Después de aquel beso el se fue, como hoja que arrastra el viento, rápidamente y en silencio, dejándome sola en aquellos baños.
Salí de allí en busca de Jenna, no le iba a contar, pero necesitaba compañía humana en estos momentos.
Además que el estómago me rugía tal león africano, y no quería desayunar sola y en silencio.
La media hora de parada terminó y uno de los profesores nos avisó de que fuésemos yendo hacia el autobús.
Gracias a Zeus que Michael no estaba allí cuando subí.
Me puse los cascos, con el volumen de mi teléfono al máximo y me acomodé con mi almohada, quedando apoyada en el frío cristal, pero a la vez con mi cabeza sobre esta.
Cuando él llegó a nuestro asientos imitó mis acciones, sacó su teléfono y conectó sus auriculares entreteniéndose un rato.
De reojo vi como se quitó uno de sus cascos y me habló, pero no le escuché, así que paré la canción desde el reproductor de música de mi teléfono para después escucharlo.
- ¿Qué me acabas de decir?, no te e escuchado. - dije desganada.
- Que tus labios se ven ahora mejor in hados y con unos unos tonos más rojos - dijo con una sonrisa de lado, para luego volver a ponerse el auricular que antes se había quitado.
En ese instante no pude evitar no sonrojarme.
Le di al play del reproductor de música, para después volver a acomodarme.
Y no se cuando fue, pero me quedé dormida otra vez.