𝗣𝗝𝗢 𝗖𝗔𝗦𝗧 | 𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦

Un miedo en el túnel de amor

Charlotte tenía una fobia, nada más ni menos que: el agua. A ver, tenía talasofobia que consiste en «un gran miedo persistente al mar y a lo que pueda esconderse en sus profundidades.» Lo cual era... malo. Si vas a interpretar a Annabeth Chase debes abstenerte de tener esta fobia o cualquier fobia al agua, porque, a ver, ser mejor amiga de Percy Jackson... hijo de Poseidón, dios del mar. Ya sabes por donde va la cosa.

Un requisito en la audición era esto: «No tener miedo al agua o el mar.» Pero entiendes ¿no? Charlotte tenía miedo a ahogarse, a no sentir algo debajo de ella, a la inmensidad del mar e incluso sentía que se ahogaba cuando veía el gran mar abierto, grandes ríos o corrientes de agua. Todo eso era una dificultad para ella.

Pero todos allí lo sabían, y aunque fuera un requisito importante para someterte a un papel así, Rick con un gran encanto, le dio el papel. Claro, debía esforzarme mucho más.

Walker recibía clases de buceo, aprendió a moverse bajo el agua con ropa (cosa que es demasiado incómodo y difícil). Charlotte recibió distintas terapias para llevar mejor ese traumita que tenía. A ver, que Charlotte sí podía meterse a una bañera, podía estar bajo la ducha, esas cosas básicas y normales sí que podía hacerlas. Su miedo irradia más en las profundidades. Así que evitaba visitar a Walker en sus clases.

Walker, decepcionado de que sus clases no se impartieran juntas (su entrenamiento era más intenso que el de Charlotte), la visitaba con frecuencia.

Primero, en un estanque con una profundidad de un metro. Eso fue fácil para Charlotte, caminaba con el agua a la cintura y cada día se agregaban 10 centímetros de agua. Primero a la cintura, después al pecho y después al cuello hasta que quedaba completamente sumergida.

Su fobia no le permitia tener una respiración bajo el agua super admirable, debemos decir. Debía volver a la superficie cada 15 segundos por que era demasiado para ella quedarse tanto tiempo. Pero intentaba mejorar con las técnicas de respiración.

Charlotte se sentía completamente bien, decía que (mentía) ya dominaba las técnicas de respiración. Incluso decía (mentía, otra vez) que se le hacía más fácil nadar con ropa puesta. Claro, Walker no le creyó.

—No me parece bien lo que haces. Eso de mentir sobre tu fobia —habló Walker con el ceño fruncido, rara vez se mostraba así —. Solo digo, quizá puedas tener más tiempo y la escena del túnel pueda aplazarse un poco más.

—No, Walker. No puedo hacerles eso, Rick ya tiene como 80 años y para cuando yo supere mi fobia él ya estará muerto —intentó bromear, aunque claro, no le robó ni una sonrisa.

—Pero podemos intentarlo. Puedo decir que mi entrenamiento va mal y no sé, tener algo de tiempo

—¿Tú? ¿El hijo de un militar? ¿Mal en el agua?

—Si tú mientes, yo también puedo.

—¡No! Es que no entiendes. No puedo hacer que atrasen todo por culpa de mi miedo. Lo haré bien, lo prometo.

Walker le miró no muy convencido de sus palabras pero asintió levemente. Se acercó a ella y tomó su mano.

—Cualquier cosa, lo que sea, por muy tonto que pienses que es, ahí voy a estar yo. —le dió un leve apretón a su mano y después de mirarla a los ojos para asegurarse de haberlo dejado claro, tomó sus cosas y salió.

La escena del túnel del amor se grababa hoy. Después de que los encargados de cámara me aseguraban de que estarían ahí para cualquier cosa, empezamos a rodar. No olvidar las líneas fue un poco difícil pero saber que había personal calificado por si llegase a ocurrir alguna cosa me brindo seguridad. El encargado de la construcción del túnel había dicho la cantidad de agua utilizada para la escena, que obviamente, preferí olvidar. En el recorrido del Túnel, ya sabes, con la musiquita y todo el show, tomé la mano de Walker. Se supone que no debía habersela tomado pero poco me importo, aunque evite que alguna cámara lo captará.

Tocaba saltar del pequeño bote, alguien dio la orden para saltar. La escena sólo se podía repetir una vez (preferiblemente) aunque habían dicho que si no se lograba a la primera toma todo estaría bien. Pero debía ser profesional, pasar una hora secando el vestuario era algo que no quería hacer.

Walker tomó mi mano y saltamos juntos. Al tocar el agua ya no sentí su mano en la mía. Me hundía, empecé a patalear y tratar de llegar a la superficie. Estaba al colapso de un ataque de pánico pero eso solo haría más realista mi escena.

Walker llegó a la superficie donde estaba la trampa de Hefesto y llegué segundos después de él. Esa era nuestra última escena, después de mi muy realista cara de haber conseguido algo, alguien dijo un "Corte" y el personal nos felicitó.

—Lo hiciste muy bien, Charlotte. Igual tú, Walker —dijo alguien.

Antes de que cualquiera pudiese levantarme de ahí, Walker me tomó con una fuerza, que no era de un niño, que me puso de pie. Estaba yo temblando, mi miedo era real. Me lleve las manos a la cara (cosa que hacía cuando estaba muy estresada) pero Walker las tomó entre las suyas.

—Lo hiciste bien, lo hiciste muy bien —me dijo, como convenciendome—. Estuviste estupenda, buen trabajo.

Yo aun seguía temblando, aquello era algo que no me podía creer que había logrado. La escena salió en una sola toma y gracias a los dioses no se repetiría. Al ver que estaba más allá que acá, Walker juntos nuestras frentes y puso sus manos a cada lado de mi cara.

—A la gente le va a impresionar lo real que fue tu miedo en esa escena —sonrió.

—Ay, por favor. Cállate.

—Sabía que podías hacerlo —me dio un beso en la frente y con ambas manos retiro el cabello que se me pegaba por las sienes.

La siguiente escena era en la que Percy se sentaba en el trono-trampa hecha para Hera. Esa escena dio un vuelco a mí corazón, los ojos de Walker estaban vidriosos, como si quisiera llorar, levemente rojos. Se me junto todos los sentimientos anteriores, el sentimiento de Percy diciendo que estaría bien. Todo.

Estaba yo a punto de llorar también, desconecte con el mundo. No estaba actuando, estaba suplicando de verdad que Percy se levantará de ahí, que no lo hiciera. Me desborde de sentimientos, incluso en la escena en la que le daba un gran discurso a Hefesto. La escena terminaba ahí. Después de unos segundos de silencio, el director dijo "Corte" y me regalaron una ronda estrepitosa de aplausos.

Walker se acercó a mí, casi completamente seco. Masajeo mis tríceps y mi espalda y me abrazó. De repente me sentía como... no sé, una pareja de patinaje artístico después de haber terminado una rutina. Este contacto físico no lo solíamos tener en público, especialmente con un director viéndonos pero a Walker no parecía importarle y a mí tampoco.

Lo estreche con fuerza, deseando quedarme así para siempre.

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