Capítulo tres.

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Nada más Kurt aparcó su Doge se arrepintió de haber aceptado la invitación.

Se encontraba delante de la casa, o mansión de Axl Rose. Enorme, elegante y cara; y el estaba vestido con un cárdigan que le llegaba a las rodillas y unas zapatillas converse rotas en su totalidad.

Kurt se sintió intimidado en ese jodido instante, mientras veía todos los detalles de la fachada:

Decoración cara y ostentosa, casi insultante para la forma en la que iba vestido, pero que de alguna manera casaba demasiado bien a la personalidad ostentosa y exótica del pelirrojo que vivía en su interior. También a los demás integrantes de la banda.

El rubio se preguntó por unos instantes el porqué teniendo tanto dinero como Axl no había comprado algo como esto, y también porqué no vestía de una forma más adecuada para una figura pública. O simplemente porqué no se sacaba de esa jodida casa mohosa y llena de malos recuerdos en la que vivía.

No hubo tiempo a pensar mucho más, ya se estaba retrasando un poco y tampoco quería hacer perder el tiempo a Axl. Se armó de valor y tocó el timbre.

Unos segundos después, apareció el pelirrojo y tiró de su brazo metiéndolo rápidamente el en interior de la casa, sin darle tiempo a siquiera saludar.

Cuando la puerta estuvo cerrada, Axl quitó su mano del brazo de Kurt y sonrió.

—Bienvenido a la morada de Guns N' Roses, rubia tonta—saludó Axl, dejando la llave sobre una mesa que había al lado de la pared.

—Es el recibimiento más extraño que me han dado nunca—contestó el rubio con una sonrisita.

Axl rodó los ojos.

—No quería que nos fotografiaran. Suele venir un reportero a molestar—masculló comenzando a caminar, y Cobain lo siguió como un perrito por el recibidor.

Era grande. Todos los muebles de cristal y las lámparas de araña contrastaban con el atuendo que Axl llevaba.

Zapatillas de casa, una camiseta grande que llegaba hasta casi sus rodillas y pantalones de deporte. Su pelo estaba algo enredado, pero igualmente estaba muy guapo.

El pelirrojo tenía ese talento: ningún atuendo le quedaba mal a su cara bonita.

Comenzaron a subir las escaleras, Kurt tan solo miraba al suelo algo intimidado.

—No te avergüences, rubia tonta. Todos salieron de casa—dijo el de ojos verdes, sin mirarlo directamente ya que iba delante, guiándolo por el largo pasillo.

—¿Para que me trajiste?—preguntó Kurt, mirando la espalda de él pelirrojo y  tal vez algo más abajo.

Axl rió mientras llegaba a la penúltima puerta puerta.

—Porque necesito ayuda con algo, y tu eres un genio de la música.

Finalmente abrió la puerta, dejando a Kurt sin palabras.

Era un estudio. El jodido estudio de Guns N' Roses delante de sus ojos.

Se quedó ahí, sin palabras, observando la sala por dentro con los ojos bien abiertos.

Un piano grande, de madera oscura en el centro. Instrumentos por todos los lados, pósters en las paredes de manera aleatoria, botellas de cerveza encima de una mesa con equipo técnico, y una acústica jodidamente impresionante.

Axl rió al ver la expresión de él rubio, que miraba hacia todos lados sonriendo.

—¿Te gusta?—preguntó el pelirrojo, cerrando la puerta tras el. Kurt lo miró y asintió con una sonrisa—. No seas tímido, ven.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐎𝐍𝐄 𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐑𝐄𝐓𝐓𝐄, Kurtaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora