Capítulo cuatro.

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Axl se encontraba en el salón de su casa, tirado en el sofá mientras miraba al techo y escuchaba a Motlëy Crüe

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Axl se encontraba en el salón de su casa, tirado en el sofá mientras miraba al techo y escuchaba a Motlëy Crüe.

Moentras tanto, Duff pasaba la escoba mientras tarareba y bailaba al ritmo de Girls, Girls, Girls. El pelirrojo se reía de sus tonterías de vez en cuando, poniendo los ojos en blanco y viendo como el teñido limpiaba el suelo.

—No estaría mal una mano de más, princesita—murmurró Duff, mirando a Axl hacer absolutamente nada.

Axl rió y encogió los hombros, ingnorándolo olímpicamente.

La realidad era que el teñido podía barrer solo, pero Duff quería hablar con él. Limpiar juntos solo era una excusa para hacerlo.

Hace unos días, el teñido había llegado a casa de una cita y había visto un Doge azul aparcado en la entrada.

No era nada raro, era común que Axl llevara a chicas a casa cuando los demás salían.

No le habría dado muchas más vueltas a ese tema de no ser porque al llegar la noche e ir a la cocina a cenar, vió al jodido Kurt Cobain pasearse por su casa hasta la entrada, seguido de Axl.

Duff vió desde la cocina como Axl y Kurt hablaban como si fuesen amigos de toda la vida, para que más tarde el pelirrojo le abriera la puerta y le deseara buenas noches. Todo eso, al mismísimo Kurt Cobain.

Axl le había abierto la puerta y le había sonreído al mismo chico por el que hace unos meses se había jodido los nudillos contra una pared, y Duff no podía estar más sorprendido mientras veía al pelirrojo portarse de una manera civilizada con el vocalista de Nirvana.

Era cierto que la personalidad de Axl era más relajada desde que empezó a tomar terapia hace tres meses, pero no se esperaba que de un momento a otro decidiera meter a Kurt en la casa de todos, de forma tan casual como quien metía un mueble o una decoración más.

No es que el rubio le molestara. Duff siempre había sido fan de su música y de su personalidad tranquila. Si alguna vez había tenido una mala palabra o gesto con el, era por la rivalidad de bandas y por la presión que Axl ejercía sobre llevarse mal con la otra alineación.

Realmente Kurt Cobain le parecía entrañable, siempre perdido en su mundo, pero ese chico tenía ciertos rumores a su alrededor. Rumores que hace meses hubieran echo vomitar a Axl y que ahora parecían no importarle en absoluto.

Rumores de Kurt y otros chicos.

Simples rumores que podrían no significar nada, excepto cuando el rubio desaparecía unos minutos en premios y volvía agitado y mal vestido. O rumores de hombres aparcando su coche cerca de la casa de Kurt. O simplemente vídeos con sus amigos cuando ganaban premios y se dedicaban a besarse entre todos.

Realmente no se sabía que tan cierta era la sexualidad del vocalista de Nirvana, el cual daba tanto que hablar, pero sí sabía que eso hace unos meses horrorizaba a Axl.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐎𝐍𝐄 𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐑𝐄𝐓𝐓𝐄, Kurtaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora