de dibujar su perfecto rostro, dividiéndolo con exactitud.

No podía negarlo, todo en él me fascinaba, pero los pequeños lunares repartidos por todo su rostro me enloquecían, y provocaban que quisiese besarlos uno por uno, hasta cubrirlos todos. Partiendo desde los dos que estaban en su mejilla, separados de tal forma que si alguien se tomara el tiempo de unirlos formarían una línea recta.

Seguidamente pasaría por el del costado de su mentón, que también está del lado derecho—allí era donde más había—, incluso tenía otro al final del ojo, más específicamente en la zona de la v externa. Pero retomando la idea principal, acabaría besando el de debajo de sus labios, justo antes de volver a probarlos.

     Con delicadeza llevé una de mis manos a su hombro y con la otra acaricié su mejilla, atrayéndolo más cerca de mí

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     Con delicadeza llevé una de mis manos a su hombro y con la otra acaricié su mejilla, atrayéndolo más cerca de mí. Hice puntitas de pie, apoyándome sobre su pecho, entonces sus manos subieron a sostener mi cintura, brindándome el equilibrio necesario.

Llevé mis labios torpemente hacia los suyos, que no tardaron mucho en recibirme con suaves caricias que me deleitaban completamente, estremeciéndome cuando esporádicamente percibía el rose de su lengua. Perdiéndome irrevocablemente en la lentitud con la que sus labios instruían a los míos. Siendo completamente consiente de como reafirmó su agarre en mi cuerpo, ajustándome más al suyo, fornido y acerado, que se mantuvo así aún cuando nuestras bocas se distanciaron segundos después, analizándome con un deje encantado, satisfecho y sosegado.

—¿Ahora entiendes cuál fue el segundo motivo que me diste para sonreír? —mis dedos jugaban con el sedoso cabello de su nuca, mientras me embriagaba un poco más al inhalar su deliciosa fragancia.

~𝓕𝓪𝓵𝓵𝓲𝓷𝓰 𝓲𝓷 𝓵𝓸𝓿𝓮 ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora