♡Con tan pocos años♡ †LeoPika†

The end...

¿Esto era lo que debía pasar?

Una pesadilla continua... una vida por una vida.

Lía por Kurapika.

Fui devuelta a la realidad gracias a un leve empujón tras mío, una de mis compañeras doctoras me indicaba que era mi turno, sin dejar de mirar la foto de la chica tomamos asiento delante de para mostrar nuestras condolencias. Tres días habían pasado desde su fallecimiento.

Una vez listo y despedido de ella tome asiento en un lugar lejano a su ataúd, mirando hacia los lados podía darme cuenta de que era poca las personas cercanas a ella como doctores y enfermeras del hospital, y de familiar solo su madre se mantenía a un lado recibiendo el apoyo financiero, su padre ya había fallecido y era hija única.

La ceremonia había sido en casa de su madre por lo tanto Kurapika no había podido acompañarme debido a que no habíamos conseguido el permiso necesario, más tarde iría a verle para contarle sobre el funeral. La ceremonia finalizo dando paso a una fría noche de invierno, aunque mi internado había terminado muchas de mis cosas seguían en el hospital, con ese pretexto conduje ahogando mis lamentos en mi garganta.

Como era de esperarse nadie se encontraba despierto, exceptuando a los guardias nocturnos y por supuesto a mi bello ángel que me esperaba con suma tristeza en su dormitorio, al vernos sobraron las palabras y unos pequeños brazos alrededor de mi cuello fueron suficientes para hacerme quebrar, logrando llorar hasta caer dormido junto a él en su cama.

La mañana llego y con ello mi despedida, antes de subir al coche he ir en búsqueda de mi madre los guardias me tomaron por sorpresa con la noticia de que habían capturado a la asesina o mas bien asesino, el antiguo jefe de psiquiatría, su declaración había dejado en claro que iba tras mío al saber el día de mi partida, ninguna noticia respecto a Machi.

Kurapika se encontraba en la entrada del hospital al lado de Gon y Killua despidiéndome con una pequeña sonrisa, sosteniendo entre sus brazos el álbum de fotos que le había regalado, era la escena que tanto esperaba mi corazón, pero el sabor amargo de la muerte de mi amiga no desaparecía, dándoles abrazos a los menores les dije adiós, mi ángel esperaba un abrazo pero sin evitarlo y ante su sorpresa lo tome levantándolo dando vueltas para dejar un pequeño beso sobre sus labios ante la mirada del personal del hospital, nadie decía nada pero aquellos cercanos a mi podían deducir desde hace meses sobre nosotros.

Su sonrisa se intensifico al escuchar que volvería por él, promesa que por fin podría cumplir, una vida juntos me llenaba de mucha felicidad y anhelo, ¿Cómo sería? ¿Dónde vivirían? ¿Adoptar un niño estaría bien? Y como un balde de agua fría cayo en mi los recuerdos de Lía cargando a Allen haciéndome sentir un monstruo ante esos pensamientos de sustituir una vida por otra, ¿Acaso no estaba bien? Después de todo la vida le había dado una segunda oportunidad.

El camino al hospital me hizo sentir miserable, pero esperaba que esa nueva vida le ayudara a olvidar todo junto al trabajo que se venia en el lugar de mis sueños.

No, no era correcto.

Y así fue, el tiempo fluyo tan lento que era sumamente disfrutable, mi trabajo cada vez era más reconocido abriéndome la puerta a un sinfín de oportunidades laborales aun estando en mi residencia, los trabajos llegaban y cada vez era mas tomado en cuenta en algunas decisiones sobre los pacientes, estrés acumulado que se iba al ver a mi dulce prometido.

Kurapika había avanzado en sus terapias dejando cada vez mas de lado sus ideas de suicidio, las lesiones en su brazo ya no iban en aumento y a pesar de que aun muchos doctores y guardias le descuidaban o trataban mal él siempre se defendía importándole cada vez menos, era mucho mas fuerte del chico que conocí al inicio. Un año después de mi salida fue dado de alta con la condición de que siguiera yendo a terapias y tomase sus antidepresivos, cosa de la que orgulloso me encargaba recordándolo o llevándolo al hospital.