Efecto mariposa.
También conocido como la teoría del caos, nos explica que alteraciones aparentemente simples e inocuas pueden llegar a generar efectos masivos.
¿Que pasaría si el efecto mariposa de Cobain y Rose fuese tan solo un cigarrillo?
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Kurt y Axl se encontraban al teléfono.
Esa noche ambos chicos habían estado de acuerdo en llamar mientras veían una película vieja que se reproducía en el canal nocturno.
Ambos reían mientras las imágenes baratas aparecían en la pantalla. El rubio sobre su sofá, y Axl se encontraba sobre su cama con la mirada fija en la pantalla.
En la película un castaño ocupaba las escenas. Su actuación era pésima, pero su rostro era simétrico y perfecto. Tal y como una pintura.
Kurt miró embelesado a ese protagonista.
—Es precioso—comentó en la línea, y luego escuchó al pelirrojo reír.
—No es guapo realmente—contestó Axl, indiferente—. Está vacío.
Kurt frunció el ceño extrañado, sin entender del todo el punto. ¿Como una persona podría estar "vacía"?
—¿A qué te refieres?—preguntó el rubio, dándole una calda al cigarrillo que fumaba.
Axl se tomó unos segundos, y luego respondió con tono de aburrimiento.
—Me refiero a que es guapo, pero no es atractivo—explicó el chico—. Puede ser que tenga un rostro bonito, pero no tiene la esencia de un artista y mucho menos talento, por lo que él sólo se queda resumido a su rostro.
Kurt trago algo impresionado.
—Si ese hombre no te parece guapo, ¿que nos queda a los demás mortales, Axl?—bromeó el rubio jugando con el cable del teléfono entre sus dedos.
Pero se vió sorprendido por la respuesta del pelirrojo una vez más.
—Eres mucho más atractivo que ese actor, rubio—afirmó Axl—. Y no sólo es por tu cara.
El de ojos azules tragó fuerte mientras escuchaba la voz de Axl a través de ese gastado teléfono rojo. Ese jodido teléfono que lo mantenía lejos de él.
—Me gustaría que estuvieses aquí—comentó Kurt de pronto, apagando el cigarrillo en el cenicero sobre la mesita de café.
Entonces escuchó a Axl tragar para luego suspirar.
—Sabes que soy capaz de conducir una ciudad entera para verte, Kurt—medio bromeó Axl, pero tanto él como el rubio sabían que no era ninguna broma.
—¿Serías capaz de hacerlo, Axl?—preguntó Kurt, aferrando sus manos con nervios al teléfono.
Y entonces unos segundos de silencio corrieron en la línea antes de que finalmente Axl respondiese.
—Voy para allí.
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