• CAPÍTULO 7. »Hulk, piernas de jamón«

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Tiempo después, ellos se encargaron de devolver los artículos a sus respectivas dueñas y, aunque en un principio me negué, ellos insistieron en acompañarme a casa. Así que, henos aquí, caminando los cuatro juntos: Yo al lado de Ethan por la acera. Y al otro costado suyo, Marcos junto a Lucas.

—Oh, vamos amigo, cuéntale sobre ese indigente con peluca amarilla que quería comerte tus piernas porque decía que eran un par de jamones —se carcajeó el rubio, cambiando de lugar con Lucas para estar lejos del alcance del brazo de Ethan cuando este último le lanzara un zape, que finalmente no logró atinarle.

—Esa historia es de mis favoritas —negó entre risas el castaño de hoodie rojo, peinando el fleco que recaía en la mitad de su frente hacia atrás.

—No lo haré. ¿Por qué mejor no le contamos la vez que intentaste secuestrar un michi de la puerta de la casa de una anciana, pero ella te descubrió infraganti y te persiguió en su silla de ruedas durante dos cuadras con su escoba, eh, Marc? Ha que es muy divertido.

Tanto el rubio como el castaño estallaron en carcajadas, al igual que yo, que en otro momento hubiera intentado reprimirme ya que no pertenecía a su grupo y se sentiría extraño.

No obstante, descubrí que era todo lo contrario, cuando Ethan se voltea y sonríe con suficiencia tras verme reír con tantas ganas.

En ese momento sentí que era la primera vez que conocía realmente sus personalidades, porque pese a que llevamos años compartiendo las mismas clases, recesos y cafetería, jamás los había escuchado ser tan auténticos como ahora. Dado a que siempre estaban en ese mood de “chicos superiores e inalcanzables”, mostrando muy, pero muy—en serio, muy—, esporádicamente este divertido lado.

—¡Wo-ah! Ese día creí que moriría si llegaba a alcanzarme —comentó secando las lágrimas que se le habían filtrado de tanto reír.

—Y lo habría hecho, si el gatito no se hubiese asustado y saltado a su rostro, provocando que se le cayera la dentadura —remató Lucas, igual de tentado que el rubio, llegando a quedarse sin aire de tanto reír.

Cuando nuestras carcajadas por fin cesaron, solté un suspiro de satisfacción, ya que reír de esa manera se había sentido muy bien.

  Unas cuadras después llegamos a la puerta de mi casa, y cuando estuve a punto de despedirme…

—¡Hija! —esa era mi efusiva madre, quien había abierto la puerta de par en par.

—¡Por fin llegaste! —completó la frase mi padre, apareciendo detrás de ella.

—Sí…y-yo… —mordí mi labio inferior agobiada.

—¿Quiénes son tus amigos? —quiso saber, ocupando el papel de madre fisgona.

—Yo soy Marcos…Hola, papás de Natasha —hizo una extraña reverencia, llevándose el brazo diestro de manera estirada a la mitad de su torso, y el zurdo lo dobló en dirección a su espalda baja, al igual que lo haría un caballero real, emocionándola demás.

—¿¡Ya viste que buenos modales, cariño!? —resaltó cubriendo parte de su sonrisa con una de sus manos de dedos perfectamente delgados y uñas esmaltadas, codeando a mi padre.

—Claro que sí, me siento como de la realeza —objetó sonriendo con igual entusiasmo.

—Yo soy Lucas, buenas noches, familia Clare —les sonrió con galantería, besando la mano de mi madre, y seguidamente, estrechando su diestra a la de mi padre.

~𝓕𝓪𝓵𝓵𝓲𝓷𝓰 𝓲𝓷 𝓵𝓸𝓿𝓮 ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora