Al principio de su relación, la primera imagen que Gordon obtuvo del rubio, fue la de una persona inalcanzable. Hábil en su trabajo, bueno para tratar con la gente y respetuoso con todos, pero había una coraza a su alrededor que creaba una gran distancia con el resto de la gente.
No pudo evitar sentir curiosidad por ello. Porque Gustabo constantemente estaba rodeado por agentes, civiles o delincuentes, mantenía conversaciones, bromeaba y se reía, pero siempre parecía lejano. Cómo si estuviera en un estado de soledad autoimpuesta.
Y James era alguien solitario. Estaba acostumbrado a pasar las noches con la luna como única compañía, a salir de servicio y que el silencio le siguiera a todas partes, a ser un superior para el resto, pero jamás una persona.
Y aquella soledad que lentamente lo consumía, era lo que podía observar en los profundos ojos celestes del rubio.
Hermoso, pero frío.
Carismático, pero aislado.
Competente, pero marginado.
Fue por esa misma razón que luego de su primera interacción, no dudó en acercarse poco a poco a él. Aprovechando que sus turnos coincidían bastante y que en general eran los dos altos rangos que estaban de servicio.
Al principio fueron bromas tentativas, cargadas de tensión y desconfianza, pero lentamente su relación se fue haciendo más sólida, derivando en insultos cargados de cariño, en discusiones plagadas de risas y gritos juguetones.
“Trabaja Gordon”
Se convirtió en la frase favorita del rubio, buscando activamente al castaño para molestarle.
Y de esa manera, lo que empezó como una mera curiosidad de Gordon, se convirtio en una relación de complicidad mutua, de bromas internas y momentos de reflexión y de recuerdos del pasado.
Ambos llevaban años tragando mierda, tenían un pasado en común que los unía más que al resto , por lo que podía hablar de cosas que nadie más entendería.
Y lentamente, la soledad fue reemplazada por risas, insultos y discusiones, fue reemplazada por familiaridad, confianza y cariño. Fue reemplazada por horas manejando H-5O, patrullando por la ciudad o rellenando informes.
Por lo que una tarde al pasar fuera de una tienda y ver unas gafas negras con marcos rosas y que su primer pensamiento fue lo mucho que le gustarían a Gustabo, no le resulto tan sorprendente como debería ser.
Porque durante las últimas semanas, solo dos cosas rondaban por su mente, el trabajo y Gustabo García.Y aunque descubrir que su corazón se aceleraba con solo oír el nombre del rubio no fue un shock, no quiere decir que no lo haya puesto nervioso. No cuando comenzó a ser consciente de lo cercanos que se habían vuelto.
No podía evitar tartamudear al ver las hermosas sonrisas que Gus le daba cuando patrullaban al atardecer, no podía evitar quedarse embelesado al oír la risa del rubio, no podía evitar quedarse observando la forma en que García se desenvolvia en el mundo, relajado, confiado, cargado de seguridad, pero siempre amable.
Pero dentro de sus planes no estaba el confesar sus sentimientos. No cuando había escuchado múltiples veces al Inspector decir que la gente le daba asco, no cuando lo había visto imitar sonidos de arcadas al escuchar a parejitas siendo acarameladas y cómo rodaba los ojos con disgusto cuando Isidoro le hablaba de sus planes de romance.
Tragarse sus sentimientos y mantenerse en silencio no parecía ser una tarea tan difícil, al menos no en comparación con lo que su amistad le brindaba. Pero su corazón y su mente eran débiles por este hombre, por lo que no pudo controlar sus palabras por mucho tiempo y acabó confesándose en medio del patrullaje.
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Historias Gortabo y Otros
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