uno (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)

363 28 14
                                    



¡Minmin! —grita el pequeño niño que viene corriendo a toda velocidad tras él, a pesar de que no puede distinguirlo, lo conoce y siente el cariño que le tiene, sus mejillas se calientan y sonríe— ¡Hoy de merienda hay galletas con chispas, Minmin! ¡Nuestras favoritas! —al llegar a su lado lo toma de la mano, con su pequeña manito llena de raspones— ¡Vamos, corre antes de que se acaben!

Y así comienzan a correr los dos, tomados de las manos, preocupados por quedarse sin galletas con chispas.

Luego de comer, sentados bajo el gran árbol que hay en el patio, Minho piensa que fue un grandioso día. Pudo correr, pudo jugar con su amigo, comieron fideos con queso de almuerzo -sus favoritos-, y la señora de la cocina les guardó unas galletas de más para que tuvieran para ellos dos solos.

No puede ver bien la cara de su amigo, los rayos de sol le obstruyen un poco la vista, pero puede distinguir esa sonrisa que no quiere dejar de ver ni por un segundo.

—¿Siempre serás mi amigo, Minmin? —vuelve a sentir la manita con raspones apoyarse en la suya y dándole un apretón.

—Siempre, siempre —le responde—, para toda la eternidad.

—¿La eternidad es mucho tiempo?

—Sor Hyuna dice que sí —asegura—, y Sor Hyuna siempre tiene la razón. Ella dice que la eternidad es para siempre.

Minho estira su mano, también pequeña, para intentar acariciar el cabello castaño de su amigo, pero nunca llega a tocarlo.

Siente las lágrimas caer por sus mejillas cuando se incorpora en su cama, estirándose para apagar el despertador. Ya son las 7 de la mañana y en dos horas debe entrar a la universidad. Se toma unos minutos para desperezarse y respirar normalmente, barriendo con su mano todo rastro húmedo de su cara.

Durante el tiempo que toma en ducharse, preparar un desayuno simple y juntar los libros que dejó la noche anterior en la mesita de su living, piensa en la eternidad. En el concepto abstracto de que algo dure para siempre. En la perpetuidad sin principio, sucesión ni fin.

Piensa en que si él le prometiese la eternidad a alguien, no viviría lo suficiente para asegurarlo. ¿No debería ser eterno él también? Quizás Sor Hyuna no siempre tenía la razón. No esta vez.

Cuando se despierta de su desvarío, se da cuenta que estuvo quince minutos parado en el mismo lugar de su living pensando en un sustantivo abstracto. Toma sus llaves con rapidez, se cuelga la mochila al hombro y antes de salir de su hogar, pasa rápido a ver la foto familiar que tiene en su entrada, anotando mentalmente que debería llamar a su mamá durante el día para saber qué planes tienen para el próximo fin de semana largo.

Desde pequeño, Lee Minho siempre había sido un poco torpe, olvidadizo y soñador. A veces sus padres debían repetirle cinco veces una consigna simple antes de que Minho se dignara a seguirla. Y no porque tuviese algún problema, simplemente a veces se perdía en sus pensamientos. Por momentos se quedaba pensando en lo que debía hacer durante el día o pensando en algún pasaje de un libro que no recordaba, y su mente se abocaba únicamente a eso.

Con el pasar del tiempo sus padres se acostumbraron a los pequeños momentos donde su hijo se paraba en medio de la sala y mirando a la nada se quedaba unos minutos y luego pestañeaba al grito de ¡ya me acordé! o también ¡wow, las estrellas sí que son fascinantes!

La terapeuta infantil a la que lo habían llevado siempre les decía lo mismo. Es un niño sano, feliz y soñador; se queda pensando en cosas que le interesan, se pierde en su imaginación.

Sunmi, la madre de Minho, había resuelto algunos de sus problemas de niño olvidadizo haciendo rutinas que seguir, poniendo horarios más estrictos y acostumbrando a Minho a llevar un orden de las tareas que debía realizar durante el día. Y había funcionado, ahora en su adultez, Minho tenía su rutina pegada en el refrigerador y varios post it de colores que a veces pegaba por su casa para no olvidar cositas importantes. El post it al lado de la puerta con la inscripción “No olvides tu mochila, Minho!!!” lo había salvado de la humillación de ir a clases sin nada en qué escribir varias veces.

Minho se bajó del coche que sus padres le habían regalado en su último cumpleaños, y caminó hasta la puerta de su universidad, donde ya lo estaban esperando sus amigos.

Eran un grupo de seis y aunque estudiaban distintas carreras, se encontraban en la entrada todas las mañanas para tomarse un café juntos y luego irse cada uno por su lado.

Chan y Hyunjin, que vivían en el mismo edificio, venían llegando tras él y apuraron el paso para que los tres lleguen juntos al encuentro con los demás. Changbin, Felix y Jisung ya sostenían los cafés para todos. El día estaba cálido, el café estaba a punto, sus amigos estaban sonrientes y él también.

Sí, la vida de Lee Minho era muy feliz.

Luego de la universidad pasó por una tienda de conveniencia para comprar algo para cenar y regresó durante el atardecer, tenía mucha tarea para hacer y quería apurarse así podía leer unos capítulos más de su libro antes de dormir.

—¡Hola mamá! —dijo unas horas después, por el teléfono, cuando llamó a su hogar.

—¿Cómo está mi pequeño? —de atrás se oyó a su padre pidiéndole a su mamá que lo ponga en altavoz, así él también se unía a la conversación.

—Ya no soy pequeño, mamá —se quejó, con una sonrisa—, pero los extraño como si tuviese diez años otra vez —fingió un lloriqueo que hizo reír a su papá.

—Nosotros a tí, Minmin —dijo su papá, y a pesar de su sonrisa, Minho sintió como sus ojos comenzaban a aguarse y su visión se volvía borrosa.

«¿Siempre serás mi amigo, Minmin?»

—¿Puedo visitarlos en el próximo fin de semana largo? —les preguntó, tratando de mantener su tono para que su voz no se quebrara.

—¡Claro que sí!

Sus padres festejaron, prometiéndole que le harían todas sus comidas favoritas y que acomodarían su habitación para que se quedara esas minis vacaciones de cinco dias.

Su universidad quedaba en Seúl, por lo que tuvo que dejar Busán dos años atrás y mudarse. Visitaba con regularidad su antiguo hogar, pero ésta vez sentía que iba con un motivo diferente. Tenía demasiadas preguntas que hacer, demasiado que buscar en los recuerdos de toda una vida que seguramente su mamá guardaba en cajas bajo su cama.

Pero había una pregunta a sus padres que quería hacer más que las otras.

¿Quién es el niño que juega con él en sus sueños?






















Holi otra vez
OTRO JEONGHO
🦊🐰

kuromi keychain     [  jeongho  ]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora