One Shots | Death Note

11 •Near•

Right where you left me (AU)

Dejaste delicadamente el sobre sobre la mesa, para tomar tu taza de café en su lugar. Bebiste lo que restaba de tu café y miraste de nuevo aquel sobre, animándote a por fin abrirlo.

Te sentaste en el sillón leyendo el papel en tus manos, sabiendo muy bien de lo que se trataba. Era la invitación a una boda.

Tu amigo Lawliet al fin se había decidido a pedirle matrimonio a su novia, y tú no podías estar más contenta por ellos, y completamente segura de que serían felices por siempre. El problema no eran los novios, el problema eran los invitados a aquella boda, uno en particular.

Tú sabías que sin lugar a dudas, Nate River estaría ahí.

Ya habían pasado más de tres años desde que lo viste por última vez, en aquel restaurante al que insistías en volver aún de vez en cuando, solo para ver si lograbas encontrarlo ahí de casualidad.

A pesar del tiempo transcurrido, tu jamás habías perdido la esperanza de que un buen día, él llamaría a tu puerta o iría a encontrarse contigo en el restaurante. Lo cierto, es que eso nunca pasaba.

Ahora, ante ti, en esa invitación se encontraba la posibilidad más grande que habías tenido de reencontrarte con Nate. El simple pensamiento de volver a ver sus ojos grises y escuchar su voz, aceleraba tu corazón de una forma increíble.

*

—No sé qué vestido sea mejor usar —le dices indecisa a tu mejor amiga. —Estoy completamente ansiosa por volver a verlo, siento que cuando lo vea voy a estallar.

—Amiga, tranquila —tu mejor amiga rió y tomó tu brazo. —Ha pasado mucho tiempo, quizá él no reaccione como esperas.

—Yo... Yo creo que él aún puede quererme, lo que tuvimos fue real, él me amaba y cuando me vea, se dará cuenta que nada ha cambiado entre nosotros.

—Espero que no te equivoques, pero quizá ya deberías seguir adelante, han pasado ya algunos años, probablemente él siguió adelante.

—No, eso no es posible, nosotros nos amábamos tanto —te negaste, convencida de que aún podrías recuperar lo que una vez tuviste con Nate.

*

El día de la boda llegó y por más que intentabas mirar al frente y prestar atención a la ceremonia, no hacias más que mirar hacia atrás esperando a que él llegara. Sin embargo, el peliblanco llegó un poco más tarde, cuando tus esperanzas de verlo casi se habían desvanecido.

Ahí estaba él, con su camisa blanca y su pantalón negro al igual que su corbata, su cabello blanco tal y como lo recordabas. El tiempo no parecía haber pasado por él como tampoco había pasado por ti.

Cuando sus miradas se encontraron, él se tensó, pero tú sonreíste levemente, conteniendo tu emoción tanto como fuera posible. Al fin estabas frente a él, al fin podrías decirle todo lo que sentías, lo mucho que lo extrañabas; podrías hablarle sobre todas las noches en que te dormías imaginando que él seguía a tu lado tal y como alguna vez fue.

Caminaste en dirección a Nate, mientras él caminaba en la dirección contraria, saliendo al jardín de aquel lugar. Aceleraste tu paso para alcanzarlo, logrando tomar su brazo cuando estaban lo suficientemente apartados como para hablar sin que nadie más escuchara.