INFÉRTIL ( 솝 )

09

🐢

PERTENECER.

YoonGi no pudo evitar fruncir el ceño cuando escuchó las palabras de Nam.

Había podido dormir mejor la última semana, desde que Hoseok había aceptado vivir bajo su supervisión; su piel se veía menos opaca y había recuperado un poco de peso al estar comiendo bien nuevamente. Sin embargo, aún conservaba su mal humor y su personalidad arrogante.

—¿Para qué quiere trabajar? —inquirió con suspicacia—. Dile que planeo darle todo lo que me pida así que no hace falta. Su embarazo es delicado, no debe estar bajo ningún tipo de estrés o presión.

No había visto a Hoseok desde su acuerdo, pero sabía que estaba bien. Estaba yendo con un maternologo especializado y pronto cumpliría cinco meses.

Ya se había revelado el género del bebé, sin embargo, YoonGi no quiso saberlo ni siquiera cuando Namjoon fue a contarle.

No quería saber nada de ese bebé.

—Dijo que planea pagarte —fue la respuesta del otro alfa, mientras se encogía de hombros—. Además dijo que quería trabajar para comprar algunas cosas para su amigo, el que está a punto de entrar a la universidad.

El alfa de ojos gatunos se sintió irritado.

—Que trabaje su amigo entonces.

—Dijiste que te encargarías de su educación, era una de las condiciones.

—Eso es una estupidez —contestó YoonGi, enfocando su atención otra vez en los documentos en su escritorio—. Entonces lleva a su amigo que escoja lo que necesite para su escuela.

—Creo que puede hacerlo uno de tus hombres —se excusó Nam, con notoria incomodidad.

YoonGi lo miró con una ceja alzada, mientras rozaba sus labios con la tapa de la pluma.

—Me gustaría que fueras tú —expresó—. Te pagaré el favor.

—¿Hay algún motivo en especial?

—En realidad sí —confesó el mayor de los dos, sacando su tarjeta de crédito de la cartera—. Me gustaría que compraras un teléfono nuevo para esos dos omegas.

Namjoon alzó una ceja.

—¿Están descompuestos?

—Quiero deshacerme de los contactos de Hoseok. Que nadie tenga su número, y que él mismo no tenga el número de nadie más —respondió con desinterés, al tiempo que dejaba la tarjeta negra sobre el escritorio y volvía a tomar los papeles.

—No puedes aislarlo de sus conocidos.

Ante esta rápida respuesta, YoonGi lo miró con severidad.

—¿Quién dice que no?

—¿Crees que aceptará tan fácilmente?

—Tendrá que —dijo fríamente, apretando los dientes—. Ya lo pensé, voy a contratar gente para que vigilen fuera del apartamento. Nadie sale y nadie entra de ese lugar a excepción de ese tal Park Jimin y un médico que revise al bebé. Debe ser un omega también.