Incógnitas.

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–En alguna parte de la ciudad se encontraba un joven adulto caminando tranquilamente. Si bien podría usar motocicleta para ir a casa de su novia, prefería esta vez disfrutar de una agradable caminata en ese día seminublado. Pensaba en lo divertido que lo pasaría hoy junto a la ya mencionada y su «hija» virtual Yui, aparte que tras unos siete días volvería a jugar al lado de «Klein», «Lisbeth», «Silica» y su hermanastra «Leafa». Aparte que esperaba ver a Sinon, puesto que hace más de un mes que, al menos él, no la veía ni hablaban. Bueno, a eso no debía darle mucha vuelta, Asuna y este lo habían hablado bastante bien en su momento. Resopló ante la nostalgia. Justo cuando estaba por pasar uno de los tantos altos para llegar a casa de su novia, un automóvil se detuvo estorbando su cometido–

>Señor Kirigaya –Kazuto se mostró serio–, permítame presentarme, mi nombre es Oyuki, secretaria del jefe Aoto.

>El mandamás de la compañía Ygdrasekai –la mujer alabó su conocimiento al respecto–. ¿Qué desea de mí, señora Oyuki?

>Necesitamos que venga con nosotros, es algo urgente y de alta prioridad –ante la duda de Kirigaya esta sacó su credencial oficial y con su portátil le indicó que dentro de Eternaj drakoj algo inaudito estaba sucediendo, pero que ese no era el lugar adecuado para hablarlo–

>De acuerdo, pero necesito llamar a mi novia durante el trayecto, al menos para que no se preocupe, pues iba de visita.

>No tenga prisa, hágalo con confianza –la puerta del auto le fue abierta y este ingresó–

–Durante el trayecto se le fue explicando un poco más del caso en cuestión, quedando Kazuto muy sorprendido por la inconcebible noticia. Oyuki le confesó que ella se sintió igual o más fascinada cuando reflexionó sobre eso tras indagar hasta el cansancio que los datos de ese individuo simplemente no existían. Pero que si bien, parecía no ser alguien peligroso, no podían confiarse, porque en ocasiones atrás siempre hubo personas que se mostraron como benévolas y terminaron siendo todo lo contrario. Kazuto solo asintió, rememorando algunos nada agradables acontecimientos de su pasado. Con decisión señaló que ayudaría tanto como fuera posible para descubrir la verdadera identidad del hombre y si tenía algún plan en concreto. Oyuki sonrió ante sus palabras. Al llegar a las oficinas, pasaron sin más hasta la pieza del director principal, el jefe Aoto–

>¿Kirigaya Kazuto? –cuestionó por respeto a las formas–

>Así es, señor Aoto –se acercó lo suficiente como para ofrecer su mano, que fue aceptada con el mismo respeto–. Un gusto poder conocerlo. Su secretaria –la que fue retirada en ese instante– me puso al tanto de la situación.

>La señorita Oyuki es muy eficaz –reconoció–. Kirigaya, en ese caso, solo me queda preguntar si estás dispuesto a colaborar con nosotros para atrapar a ese hombre.

>¿Atrapar? Es verdad que podría ser alguien peligroso, señor Aoto, pero antes de llegar a eso quisiera al menos encararlo –Aoto lo miraba con fijeza–. Y según lo que me diga veré cómo actuar. Atacarlo sin conocer nada del mismo podría ser más peligroso en caso de que en verdad sea alguien desquiciado con planes ocultos. Si se siente realmente amenazado, si tiene un plan en concreto, lo pondrá en marcha cuanto antes si no somos precavidos.

>Me alegra que pienses así –si mirada se relajó, despistando a Kazuto–. Mi secretaria apunta a que lo atrapemos para experimentar con él, o para interrogarlo y conocer sobre el sitio de dónde provenga, en caso de que esa alocada teoría de que es de otra dimensión lograra ser verdad. Estoy seguro de que es algún hacker extremadamente habilidoso, tiene que haber una explicación racional. Pero al margen de eso –se levantó de su asiento–, también pensaba que sería contraproducente atacarlo sin más, por eso solicité que te encontraran y trajeran.

«Sword Art of Link»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora