Fugaz

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Así fue su llegada, completamente de la nada. Apareció con un saludo y llegó a cambiar mi vida con su mirada.

Comenzó por mostrarme el final, ese final que hace rato ya había llegado, pero que su llegada me hizo mirar.

Con su mirada, su boca y su voz me perdí por completo, tal cual canto de sirena, lo que no sabía es que esto no era un cuento.

Ella era de carne y hueso, con heridas abiertas, como el resto, pero con un corazón lleno de deseo, cariño y un amor inmenso.

Al principio solo me enseñó eso, el final de un cuento. Pero con el pasar del tiempo me permitió entender su historia y crear en mí un sin fin de sentimientos.

Me enamoré de todo lo que lleva dentro, incluso de eso que no me contó por miedo. Comencé a amar cada una de sus facciones y de sus momentos, incluso, sus ataques de silencio.

Amé su cuerpo sin necesidad de tocarlo, le hice el amor mil veces solo con mi voz, la imaginación y sus manos haciendo lo que yo deseaba hacer con mi cuerpo.

Comencé a saber lo que es querer proteger y cuidar a alguien de todo lo que pueda acabar con su sonrisa y sus mejores momentos.

Velar su sueño, abrazarle en silencio, mirarla a los ojos y decirle que estaba conmigo y yo siempre la iba a cuidar de la ansiedad y sus miedos… Era todo lo que deseaba cuando la distancia nos golpeaba por completo.

Con ella descubrí lo que es el amor bonito, sincero, verdadero, libre y sin apegos. Tanto que me toca aceptar que ya no está, soltarla quizás para siempre, quizás por un momento.

La amo, la amo con todo lo que soy y lo que tengo, aún lejos. No sé si vuelva, no sé si pueda cuidar de ella por completo pero sé que la amo y la amaré en todos los tiempos. Así nuestro amor solo sea fugaz como el tiempo.

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