¿Aun me amas? (Sonamy)

31. "De vuelta a la realidad"

Pasamos un largo rato, el seguía durmiendo y yo solo miraba las flores. Esa tranquilidad se fue al suelo cuando escuché otra explosión. Además de ver a cierto erizo blanco en el cielo, se veía muy cansado.

— Sonic. — Llamé al erizo acostado a lado mío, sin respuesta.

— Sonic. — Volví a decir, sin respuesta. Comencé a moverlo lentamente, nada.

— ¡Sonic! — Grite, por suerte si se levantó.

— ¡Hay Dios! ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? — Decía Sonic mientras se frotaba los ojos, todavía no me había visto.

— El contexto rápido, es qué la ciudad está en peligro y te necesitan. — Dije, mientras me levantaba.

— Esa voz, suena muy familiar a la voz de mí Rosé.  — Decía el tonto mirando las flores.

— Pues porque si soy yo. —

Sonic giró su cabeza, y se levantó sorprendido.

— ¿!Qué estás haciendo tú aquí?! —

— Tenemos una conversación pendiente, por eso estoy aquí. —

— ¿Conversación? ¿¡No fuiste la que dijo que no me amaba!? —

—Sí, lo hice. Pero, ¿! Porqué me gritas?! —

— Porqué no pensaba que vendrías hasta aquí, yo... Estoy intentando superarte. — Miró a otra dirección triste.

— Recuerdo que cuando tú me rechazabas, al siguiente día lo superaba rápido. — Le dije, no supo que decirme. — Aunque no lo creas Sonic, jamás me rendí contigo. Y ahora porque yo te rechaza una vez, ¿Te rendirás?

Narra Sonic

Espera...
Ella me está tratando de decir que quiere que me comporte igual que la Amy Rosé de hace años. Ames, que astuta.

— Me gustas Ames. — Le dije, sonriente.

— Ok, seguiremos después con eso. Ahora la ciudad te necesita Sonic. —

— Vaya, ha pasado tiempo desde que me necesitaban. — Acomode mis púas, y miré al cielo encontrándome a Tails en su avión.

— Debo irme Ames.... ¿Te gustaría venir conmigo? — Pregunté contento.

— Mejor no, yo solo sería una molestia. — Dijo alejándose de mí.

En un rápido movimiento la agarré de la cintura, para evitar que se fuera.

— Amy, tú nunca fuiste una molestia. Ven conmigo —

Ella no pudo decirme nada porque ya la tenía cargando en mis brazos, además de llevar su martillo. Comencé a correr hasta llegar al lugar donde se veía el humo.

La bajé de mis brazos, no sin antes decirle.

— Me gustas Ames, tengamos una cita. — Decía imitando su antigua voz.

— Lo pensaré, ahora déjame pelear tranquila. — Me respondió imitando mi voz.

Ambos nos reímos, de repente un montón de robots se acercaban a nosotros. Pude ver que ella estaba temblando.

Claro, han pasado años. No te preocupes mi Rosé, yo te cuido.