"Qué haces, hijo", preguntó curiosa Eleanor al verme mientras escribía sobre un papel que terminé tirando a un cesto cercano, mientras buscaba una hoja nueva.
"Trato de escribir mi historia. Nunca se me dio eso de desarrollar historias como Susanna, y me gustaría probar ahora", dije con cierta frustración.
La verdad es que el asunto de la actuación cinematográfica no me llamaba tanto la atención. Quizás podía producir cine, y así no sentiría que es una pérdida de tiempo.
"Además, tengo que relajar esta tensión de algún modo, madre. Candy...Candy todavía no nos ha visto, y no sabemos cómo reaccionará a este...secuestro".
"No es secuestro, hijo, cuando se trata de amor. Ustedes se aman y merecen una oportunidad. Terry, escribe sobre eso, sobre su historia de amor", contestó ella, risueña.
Yo me puse de pie en ese momento, y caminé hasta el lado opuesto del pasillo.
"Cómo puedes saber eso. La verdad...tengo muchos nervios, madre. Candy...Candy parece amar a su esposo..."
"Sentido de obligación, hijo. Quizás lo confunda con amor, pero el amor de ustedes era el verdadero..."
"Madre, éramos muy jóvenes entonces... Qué pasará cuando... Los dos somos diferentes ahora".
"El amor nunca muere", me dijo ella sonriendo.
"¿Tú todavía amas al duque?", le pregunté entonces, pensando que este comentario de ella no tenía un sentido si no era por algo personal.
Eleanor, de pronto, dejó de sonreír, cambió la vista, como para evitar mirarme, y me contestó en voz baja:
"No es lo mismo. Tu padre y yo...no nos conocíamos realmente".
En eso pensé "bingo". De pronto lo supe. Ella se estaba proyectando en mí en ese momento.
"Yo no conozco tampoco a Candy, madre. Ella...ella me salvó de algún modo, pero nunca la conocí".
"Sin embargo, no la olvidas; no, nunca la has olvidado. Eso es amor, hijo. Nunca olvidamos a quien nos ha salvado de nosotros mismos", me dijo con rostro de paz. "Deja de torturarte con eso. Pronto podrán verse y amarse como merecen. Estoy segurísima de que así será".
No sé, yo no estaba tan convencido con estos argumentos de mi madre. La verdad, si no fuera por su influencia, ya hubiera devuelto a Candy. Por alguna razón, no sé, no me cuadraba esto que me decía, pero nadie la iba a convencer. Era una mujer en una misión desesperada por recuperar su propia juventud perdida...
Yo sinceramente tenía ese raro presentimiento de que las cosas no serían tan sencillas. Pensé que nos costaría mucho al final ese intento de secuestro. Y más allá, presentía que eso que decía mi madre nos explotaría en la cara cuando Candy despertara a la verdad. Claro, en tantos años no tenía ni pista de cómo ella había evolucionado, pero la realidad es que yo no había cambiado demasiado, y por mi propia mano. Esto me costaría muy caro al final.
Mi madre ni siquiera tenía idea de lo que podía costarle el secuestro, y más cuando Candy le había dicho dos veces que no quería verme. Y aunque me dolía, era la verdad. En ese momento, supe que tenía una de dos alternativas, cada una más opuesta a la siguiente: o llamaba a los Ardlay cuando llegáramos a Estados Unidos, o sencillamente, le seguía la corriente a mi madre.
Entender la obsesión de que yo viviera esa experiencia me hizo de pronto pensar que realmente...no quería hacerlo. Candy y yo nos habíamos separado hacía muchísimos años, y fuera de la curiosidad, yo no sentía nada. Pero la verdad es que quería, de algún modo, tener la visión de mi madre con el asunto. Ella estaba segura, como mujer, de que Candy jamás me había olvidado. Yo, sin embargo, pensaba que era un recuerdo guardado en alguna gaveta de un armario que ella sacaba cuando quería rememorar su historia, pero nada más. Nuestra historia no tenía forma alguna, era algo deforme, sin sentido, sin principio ni fin. Era un capítulo cerrado entre medio de una segunda parte inexistente. Lo que pasó antes y después fue lo que determinó nuestro futuro. Ni ella estaba en mi pasado, ni tampoco en mi presente. Nunca tuvimos realmente un futuro.
ESTÁS LEYENDO
NUDOS QUE ATAN CABOS
FanfictionUna Candy adulta víctima de un ataque terrorista luego de reunirse con sus amigas Patricia y Annie termina en el mismo hospital donde se encuentra por rutina Eleanor Baker. Esto desata una serie de eventos desafortunados, que culminan con un secuest...