¿Familia?

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En casa de Gerald Ackerman.

-Bienvenido, viejo amigo.

Desde el marco de la puerta de la habitación de Gerald, se encontraba sonriente un hombre de mediana edad, su cabello rojizo casi naranja era su sello personal, la genetica sin duda habia sido generosa con el, tenía un rostro varonil y perfilado, grandes ojos marrones y una sonrisa encantadora, un hombre muy atractivo sin duda.

-Pasen.

Detrás del señor Ral se encontraba su hija, Petra Ral, tan hermosa y coqueta, era una versión en femenina de su padre, de baja estatura como su madre pero no menos atrayente.

Sus pasos resonaron por el lugar haciendo eco por sus altos tacones de aguja, hasta detenerse cerca de la cama de Gerald.

-Vine en cuanto pude Gerald, ¿que tal estas?.-Preguntó el señor Ral al mismo tiempo que tomaban asiento.

-Igual, no me quejo.-Contesto sonriendo Gerald.

-Es un gusto volver a verlo señor Ackerman.

-Tambien es un gusto volver a verlos, y me alegro que decidieras acompañar a tu padre señorita Ral, tengo algo importante que contarles.

-Ya sueltalo Gerald.

-Que impaciente amigo, esta bien, lo dire de una vez. Mi hijo Kenny apareció y no solo eso, tambien tengo un nieto.

-¿Y Kuchel?.

-Lamento decirte que murio, mi hija murio hace años.

El semblante del señor Ral decayó, su mirada estaba ahora en el suelo, un suspiro escapo de sus labios y despues de unos segundos retomo la conversación.

-Dudo que me hablaras solo para contarme las buenas nuevas.

-Ya me conoces Ral, ultimamente mis empresas tienen problemas, el que yo no este al frente me ha traido grandes perdidas.

-Supongo que el inutíl de Zeke no sirve para nada.

-Hace poco se graduo con honores, su padre, un viejo amigo me lo recomendo, pero ya vez, la vida no quiere que quede en banca rota.

-¿y?.

-Te quiero pedir un favor.

-Dime.

-Unir nuestras empresas, así todos ganamos.

La sonora carcajada que soltó el señor Ral, resonó por toda la habitación.

-¿Y crees que necesito unirme contigo?.

-Tengo pruebas de tu infidelidad hacia tu esposa y sabes perfectamente que ella es dueña del ochenta porciento de las acciones de tu empresa. Tal como decía el testamento de su difunto padre, si ella decide dejarte, practicamente estaras en la calle, ademas, la señorita aquí presente tiene tantas deudas, que dudo puedas mantenerte en pie despues de perderlo todo.

Padre e hija quedaron petrificados ante tales revelaciones, pues todo lo dicho por Gerald, resultó ser cierto.

Nerviosos y sumidos en sus pensamientos, fueron interrumpidos por Gerald.

-Si quieren pueden pensarlo.

-¿Como pretendes unir nuestras empresas?

-Fácil, un matrimonio entre mi nieto y tu hija, el no tiene estudios, creció practicamente en la calle, tu hija puede enseñarle lo que necesita, ustedes no se quedan en la calle y yo recupero lo perdido y hago crecer de nuevo mi fortuna.

Bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora