Bienvenidos al mundo del espectáculo

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Observé mi cara frente al lavabo, la pastilla rosa temblaba entre mis dedos

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Observé mi cara frente al lavabo, la pastilla rosa temblaba entre mis dedos. Me la trague sin necesidad agua. Me limpié el sudor rápidamente.

El murmullo allá afuera es demasiado fuerte, el mareo en mi vientre me hace contener la respiración. Practico de nuevo mi sonrisa frente al espejo y arreglo mi cabello. Puedo hacerlo.

A nadie le importa los problemas que una chica de quince años puede tener, especialmente si esa niña es actriz. Aguardo las pastillas para la ansiedad rápidamente en mi bolsa.

Respiro y vuelvo a respirar, sigo el ritmo que la psicóloga me dijo que siguiera. Entonces siento un alivio cuando la sensación de perderlo todo se desvance.

Alguien toca la puerta y me arreglo el vestido rosa que me han pedido usar. Es de una marca estúpida, comercial y llena de gente que no comprende como realmente la moda afecta el medio ambiente. Estoy vestida de hipócrita.

—Charlotte, ¿estás lista? —es Walker quién a venido a buscarme a mi habitación de hotel.

Me arreglo otra vez, me lavo las manos para quitar el creciente sudor. Entonces abro y le enseño la mejor sonrisa que tengo.

—¿Y bien? ¿Listo para irnos? —Le digo. Hay cámaras grabando por doquier.

La manager, fotógrafos y estilistas están mirándonos. Los flash de las cámaras captan nuestras sonrisas tímidas y nuestras mejillas llenas de rubor.

Bajamos al vestíbulo y la limusina nos recoge. Walker me deja entrar primero, nuestros padres nos siguen en un auto especialmente preparado para ellos. Aryan no está y desearía que estuviera.

Nuestros managers se enfocan rápidamente en sus tareas cuando la limusina arranca. Walker se sienta a mi lado, su calor me reconforta.

Entonces puedo sacarme la máscara y tomar su mano, mi mirada deja ese brillo fingido y entonces él entiende que me pasa. Se acerca a mí y me rodea con sus brazos. Deja un casto beso fraternal en mi cabeza y canta la canción del show.

Intenta hacerla graciosa para hacerme reír y él mejor que nadie comprende porque tengo que vivir esto. Para él no ha sido tan difícil como a mí pero tarde o temprano le pasará. Ese pensamiento me da ansiedad, me da miedo que él también dependa de pastillas para estar bien.

Respiro su perfume natural, sus brazos son cálidos y reímos porque su traje está hecho a medida y no falta mucho para que se estire. El camino se hace más llevadero.

La limusina se detiene y el ambiente se vuelve tenso. Los managers son los primeros en salir y asegurar el lugar, indican a los fotógrafos mantener cierta distancia pero, como siempre, no harán caso.

—Vas a hacerlo bien, sé que puedes. Vamos a hacerlo bien. —Walker acuna sus manos en mi cara y me mira con una convicción que no tengo.

Asiento porque es lo único que puedo hacer. Esta tarde ha sido el peor episodio de ansiedad que he tenido y sólo pareció importarle a los adultos más cercanos, y a Walker. Aryan ha llamado porque sabe cómo me pongo pero no tenía la suficiente estabilidad para contestarle.

Walker sale primero y los flash estallan, casi de manera ciega estira la mano y saca una manta para cubrirme. Me deslizo en el asiento de cuero oscuro con las manos cubriendo mis piernas. Levantarse del asiento con un vestido que me llega más arriba de las rodillas es horrible.

Walker no baja la manta hasta que mi vestido alcance su pequeño largo y entonces puede soltar la manta y los flash vuelven a estallar. Los fotógrafos nos gritan como deberíamos posar y si podemos sonreír. Lo hacemos porque es nuestro trabajo.

Walker toma mi brazo y avanzamos hasta la primera entrevistadora. Justo como estaba ensayado. La mirada de Walker está en mí, sabe que no quiero hablar demasiado y se encarga de ser él quien toma la palabra.

Avanzamos hasta la alfombra y entonces sonreímos porque esto es una farsa, vestida de hipocresía, los temblores en mi interior ya no se notan. Walker me toma de cintura porque así es mas fácil tomarme si me desmayo. Aseguro mi brazo alrededor de la suya y sonreímos ante los flash que nos dejaran ciegos un día de estos.

No quería aceptar esta invitación que Disney ha hecho, pero Walker no quería ir solo. Ha hecho tanto por mí y estoy dispuesta a devolvérselo.

—Estás preciosa. Hay que demostrarles que podemos. —dice intentando disimular.

—Nos van a leer los labios. —entonces sonrió con sinceridad por primera vez en la noche.

Walker voltea a verme y aleja un poco la cabeza para verme con totalidad a la cara. Sonríe mostrando los dientes, las mejillas parecen tocarle las pestañas y entonces sé que está sonriendo de manera feliz.

Eso me da una alegría desorbitante y olvido que los fotógrafos nos piden atención. Engancho ambos brazos alrededor de su cuello y lo acerco a mi en un abrazo casi necesitado. Respiro en su cuello y siento sus manos tomar mi cintura. Tengo que estirarse un poco para alcanzarlo y entonces Walker le da la espalda a las cámaras y me cuida, cuida de que lo corto del vestido no revele demasiado de mí.

Siento su risa acariciandome los oídos. A la gente parece gustarle pero no me importa, no me importa que nos pidan que los miremos y que posemos para ellos. Finalmente suelto a Walker con una sonrisa en los labios.

—Me gusta eso, deberíamos hacerlo mas seguido. —dice intentando no reír.

—¿Para darles de comer a éstos? —le preguntó alzando una ceja y mi mirada se dirige hacia los fotógrafos.

Walker se ríe y sus ojos se abren con sorpresa, intenta cubrirse la boca para evitar el asomo de su risa pero falla.

Finalmente hacemos caso a lo que nos piden pues es nuestro trabajo. Walker mantiene un poco de resistencia al soltarme cuando nos piden fotos individuales.

Sonreímos, algunas veces falsamente y solo cuando estamos juntos, verdaderamente. 

Esa noche no doy indicio de haber tenido un ataque de ansiedad en la habitación de hotel, que estoy vestida con una marca que apoya cosas en contra de mi moral, que me flaquean las piernas, que tuve miedo y que estuve a punto de desmayarme. Sonrió con una falsa felicidad, como si hubiese recibido la mejor noticia de mi vida, como si fuera mi cumpleaños.

Pretendo que el sonido de flash son aplausos, que hay muchas yo aplaudiendo por mi esfuerzo. Porque estoy haciendo algo que quizá termine matándome pero que a la vez amo.

La noche termina y en la limusina, Walker y yo podemos respirar. Me mira de reojo y podemos reírnos.

Y nos reímos y reímos hasta que el estómago nos duela y las lágrimas caigan. Podemos reírnos como los niños que somos y no como en los adultos que quieren convertirnos.

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I'm so depressed, I act like it's my birthday every day.

𝗣𝗝𝗢 𝗖𝗔𝗦𝗧 | 𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora