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🐢

MORDIDA.

El departamento de Hoseok consistía en una sola pieza que englobaba comedor, cocina y cuarto; conformado por la mesa, un par de sillas, una parrilla eléctrica, un viejo refrigerador y una cama individual, un pequeño closet y una pequeña puerta que dirigía a un aún más pequeño baño.

—¿Quieres té de manzanilla o de hierbabuena? —inquirió Hoseok con calma, dándole la espalda a YoonGi, quien reposaba en una de las dos sillas.

Llevaba un desgastado pantalón de mezclilla negra varias tallas más grande, y una simple camiseta blanca bajo el suéter gris. A pesar de la apariencia desgastada de su ropa, olía a fresas y detergente barato.

YoonGi no pudo evitar recorrerlo con la mirada, sintiéndose algo acalorado.

—Lo que sea está bien —respondió el alfa, haciendo un ademán con la mano—. Ambos deben saber fatal.

Hoseok permaneció en silencio unos instantes antes de aclararse la garganta y vertir el agua caliente en la taza.

Pese a la simpleza de su apartamento, todo estaba pulcramente limpio y organizado. Las sábanas blancas sobre la cama lucían impecables, la ropa estaba cuidadosamente doblada, y había un aroma a aromatizante floral en el aire.

—Disculpa —musitó, dejando la bebida en la mesa—. Es lo único que tengo.

Cuando tomó asiento en la silla frente a él, YoonGi pudo ver más de cerca su nariz ligeramente enrojecida, las ojeras bajo sus ojos y su tez enfermiza.

Se veía muchísimo más delgado que la última vez que lo había visto, con el cabello ahora teñido de negro y los ojos hinchados de tanto llorar.

—Por lo visto no te está yendo bien —le dijo YoonGi, escrutando detenidamente su rostro con un sentimiento extraño en la boca del estómago.

Si bien, estaba demacrado y parecía cansado, aún conservaba los mismos rasgos angelicales que habían captado la atención de YoonGi. Esa mirada inocente, esos labios delicados y una muy pequeña naricita respingona. Todo en él era tan bonito que YoonGi se vio incapaz de dejar de mirarlo.

Hoseok apretó los labios y por primera vez en mucho tiempo lo miró directo a los ojos.

Algo dentro de YoonGi se encendió, como una señal de alerta. Sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, y tuvo que obligarse a apartar la mirada.

Recordó entonces su mirada lasciva cuando estaba siendo penetrado por él, cómo se mordía los labios mientras lo miraba directo a los ojos. Recordó cómo su cejas se arqueaban, cómo su cuerpo se contraía y sus labios se abrían para soltar pequeños gemidos cuando YoonGi daba en ese punto, aferrándose a la almohada de manera errática.

—¿Has perdido peso? —Yoon continuó hablando mientras daba un trago al té, en un intento de ocultar su nerviosismo y el notable bulto en sus pantalones.

—Las náuseas matutinas no me han permitido comer como debería —Hoseok respondió simplemente, llevándose una mano al estómago—. Tú tampoco te ves nada bien.

YoonGi se tensó, y en un intento de lucir relajado, dejó la taza sobre la mesa de manera errática y se puso de pie. Muy en el fondo de su corazón, se alegraba de que el embarazo de Hoseok no hubiera tenido complicaciones.

INFÉRTIL ( 솝 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora