• CAPÍTULO 4. »Ego recargado«

111 14 2
                                    

¿Darme motivos para sonreír? ¿Bajar mis barreras de seguridad?

Estaba abstraída, repitiendo y analizando lo que él me acababa de decir.

—Pues…y-yo…—¡Oh, vamos, ya no lo pienses tanto! Te estoy proponiendo risas, no robar un banco y asesinar policías.

—Aunque eso suena muy interesante —sonreí bromeando.

—¿Eh, dices que quieres robar un banco? ¡Estás loca, es imposible! Somos muy jóvenes para ir a prisión. Además, el mundo necesita seguir viendo a este majestuoso galán que tienes frente a ti —se señaló a él mismo.

—Estoy segura que el 90% de las personas también quisieran hacerlo, todos ansían esos billetes que sus bodegas guardan. Y lo de tu galantería, no es problema, de seguro encontrarían otro a quién admirar —me encogí de hombros.

Su propuesta parecía benévola pero me costaba creerlo, todo estaba ocurriendo tan de prisa que se sentía como estar caminando sobre una fina capa de hielo, que no sabes si al próximo paso se podría derrumbar y estamparte de lleno con la cruda realidad.

Ethan no es el tipo de chico que se fijaría en una retraída como yo, y esa es otra de las razones por la que me cuesta creer en sus buenas intenciones. No lo sé, es como si escondiese algo; una segunda intensión malévola.

—Parece como si intentases destruir mi autoestima, pero lo dejaré pasar porque ya no quiero que hables de otras cosas…Mejor, céntrate y respóndeme, ¿aceptarás? —susurró parándose frente a mí, observando con atención mis apenados ojos, como si en ellos estaría la respuesta que tanto me estaba tardando en dar.

Una extraña sensación invadió mi estómago, quizá así es como se siente el famoso kilig: “sensación de mariposas en el estómago, al ver o estar con la persona que te atrae”.

De pronto se inclinó y besó mi mejilla, acariciando la otra suavemente—Responde —insistió, rozando mis labios con su cálido aliento, que era una armoniosa mezcla entre el humo del tabaco y la refrescante menta, que se fusionaban a la perfección con su fragancia masculina.

¡¿Cerebro, sigues recibiendo oxígeno, por qué no reaccionas?!

¡Demonios, olvidé cómo respirar!

Estaba sofocada, tenía tanto calor que sentía como si alguien hubiese dejado las puertas del infierno abiertas, justo debajo de mí.

—L-lo pensaré, quizá mañana pueda responderte —titubee, y cuando estaba a punto de traspasar el umbral de la puerta...

—¡Espera, niña indecisa! —otra vez me había detenido del brazo—¿Qué tal si me das tu número? Así podré llamarte y saber si ya tomaste una buena decisión —su sonrisa traviesa iluminó su rostro.

—No lo creo —fui tajante, me alejé de él y a paso rápido corrí a la salida.

Una vez fuera de la escuela tomé aire y emprendí mi caminata de regreso a casa.

En principio creí que me seguiría pero no lo hizo, causando un repentino desaliento que me llevó a sumirme en lo más profundo de mis pensamientos, que me llevaron a analizar su comportamiento, que de normal no tenia nada.

Nosotros llevamos años en las mismas clases y jamás notó mi existencia...

Entonces, ¿por qué hacerlo ahora? ¿Por qué de un día a otro parece tan interesado en mí, y se comporta tan lindo conmigo, justo después de ese fortuito encuentro? Al que sin dudas agradezco que haya asistido, pero…¿qué es lo que lo llevó a cambiar tanto, y lo más importante aún, qué es lo que lo llevó a defenderme?

Ah, Ethan Jones…Sin dudas eres un atractivo enigma, el cual no sé si quiero descifrar o perderme en él.

Oye, linda…” Recordar sus labios pronunciando esas palabras, refiriéndose a mí, aún acelera mi corazón, al igual que recordar ese: “… ¿No te parece, linda?” Mientras llevaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja…

¡Por Entei, se sintió tan irreal!

¿Y cómo olvidar ese cálido beso en mi mejilla, acompañado de esa suave caricia? ¡Dioos, me emociona de solo recordarlo…!

Unos minutos después ya estaba frente a la puerta de mi hogar, entonces solté un suspiro risueño, a la vez que sonreía, mientras buscaba mis llaves.

—Con que aquí vives, no estás tan lejos de la escuela —sonrió haciéndome sobresaltar.

¡¿Q-qué demonios hace él aquí?!

Giré a verlo con mis ojos pasmados.

—Ey, ¿por qué me estás viendo así? ¿Es que no te diste cuenta que todo este tiempo iba detrás de ti? —al parecer su pregunta fue retórica, porque siguió hablando como si se hubiese contestado el mismo—Deberías prestar más atención, alguien podría secuestrarte fácilmente y ni siquiera lo notarías.

—¡¿Dime, porqué demonios me seguiste, Ethan?! —llevé las manos como jarra a mi cintura, muy molesta, ignorando por completo sus recientes palabras.

—Sentía curiosidad. Y sabía que si te preguntaba dónde vivías, te negarías a decirme como cuando hace rato te pedí tu número —explicó con candor, encogiéndose de hombros, soltando una risilla al final.

—¿Si te das cuenta que te ves como todo un psicópata, no?

Ethan soltó una sonora carcajada que me enterneció por completo, parecía un pequeño de cinco años riendo con tanta efusividad mientras aplaudía—Ey, eso es demasiado. Pero ve el lado positivo, al menos soy un psicópata muy sexy, agradécelo —bromeó guiñándome el ojo.

—Sin dudas —voceé en automático y me arrepentí al instante.

¡Ay, por Lucifer! ¿Qué acabo de decir?

Me lamenté mentalmente, deseando cortarme mi incauta lengua.

—Sabía que tendrías buen gusto —se jactó guiñándome el ojo.

—Pero, n-no…—¡Shh, cállate! Ni siquiera intentes excusarte, eso salió directo de tu subconsciente, por lo que es la única verdad. Ahora me iré, adiós, Natasha —me saludó sacudiendo su mano, para luego marcharse con aires de grandeza y su ego recargado, dejándome con la palabra en la boca.

~~~♡~~~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

~~~♡~~~

~𝓕𝓪𝓵𝓵𝓲𝓷𝓰 𝓲𝓷 𝓵𝓸𝓿𝓮 ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora