Namjoon está en la cima del mundo. Es la mayor promesa del rap actual, su música ha llegado a todos los rincones de la tierra y está rodeado de gente dispuesta a complacerlo.
Jungkook es tan solo otro de los muchos borrones en su vida, que vienen y...
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El local donde quedó de verse con Shaun estaba abarrotado de lo que parecía ser gente importante. Namjoon condujo hasta allí sin siquiera saber cómo, siguiendo vagamente las indicaciones del GPS y saltándose unas cuantas normas de tráfico.
Sabía que estaba obligado a llamar a Jin para que lo llevara a cualquier parte. La última vez lo pillaron conduciendo borracho y le habían retirado el carné de conducir. No le importaba, de todas formas. Se negaba a llamar a su representante y ganarse otra discusión absurda.
Mona Lisa es uno de los bares-discotecas más importantes de Los Ángeles. Namjoon había escuchado hablar de él, pero nunca lo había visitado porque le parecía una auténtica pastelada. Él frecuentaba sitios un poco más bajos, donde consumir no debía hacerse a escondidas, y la música predominante era el rap, incluso el rock, no el pop comercial.
Cuando entró al sitio sin necesidad de enseñar una invitación, le dio un asco tremendo ver a gente de renombre concentrada en aquel sitio. Todo estaba lleno de luces, mesas y alcohol. Había diversas tarimas repartidas por la estancia donde mujeres y hombres en poca ropa bailaban al ritmo de la música, mientras varias pandas de babosos les lanzaban dinero y babeaban a sus pies.
Lamentable.
No estaba siendo hipócrita, tan solo le molestaba la gente con doble cara. Él era una mierda de persona, pero al menos lo aceptaba y no se escondía.
Se dispuso a buscar a Shaun con la mayor de las paciencias que podía guardar. Vio a gente dirigiéndose hacia algunos pasillos, donde interpretó que debía haber salas privadas por si alguien quería montarse alguna fiesta subida de tono. Namjoon los siguió.
No le costó mucho dar con su conocido. Shaun estaba intercambiando algunas bolsitas por dinero con una chica semidesnuda en un costado del pasillo. El chico era rubio, con ojos verdes y cuerpo ancho. Era casi tan alto como Namjoon y su ropa elegante y barba arreglada harían pensar que era un empresario de éxito.
Lo era, pero a su manera.
Cuando vio llegar al rapero, una enorme sonrisa ocupó su rostro.
—Joon —lo saludó con un apretón en el hombro—. ¿Dónde te habías metido, hombre? Tenías una buena montada en casa cuando fui a verte.
Namjoon lo miró con seriedad. No le contestó a su pregunta.
—¿Tienes algo para mí?
Shaun se rio. Llevó una mano a su bolsillo trasero.
—Siempre al grano, ¿eh? Toma —le tendió una bolsa de mediano tamaño—. Coca y M. Es lo único que me queda.
Namjoon masculló. Bueno, era poco, pero era algo. Intentaría aguantar la semana y luego- Luego ya vería qué hacía. Le entregó un fajo de billetes a Shaun, que los tomó sin quejarse ni escatimar en cuánto había.
