Me planté enfrente de él, no le tenía miedo, solo que hacía tiempo que no le hablaba, solo eso.Hay que admitir que estaba nerviosa.
La uña de mi dedo índice se encontraba rascando de forma efusiva el costado de mi dedo pulgar, extraña forma que tenía para manifestar que estaba nerviosa.
Si seguía haciendo eso me saldría sangre, y nadie querría eso.
Y menos Alexandra, una chica de mi clase, que cada vez que veía sangre se desmayaba.
La pobre lo pasó fatal en las prácticas de laboratorio, cuando investigamos un corazón de cordero.
Dejé de recordar aquellas clases para centrarme en la situación.
Él estaba sentado mientras tranquilamente escuchaba música cuando yo me paré enfrente suya y se quitó uno de los auriculares.
Yo, al contrario estaba de pie en el pasillo del autobús, con la mochila en uno de mis hombros y sujetando mi almohada con el brazo que tenía libre.
-Hombre, Johnson, cuanto tiempo- dijo tranquilamente, aunque no me esperaba que me fuese a mirar a los ojos de esa forma tan directa.
-No es hora de explicaciones, lo único que quiero hacer ahora es dormir, - dije ya cansada, no tenía ganas de hablar con él y menos de tener que compartir un viaje de 6 horas con él, habrá sido el karma, ¿qué habré hecho yo? - y si me dejases sentarme no estaría mal. -señalé el asiento libre al lado de la ventana ya que él estaba sentado en el que daba al estrecho pasillo del autobús.
-Me estás jodiendo, ¿no? - después de que él dijese eso de mala gana, yo levanté una de mis cejas. - ahora que había cogido postura vienes tu y me tengo que levantar, las llevas claras bonita, salta por encima, que no sería la primera vez que hemos estado tan pegados. - cuando terminó de hablar soltó una pequeña risa un poco arrogante.
Entonces me acordé, cuando teníamos diez años, íbamos a la casa de la señora Gallagher cuando ella no estaba, una mujer de unos sesenta años, soltera y con 8 gatos.
Nos colábamos en un casa por su patio trasero que se comunicaba con el mío al igual que con el de Michael.
Íbamos a jugar con sus preciados gatos y a robarles galletas mientras pasábamos la tarde, pero un día la señora Gallagher llegó antes de lo previsto y nos tuvimos que esconder en un armario donde el espacio era tan reducido que el aliento de Michael chocaba con mi cara.
En ese momento pensé que él sería mi primer beso por la sonrisa de inocencia que me mostró, pero me equivoqué.
Mi dignidad no me dejaba pasar por encima de él de esa forma, así que fui a los asientos de detrás nuestro que estaban libres y de ahí salté al mío cual atleta olímpico; casi me caigo cuando pase una de mis piernas, ahí lo dejo todo.
La gente empezó a entrar al autobús, de forma que ya estábamos allí los dos cursos al completo, y con ellos también llegó el sonido de la gente al hablar, algún teléfono con música y algún que otro gritando.
Mi solución fue acomodar mi almohada,de forma que yo quedaba en posición fetal y conectar los auriculares en mi teléfono para escuchar música.
Y no se en qué momento me dormí, sintiendo la mano de Michael hacer círculos sobre mi rodilla.
arriba foto de jenna aka jenna mdougall