1 semana después, el día que el juego comienza.
Elizabeth estaba mas que preparada ese día. Se había pasado la semana entera entrenando, día y noche, sin parar. Despertaba a Luke cada mañana para que la llevara a los campos de entrenamiento, trató de aprender todo lo que podía. Aprendió muchísimo a luchar con espadas, aunque su especialidad seguía siendo el arco y flecha.
Ya era hora de que el juego comenzará, todos estaban posicionados. Quirón estaba explicando las reglas del juego.
―¿Ves esa chica que está allá? ―le dijo Annabeth a Elizabeth, susurrando.
―Sí. ¿Qué con ella? ―respondió Elizabeth en el mismo tono.
―Ella es Clarisse La Rue, la hija favorita de Ares.
―¿Y eso qué?
―Ella vendrá por ti. Siempre va a los nuevos, tú eres nueva. Y la he visto observándote, estoy segura que querrá pelear contigo.
―Pues la estaré esperando. ―respondió Elizabeth con confianza y seguridad, Luke sonrió, estaba escuchando su conversación.
―Ten cuidado, es muy buena. ―dijo Annabeth.
―Tendré que ser mejor. ―Elizabeth miró a Annabeth, quien le dio una sonrisa.
La caracola sonó y todos comenzaron a correr, Elizabeth fue tras Luke.
No tardaron en llegar los campistas del equipo rojo.
―¿Lista? ―dijo Luke, mirando a Elizabeth.
Elizabeth asintió con la cabeza y sacó su espada. Cuando los del equipo rojo estaban cerca, no dudo en atacarlos. Ella y Luke pelearon contra cada uno de ellos, venciéndolos sin problemas. Elizabeth se había vuelto realmente buena, como si tuviera el instinto en la sangre.
La rubia vio como Clarisse escapaba detrás de los árboles, había usado a los del equipo rojo como distracción. Corrió tras ella sin que la viera.
―¿Qué haces? ―dijo Luke.
―Vuelvo enseguida. Busquen la bandera. ―respondió Elizabeth.
Clarisse se había frenado al escuchar los pasos detrás de ella. Estaba con su lanza en mano, Elizabeth supuso que Ares se la había obsequiado. Sacó silenciosamente su arco y flecha, comenzó a disparar por arriba de los arboles para distraer a Clarisse de donde estaba realmente el sonido. Clarisse le indicó a los chicos que estaban junto a ella que siguieran, mientras ella se encargaba.
―Mala idea, Clarisse. ―susurró Elizabeth para ella misma.
―¡Sal, cobarde! ―exclamó Clarisse.
Elizabeth lanzó otra flecha al aire y Clarisse se volteó. Cambió el arco y flecha por la espada y atacó a Clarisse cuando estaba de espaldas. La rizada reaccionó rápidamente.
―¿Atacas por la espalda, nueva? ―dijo Clarisse, dándole batalla. ―Eso significa que tienes miedo.
―Eso significa que soy inteligente. ―respondió Elizabeth, quien no se dejaba vencer por Clarisse.
La rubia recordó como Luke le enseñaba el desarme, por lo que lo implementó y efectivamente, funcionó. La lanza de Clarisse voló y chocó contra uno de los arboles, cayendo al suelo. Elizabeth puso la espada apuntando a la morena, evitando que se mueva.
La caracola sonó. Ambas miraron al río, el equipo azul había ganado. Clarisse empujó a Elizabeth y se fue, muy molesta.
Elizabeth no le dio importancia y corrió hacía Luke y Annabeth.
―¿Dónde estabas? ―preguntaron ambos al mismo tiempo.
―Peleando con Clarisse. ―Elizabeth puso sus manos en las rodillas, algo exhausta. ―Le gané y creo que está molesta por eso.
―¿De verdad? ―dijo Annabeth, asombrada, como si no le creyera.
Elizabeth asintió con la cabeza.
―Tienes mis respetos. ―Annabeth le dio la mano. Elizabeth la tomó riendo, negando con la cabeza ante su comentario.
(...)
Los chicos habían hecho una pequeña celebración por haber ganado, una pequeña fogata en el bosque. La mayoría de los que estaban eran miembros de la cabaña de Hermes y Atenea.
Elizabeth vio a Clarisse a lo lejos, viendo lo que hacían. Decidió acercarse, pero cuando Clarisse vio que ella se acercaba, comenzó a alejarse.
―¡Clarisse, espera! ―dijo Elizabeth.
―¿Qué es lo que quieres? ―alegó Clarisse, volteándose.
―Hablar.
―¿Sobre qué?
Elizabeth pensó, en realidad no planeó que iba a decirle. Hasta que algo se le ocurrió.
―Te propongo pelear en cada captura a la bandera, la que tenga mas vencidas al final del año, gana.
Clarisse entrecerró los ojos y una sonrisa se formó en su rostro. ―Acepto.
Ambas estrecharon sus manos, cerrando el trato.