✧。Capítulo 2。✧

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El breve silencio que se había instalado en aquel auto hizo que el ambiente se volviera tenso, irreal, casi asfixiante.

El policía había repetido su pregunta, pero ella lo había escuchado en un tono tan lejano, que solo percibió sus labios moverse. De lo único que estaba verdaderamente consciente era de esa mano que apretaba su rodilla con fuerza, el cual era un claro indicio de que estaba perdida.

Con miedo miró al pelirrojo, y este tenía dibujado en sus labios una sonrisa de falsa dulzura; aunque no podía ver sus ojos, era claro que contento no estaba. Ella giró el rostro con lentitud hacia el policía y negó repetidas veces, respondiendo así a la pregunta que había dejado en el aire.

—Na-nada. Estoy bien.

—¿Está segura? Parecía que quería decirme algo.

—No debe preocuparse —intervino con naturalidad el delincuente—. Mi esposa está en esos terribles días. Me ofrecí a manejar, pero usted sabe cómo se ponen las mujeres cuando están tan irritables —explicó—. Toca aguantar, ¿no cree?

Aquel policía analizó cada palabra dicha, sintiendo cierta duda. Observó al pelirrojo, también a la castaña quien formó apenas un intento de sonrisa; luego de unos segundos él asintió comprendiendo el supuesto contexto.

Sin imaginar que la trama planteada por aquel pelirrojo era una completa mentira, y que tenía frente a él al ladrón que tanto buscaban.

—Claro. Sigan su camino y disculpen las molestias.

Ella asintió casi como un robot, pero su supuesto esposo se atrevió a sonreír e incluso a hacerle un gesto amistoso como despedida a aquel policía.

En ese instante, su corazón palpitaba tan lento, casi muriendo, viendo con ansiedad como aquel policía se alejaba de ella sin voltear atrás. De inmediato se replanteó la idea de gritar y pedir ayuda. Ella estaba segura que podía hacerlo, todo era cuestión de abrir la puerta, pero otra vez todo quedó en la nada.

La respiración sobre su oreja la hizo dar un respingón de susto en su lugar; si seguía de esa forma en cualquier momento podría morir de un paro cardíaco.

—¿Pretendías decir algo? —susurró él en tono amenazador, y ella negó con la cabeza—. Eso pensé. Otra estupidez como la que acabas de hacer, y tú lindo cuerpecito terminará en un tacho de basura, ¿te queda claro? —esta vez utilizó un tono sutil pero perverso, y volvió a apretar su rodilla—. Ahora vámonos.

A ella no le quedó más remedio que asentir y obedecer.

Durante el trayecto, la tensión en el cuerpo de la castaña no disminuía pero ni un poquito. Ella sudaba frío, su cuerpo temblaba, tanta era su angustia que sentía que se iba a desmayar, incluso sus ganas de llorar eran inmensas.

¿Qué demonios debía hacer? Tenía a un delincuente en su auto y lo último que quería era llevarlo a su casa; posiblemente allí la mataría y después vaciaría su departamento. Por ahora no tenía más opciones, él estaba armado, y ella apenas tenía sal pimienta en su bolso.

Y para variar en su triste suerte, su única probabilidad de ser auxiliada se había perdido.

Resignada, ella se dedicó a conducir manteniendo la vista al frente, y sin voltear a verlo. Internamente no dejaba de maldecir su mala decisión por haber tomado aquel camino.

De tantas personas en esa ciudad ¡Por qué justamente ella tuvo que toparse con ese hombre! ¡Por qué! Su vida ya era demasiada complicada como para lidiar con algo extra.

—Ya llegamos —indicó con voz apagada. La castaña parqueó el auto frente a un elegante edificio y apagó el motor.

Los segundos pasaban, y ella no se atrevía a moverse de su lugar, sus manos seguían sobre el volante y su mirada permanecía perdida viendo al frente. Se sentía tan incapaz de pensar en lo que debería hacer a continuación, y más cuando todas las opciones ponían en riesgo su vida.

🔺Luces Rojas /Hwang HyunJin • Bang Chan 🔺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora