Un like cabón? No para contesar sirvez

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Doy una vuelta sobre la cama por octava vez, levanto el móvil nuevamente, 4:17, le doy la vuelta a la pantalla frustrado. Ya son tres veces las que esa pantalla que ha iluminado sin que la hora que indica haya cambiado. Empiezo a pensar que quizás se haya roto, después me doy un golpe mental, es evidente que no.

Cierros los ojos, en nuevo intento de conciliar el sueño, pero mi mente tiene otros planes para mí.
"Los borrachos no mienten" esa frase vuelve a pasar por mi mente, junto con el recuerdo de aquel beso fugaz, que se ven tan lejano y sabe a tan poco tras la semana, ya transcurrida, desde aquel encuentro.
Ninguno de los dos volvimos a cruzar palabra, ni mucho menos, rozarnos. Vivimos alguna mirada efímera, llena de miles de sentimientos que nos pedían a ambos tiempo para entendernos, pero, ¿cuánto?

Muevo la cabeza en un intento de desnublarla, intento que evidentemente queda en vano, por lo que me levanto, cojo el móvil, las llaves y salgo a la fría corriente de la calle a despejarme.

Es viernes, día de fiesta para algunos, y las calles del pueblo lo notan. No hay adolescentes dicharacheros por ellas, ni grupitos en los parques, la inmensa mayoría han salido a la capital, en busca de marcha. ¿Ella habrá salido?
Inconscientemente abro el móvil, en busca de respuestas, y me adentro en Instagram. Para cuando quiero ser consciente una historia suya apetece ante mis ojos. Lucho conmigo mismo por no entrar, mi mente debate contra mis ganas  de querer verla, aunque en una foto sea. La fuerza de voluntad flaquea en su intento, y una foto de ella es lo que me descubre la historia. Posa frente al espejo, con un conjunto compuesto por; un top de redecilla, a excepción de un trozo, de lo que parece cuero sintético, que imita la forma de un sujetador; y una falda negra, de tela fina, que se ajusta a la perfección a su figura, de una largaria que deja poco margen de imaginación; ambos de color negro. Combina esto con unas botas al estilo Dr. Martens, como ya acostumbra a llevar, y dos trencitas complementadas con anillas, junto a su lacio y planchado pelo.

Pierdo la cuenta de las veces que he revisado la foto, viendo a cada vez más detalles.
Esta claro que sí, ella está noche disfrutará de una buena fiesta.

Apago el móvil, con la frustración aún más elevada. Quiero contestarle, decirle lo guapa que va, que lo pase bien, y que si necesita chófer lo tiene. Quiero dejar de tenerle pánico a esto que está surgiendo, pero miles de dudas me dejan siempre a filo de hacer las cosas.

De vuelva a casa, reviso la foto unas tantas veces más, y sin ser consciente doy un like en una de ellas. Preferiría que la tierra me tragase, pero al ver que esa idea se me imposibilita decido tumbarme en mi cama una vez llegado a casa, y mirar al techo un rato más.
Morfeo se apodera de mi, al fin, y caigo en un sueño profundo.

Los rayos de luz que entran por mi ventana me deslumbran, haciendo que me despierte. Lanzo mi almohada contra la ventana, maldiciendome por no haber cerrado la persiana anteriormente.
Entre las sábanas busco mi móvil, pues soy consciente que volverme a dormir no es una posibilidad. Lo encuentro, pero no soy capaz de fijarme en la hora, es una notificación la que se lleva toda mi atención.

"@ruslaanaaa_ te ha enviado un mensaje: Un like cabón? No para contesar sirvez"

Me es imposible no reírme ante la notable cantidad de alcohol que recorría sus venas hace tan solo unas horas. Aún sin estar bien escrito descifro, fácilmente, que no ha sido de su agrado mi aparición escueta de anoche.
Dudo varios minutos si contestarle, probablemente solo fuera por el alcohol en sangre, pero, ¿pierdo algo?

"Buenos días a ti también, ¿que tal la semana? la mía súper, gracias por preguntar."

Decido picarle, y con miedo dejo el móvil apartado durante toda la mañana. Una mañana en la que me decido a salir a tomar el vermú' con mis amigos, charlando sobre la vida.
Y llegados a la tarde, decido volver a casa y encerrarme en la habitación a componer, sin estímulos externos. Las letras salen solas, y para cuando quiero darme cuenta, varias canciones asoman con el nombre de una ojimarron de pelo color mandarina.
Las horas componiendo pasan volando, y llegadas las 21h me siento cansando. Cojo el móvil, que incluso temía haber perdido, tras todo el día sin él.
En mi bandeja de entrada se muestran varios mensajes, pero decido fijarme tan solo en el que me importa. Vaya, creo que he escupido mirando al cielo, pienso al ver el efecto rebote que ha tenido mi mensaje, me río interiormente. Si quiere guerra, la tendrá, pienso antes de responder su mensaje.

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Holas lectorcillos, ¿qué tal al otro lado de las pantallas?

He decidido romper la pared que nos separaba, cosa a la que no acostumbro, para explicaros el porque de mi inactividad.

He tenido una especie de bloqueo escritor. Este mismo capítulo que leéis, ha tenido una extensa lista de diferentes opciones. Finalmente me he decantado por esta, aún sin conocerme al 100%, puesto que debía salir del bloqueo de alguna manera.
Espero que no tuvieras las expectativas demasiado altas con él.

Si no es mucha molestia, me ayudaría mucho saber vuestras opiniones sobre el fanfic, tanto buenas como malas, puesto que estoy aprendiendo y me queda mucho por perfeccionar. Me sería de gran ayuda, ¡gracias!

Madrid nos guardó el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora