Narra Ruslana
Omar quita sutilmente las manos de mis ojos, la leve negrura que queda tras haber estado en la oscuridad por un corto perdido de tiempo no me impide ver cómo el anaranjado color que deja el sol al caer se fusiona con el rosa que crean la unión de colores y ese azul grisáceo que queda tras la caída del sol.
Mis ojos quedan clavados en la infinitud que hace parecer Madrid desde el punto en el que nos encontramos.
Largas hileras de edificaciones llenan el lugar, y lejos de hacerlo sentir frío y abrumante, desde arriba, se ve acogedor.
La gente se asemeja a hormigas que corren de un lado para otro, el claxon de los coches suena sin cesar ¿Pensarán que así aceleran su llegada a casa? O quizás simplemente necesitas deshacer el nudo que les aprieta la garganta, tras un duro día en la capital.
Aún con todo eso, el color anaranjado que ya deja poco rastro, hace ver aquella gran ciudad como el sitio más acogedor del mundo.Unas manos se posan en mis caderas y, con sutileza, tiran de mi hacia abajo, donde quedó sentada entre las piernas del moreno, que me mantiene entre ellas y en quién apoyo tanto la espalda como la cabeza.
El césped verde roza suave la piel de mis piernas y la palma de mis manos, el tacto es suave y reconfortante.
Lo acaricio con delicadeza, hasta que mis manos topan con otro suave tacto, aunque esta vez, de trata de las manos del moreno, que sostienen el cuerpo de ambos.La caída del sol ya ha dejado de ser protagonista, pero ninguno de ambos se inmuta.
Mi mirada se dirige sus manos, el ambiente permite que, por primera vez, pueda deleitarme en ellas.La piel es suave, tersa, tanto que las mías deslizan con una facilidad digna de admirar.
Tras deslizar mis dedos palpando cada límite de la piel que forma sus manos, titubeo subiendo por su brazo, de musculatura marcada.
El tiempo que lleva sosteniendo ambos cuerpos deja ver pequeño indicios de venas remarcando su piel.
Una chispa recorre a ambos en uno de las caricias, haciéndolos conscientes de la intimidad del momento.
Esto, fuera de romperlo, lo crea más íntimos.Omar, por su parte, se recuesta poco a poco apoyando su espalda en el césped, por consecuencia, mi cuerpo cae junto al suyo, con suma delicadeza.
En un suave movimiento me coloco en el hueco que deja entre su torso y su brazo, y apoyo la cabeza en su pecho.
Los latidos de su corazón retumban en mi cabeza, es una sensación agradable a la que podría acostumarme. Mi cuerpo libera cualquier tensión acumulada, mi mente solo puede tener el cuenta cada latido que da el corazón de Omar, no los cuento, pero tampoco pierdo el compás de ellos.
Sus manos acarician mi pelo con delicadeza, dejando su aroma en cada mechón que roza.
Las estrellas cubren el momentos, dándole el toque de intimidad final.-Es tarde ru-. pero no dejo que termine y junto nuestros labios en un corto beso. Nuestros labios se rozan, se conocen, aún sabiendo que ya se han probado antes, está vez, tan solo se aprenden entre ellos. Aprenden el tacto, el sabor y la forma de besar.
Sus labios son ásperos, pero la dulzura con la que me besa, deja atrás esa sequedad.
Es un beso envolvente, cálido.Nuestros labios se dejan ir para dar paso a la unión de nuestras frentes, quizás es pronto para la intensidad que se ha creado, pero ambos dejamos que sean nuestros corazones los responsables de manejar la situación.
El ambiente acaba un rato después, ambos tomamos camino a casa, él me acompaña hasta mi portal y se despide de mi con un corto beso en los labios, sin necesidad de más.
Subo a mi piso, mi hermana ya duerme así que con cautela me adentro en mi habitación y me preparo para tomar la cama como compañera.
Miro al techo, un pequeño hormiguero recorre aún mis labios, mis manos e incluso la cavidad de mi pecho.
Siento el estómago revuelto, nervioso.
Con las puntas de los dedos aún puedo notar el suave tacto se su piel, como si no hubiésemos roto el contacto.
Mi labios aún pueden notar las grietas de los suyos por la falta de cuidados que necesitan.
Y mis fosas nasales son capaces de retener su olor entre ellas y acunarlo entre las paredes de esta, para así, quedarselo por un rato más.Mis ojos cansado luchan por mantenerse abiertos, e incluso comienzan a escocer, pero aún resiste abiertos.
El móvil hace vibrar el colchón y con ansia lo agarro entre mis manos.
"Buenas noches Rus." Sonrió de manera atontada al leer el mensaje y suspiro ¿Saldré bien de esta? Me pregunto a mi misma, y aunque no confío en que sea así, el pecho ya trabaja de manera más rápida, el estómago se me ha revuelto y la sonrisa se me ha ensanchado.
No importa si saldré bien, pues ya estoy dentro, no hay vuelta atrás."Buenas noches Omar." Suspiro y envío el mensaje.
El click del botón suena y me quedo completamente a oscuras.
Las telas no tienen un tacto tan suave como el de su piel, ni emanan el mismo calor, tampoco tiene su dulce olor, pero acomodo mi cuerpo entre ellas y respiro con profundidad una última vez, aún puedo notar un ligero aroma a Omar, y sonrió.
¿El también pensará en mi antes de dormir? Me pregunto antes de cerrar mis ojos y dejarme llevar por morfeo, en un último suspiro de amor.
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Madrid nos guardó el secreto
FanfictionEntre notas y canciones, sus ojos marrones se hicieron un hueco innegable en mi, y Madrid nos guardó el secreto.