Capítulo 10: La sombra del pasado

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Aquella mañana había despertado más tarde de lo habitual; lo supo porque, al mirar por la ventana, el sol ya se encontraba en lo alto y el cielo lucía completamente despejado.

Miró a su costado, soltando un suspiro cuando no encontró otra cosa más que vacío. Shallot se había ido temprano, como siempre; por lo que debía levantarse y comenzar a preparar todo para cuando llegase. Sabía que le gustaba encontrar todo limpio cada que regresaba a casa de un largo día del trabajo. 

Se incorporó, quedando sentado en el colchón, arrepintiéndose casi al instante, puesto que un doloroso tirón en su espalda baja lo hizo soltar un quejido. Llevó su mano hasta allí y comenzó a masajear la zona, tratando de alejar la molesta sensación. 

Sus músculos también estaban entumecidos y realizar movimientos básicos de flexión y extensión le resultaba toda una odisea. 

El celo de Shallot acababa de pasar y este había sido demasiado brusco con él. Quiso pedirle que tuviese más cuidado, pero, al recordar que se trataba del celo de un alfa, lo dejaba estar y tan solo aguantaba todo el dolor que eso traía consigo. Últimamente, Shallot había estado algo distante y frío con él; lo atribuía al estrés del trabajo, así que sería bueno que se relajara por al menos esa vez. 

Aún con el cuerpo resintiendo cada uno de los movimientos que hacía, se puso en pie y empezó por arreglar la habitación. Tendió la cama con sábanas nuevas y acomodó la ropa y las cosas fuera de lugar. Una vez hubo terminado, bajó a la primera planta para continuar con el resto de labores de limpieza. La mansión en la que vivían era realmente grande, lo que hacía que el mantenerla aseada fuese todo un desafío; sin embargo, no iba a mentir y decir que no le servía de entretenimiento durante las largas horas que se las pasaba completamente solo en aquella enorme morada.

Aún recuerda la vez que quiso contratar a un par de personas como personal de limpieza para que lo ayudasen con la ardua tarea. Apenas había logrado publicar el anuncio, cuando la madre de Shallot se enteró de ello y lo acusó de ser un holgazán, de no ser capaz de mantener limpio ni siquiera el hogar que compartía con su hijo, y de estar aprovechándose de él al querer una vida fácil. 

Le dolió ver que Shallot se quedó callado y no hizo nada por defenderle. Su silencio le hizo entender que, en cierta forma, estaba de acuerdo con lo que decía su madre. Pero quizá era cierto; quizá esas eran sus obligaciones como el omega que era. Además, Shallot ya había hecho bastante por él al marcarlo como su omega. No podía quejarse. 

Para cuando terminó de limpiar la gran mayoría de los rincones de la enorme casa, se dio cuenta de que no faltaba mucho para que su alfa regresase a casa. Debía ponerse manos a la obra y empezar a preparar el almuerzo.

Debía admitir que no era nada bueno en la cocina, lo cual  siempre le había parecido en extremo frustrante. Se suponía que todos los omegas debían contar con habilidades culinarias innatas. Pero, por más que intentaba, le seguía pareciendo más fácil aprender factorizar variables que preparar un maldito tazón de arroz. 

Tras un par de horas de concentración en la cocina, su lobo paró las orejas y se puso en pie, sacudiendo la cola; aparentemente feliz. Supo la razón casi de inmediato cuando, a sus fauces, llegó el aroma amaderado de su alfa al mismo tiempo que el sonido de la puerta principal cerrándose inundaba cada rincón. 

Rápidamente fue a su encuentro, buscando refugiarse en su pecho, allí dónde el aroma a madera y menta se concentraba. Los brazos del alfa lo envolvieron casi de inmediato. Sin embargo, estando allí, se dio cuenta de algo extraño: Las feromonas de Shallot se hallaban liberadas por completo, su cuerpo se sentía caliente y su respiración era pesada.  

Dearly last days [Truten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora