Amaneceres

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Son todo lo contrario a la noche y, al mismo tiempo, tan iguales. Solo que este viene más cargado de esperanza y no de desvelo. Por algo siempre dicen "amanecerá y veremos" con un deseo inmenso de que el día anterior desaparezca para nunca más volver.

Es el comienzo, la oportunidad de algo nuevo, es el sol que hidrata, que calma, que alimenta el alma. Pero también es una cachetada de realidad que nos voltea la cara. Hay gente que le pide a Dios que no amanezca, mientras otros ruegan que vuelva para empezar otra vez.

Los amaneceres son como la sonrisa de un bebé, la sabiduría de un anciano, la sonrisa de un par de enamorados y la alegría de un recién graduados. Todos muestran lo mismo: satisfacción, placer, ganas de seguir y energía que contagia, esa que te hace volver a creer.

Muestran el calor sano, ese que en medida correcta no hace daño. Ese que ve a un niño nacer, a una flor crecer y a un animal correr.

Los amaneceres son la muestra perfecta de que siempre se puede volver a comenzar, pero sobre todo, volver a nacer.

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