- ¿Oye, huelen eso? -dijo Grover, olfateando. -Hamburguesas.
Grover comenzó a caminar y los chicos lo siguieron, confundidos. Lizz había comenzado a caminar por su cuenta.
-Grover ¿Qué haces? -dijo Annabeth.
-Alguien prepara hamburguesas en medio de la nada en una vereda de sátiro, sea quien sea, es de nuestro mundo.
Al salir del bosque, se encontraron una calle cerrada, con una estación de servicio.
-Ay, no puede ser.
En el final de la calle, había una casa, en su entrada había estatuas de piedra, la mayoría parecían ser monstruos.
-¿Qué? -dijo Percy.
-La tía M tiene un jardín lleno de estatuas de piedra. Sí, sí es alguien de nuestro mundo. -dijo Annabeth.
-La tía M.. -susurró Lizz, en su mente, trataba de cuadrar todo con la información que tenía, hasta que lo entendió. -Chicos, La tía M. Estatuas de Piedra.
Percy la miró confundido. -¿Eh?
-Hay que irnos. Rápido. Mientras podamos. -exclamó Annabeth, que sí había entendido lo que su amiga decía.
No alcanzaron ni a dar mas de tres pasos que Alecto, una de las Furias, se les apareció en frente, impidiéndoles salir de ese lugar. Lizz preparó su arco y flecha, apuntando hacía el monstruo, esperando para disparar al mínimo movimiento. Percy la imitó, sacando su espada.
-Debiste aceptar mi oferta mientras podías. -dijo Alecto, parecía que se dirigía a Annabeth.
-¿A qué se refiere? ¿Annabeth? -preguntó Lizz, sin quitarle la vista a Alecto.
Una voz de mujer se oyó detrás de los cuatro adolescentes.
-Hoy no amigos, no en mi entrada.
Los chicos notaron que Alecto se volteó tapándose la vista, por lo que ellos hicieron lo mismo. Annabeth y Lizz estaban en lo cierto.
-Si tienen algo que resolver, ¿Por qué no entran y les ayudo? ¡Alecto! ¿No nos acompañas? No, me lo había imaginado. No va a molestarlos mientras estén conmigo, pero no creo que tampoco se vaya, significaría reportar que fracasó en capturar al hijo de Poseidón.
-¿Cómo es que.. -dijo Percy.
-Un hijo prohibido fue reclamado, ¿Cuánto creíste que duraría el secreto? -dijo la mujer.
-Es un placer estar frente a ti, hijo de Poseidón,
soy Medusa.Percy estaba a punto de voltearse, pero Annabeth no lo dejó.
-¡Percy no! Es un monstruo.
-Todos elegimos quienes son nuestros monstruos, pero ahora, ella quiere destrozarlos y hacerlos pedazos -dijo Medusa -Y yo les ofrezco comida, ustedes deciden.
Lizz escuchó los pasos de Medusa alejándose, por lo que hizo una señal para que los chicos voltearan tranquilos.
-Oigan confiemos en ella. -exclamó Percy.
-¿Qué? -dijo Annabeth.
-¡No! -dijo Grover, casi encima de ella.
-No puedo explicarlo es que.. mi mamá me contaba su historia. Y el punto es que ella no es lo que el mundo cree, y yo confío en mi mamá. -dijo Percy, mientras miraba a Lizz, pidiéndole su apoyo en esto.
Lizz tampoco creía que Medusa era un monstruo, al igual que a Percy, su madre le contó mucho sobre los Dioses y sobre Medusa, por lo que decidió no dejar a el rubio solo en esto.