NUDOS QUE ATAN CABOS Parte 16

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Annie llevaba prácticamente siete horas esperando por Terry y su madre, cuando ellos, de pronto, entraron en la casa. Su sorpresa fue aún mayor cuando vio a Eleanor. Lucía tan joven y hermosa, ahora con su cabello corto, en vez de su larga, aunque escasa melena. Sus ojos parecían otros, llenos de vida y de esperanza. Cuando la miró, le mostró su hermosa y blanca sonrisa. Se sintió de pronto mal de ser la portadora de tan malas noticias. Pero tenía que hacerlo. Quiso, por cierto, presentar una historia algo distinta de lo que originalmente tenía prevista. Por esto, le pidió a Terry que hablaran a solas.

"Claro, Annie, espera, que vengo al rato".

Terry tomó a su madre de la mano, y ella comenzó a protestar. Salieron del salón de estar los dos. Terry realmente estaba determinado de que su madre estuviera lo más lejos posible de cualquier preocupación, incluidas las relacionadas con Candy. La verdad es que Annie se sorprendió de lo tranquilo que aparentaba estar. Por un momento, pensó que ya lo sabía todo, pero descartó la idea. La magnitud de lo que tenía que contarle era superior a cualquier otra cosa que pudieran haberle dicho. No le parecía que se quedaría tan tranquilo con lo que tenía que contarle.

Por un momento, pensó bien las cosas. Era mejor que él escuchara...la misma historia, pero de otra manera. Decirle que lo habían engañado, y que Candy estaba al tanto del plan, no, esa no era la forma. Además, quería hablar primero con ella antes de afirmar algo así. Sí, recordaba que, gracias a ella, todo el mundo había sabido donde encontrar a Candy cuando regresó el año anterior de Londres. Pero también sabía que, tarde o temprano, eso se hubiera descubierto de todos modos, así que no se sentía tan culpable.

Quizás, por qué no, Candy podría disfrutar de las oportunidades que ella no tuvo con Archi, con su primer y verdadero amor. Pero mientras estuviera testaruda con el asunto, no podría saber de lo que se perdía. Eso le molestaba, porque si esa tonta estaba al tanto y era parte de ese maquiavélico plan, sencillamente, tendría que ponerla en su lugar. Y no, no quería hacerlo. ¿Por qué no querría Candy disfrutar de ese amor tan grande que nunca tuvo la oportunidad de disfrutar? Lo que había hecho era conformarse de estar con un hombre que no la llenaba, ni la hacía feliz. Eso había que remediarlo; nunca era tarde.

Pasaron unos minutos con este pensamiento, cuando Terry se le acercó por detrás, luego de dejar acostada a su madre. Le tocó el hombro como para que despertara de lo que parecía ser un sueño lejano, y se sentó en un sillón frente a ella. Ella permaneció de pie, aunque él le mostraba una butaca que estaba tras de ella.

"¿Y bien?", le dijo, mientras desistía de la idea de que se sentara.

"Terry, no puedes estar tan tranquilo. Candy...Candy fue engañada por Albert, y están planificando irse para Chicago después de que tenga su bebé. Tienes que hacer algo".

Hacer algo fue que Terry se levantó de la silla y siguió en ruta hacia la cocina.

"¿Quieres algo de beber?", le preguntó, sin un mínimo gesto de preocupación o de ansiedad.

"Terry, despierta, por favor. Te van a quitar a Candy...", le contestó Annie en un tono de voz más alto de lo normal para una persona razonable.

"Primero, baja la voz, que vas a llamar la atención de Eleanor. No quiero que se inquiete por minucias".

¿Minucias? NO, Terry no parecía entender la gravedad del asunto. Parecía un autómata, mientras que la mujer frente a él se agitaba más y más.

"Vas a perder a Candy. ¿Eso es lo que quieres?"

"Annie, yo perdí a Candy hace 20 años. No hay nada más que hacer", le respondió con aparente calma, aunque por dentro explotaba.

Annie se quedó muda, y más con la actitud de Terry en ese momento. Por un momento, la pareció que había suspirado en paz.

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