NUDOS QUE ATAN CABOS Parte 8

201 8 6
                                    

Annie llegó dos días después de un corto viaje en tren a NY, y fue escoltada hasta la casa de Eleanor Baker. La casa, iluminada por dentro, parecía otra. En esos días, Terry y su madre se habían dedicado a limpiarla y arreglarla, en espera de una oportunidad para refinar su plan de huida. Pero mientras tanto, todo comenzó a brillar, como en otros tiempos. Cuando Annie llegó, le dio las gracias a la policía, y les entregó a ellos su pase de salida. Así, sería Annie la que le daría las buenas nuevas a Terry y su madre. Para eso, se detuvo frente a la puerta, y comenzó a tocar, primero sigilosamente, y luego un poco más fuerte. La mujer que le abrió, de unos 45 años, la miró con extrañeza. No, no la conocía, pero sus finos vestidos y elegantes ademanes, fueron suficiente para ganarse la admiración de la dama.

"Soy Annie, amiga de Candy", le dijo a la mucama en confianza.

Dora comenzó a mirar, nerviosa, afuera.

"No, señora, no se preocupe. No hay nadie afuera. Los policías que vigilaban la casa ya fueron relevados de sus puestos".

Eso tranquilizó un poco a Dora, que imaginaba los peores escenarios sobre lo que le pasaría si la policía encontraba allí a Candy. Pero también le provocaba pesar. Candy estaba en la peor situación de su vida, prisionera y sin esperanza de poder escapar del yugo de Terry y su madre.

"Señorita, le digo, es peligroso. Los señores han perdido la razón, y tienen a la señora Candy secuestrada", le advirtió en voz baja.

"No, eso no puede ser. De hecho, vengo a traerle a Candy los papeles de divorcio para que pueda liberarse del yugo de un matrimonio no deseado. Ella será libre, y podrá quedarse con Terry de ahora en adelante".

Dora la miraba extrañada, pensando que esa señora también estaba loca.

"Pero, señora Annie, si la señora Candy detesta al Sr. Terry".

"No, no, eso es por un sentido de culpa que tiene con su exesposo. Déjeme hablar con ella, y todo se aclarará", dijo Annie completamente segura de su misión. "Entréguele esta carta del Sr. Ardlay para sus señores, y todo se solucionará", le terminó Annie, dándole la carta con el sello Ardlay.

La mucama dejó que Annie entrara a la antesala.

"Espere aquí, por favor", le dijo un poco fría. La verdad es que pensó que era un plan para entrampar a los dueños de la casa, y que ella podía salir perjudicada.

De hecho, los dueños no eran tontos, especialmente con el trato que les daba Candy. Probablemente pensaran lo mismo que ella. De todos modos, fue directamente a la cocina, donde tanto Terry como Eleanor se tomaban un té. Los otros invitados estaban haciendo sus actividades en la casa.

Dora les entregó la carta. Cuando Terry vio de quien era, sintió un cosquilleo en el estómago. Su madre fue la primera en señalar que podía ser una trampa, pero Terry sabía que Albert era un hombre de honor, así que la tranquilizo. Entonces rompió el sello y abrió la carta, que comenzó a leer en voz alta.

"Estimado Terry:

Primero quiero que sepas que esto no es una trampa, por si estabas pensando en eso. Creo que me conoces lo suficiente para saber que siempre he estado para ti y para Candy. Ahora no es diferente. Quiero que sepas que Annie tiene en sus manos los papeles de divorcio para comenzar los trámites lo más pronto posible. Me parece que Candy sí quiere estar contigo, y para eso, me hago a un lado. Deja que Annie hable con ella. Creo que ella sí tiene miedo y se siente obligada conmigo. Con Annie, entenderá y dejará ir todo lo que la ata conmigo.

Tu amigo Albert.

PD: En los papeles de divorcio incluyo una cláusula de custodia compartida de nuestros hijos. Estoy seguro de que no se querrá separarse de ellos, pero soy el padre, y creo que también deben estar conmigo. Además, no creo que sea adecuado que comiencen ustedes dos su vida juntos con familia extendida. Espero que entiendas".

NUDOS QUE ATAN CABOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora