Cómo conquistar a James Gordon

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Genobeba García era una persona segura de sí misma, era consciente del atractivo físico que se cargaba y gracias a años de aprendizaje de las calles, se había construido una personalidad encantadora. 

Su cabello rubio hasta la mitad de la espalda estaba cuidadosamente peinado, sus ojos azules resaltaban por una ligera línea de delineador y sus pestañas rubias se veían más grandes gracias a una máscara de pestañas transparente. Y sus labios siempre cargaban su infaltable color rojo. 

Era una mujer bonita, delgada, pero con las suficientes curvas para ser consideraba deseable por cualquier persona y su personalidad desafiante, pero juguetona siempre conseguía captar la atención de todo aquel que estuviera cerca. 

No se avergonzaba de quien era ni de lo que era capaz de conseguir, porque ella era una sobreviviente. Años de aguantar mierda en las calles, luchando para vivir, comiendo las sobras de otros, fingiendo ser un niño para estar segura. 

Genobeba sabía lo que quería, cuando lo quería y de qué manera lo quería. 

Cuando volvió al cuerpo policial, todo le resultaba aburrido. Antes, al menos tenía personas con las que bromear, discutir o con los que coquetear, como el comisario Rodríguez o el gilipollas de Brownie. 

Pero ahora estaba rodeada de imbéciles.

Pequeñas mierdas que se creían con el derecho a todo, cómo si fueran el puto Superintentende, pero no eran más que alumnos. La presencia de Kyle era reconfortante, pero fuera de eso no había manos amigas. 

Pero poco a poco, eso fue cambiando, primero con la incorporación de Isidoro, luego Filadelfo, el comisario Trucazo y por último, James Gordon. 

Gen no era una persona que sintiera demasiados deseos sexuales o atracción romántica por las personas, pero James era su maldita excepción. 

El castaño era alto y tenía unos brazos tatuados que la dejaron encantada la primera vez que los miro, su rostro era muy masculino y tenía la mandíbula marcada, su piel tenía un ligero bronceado y su barba estaba perfectamente recortada. 

El hombre era atractivo, pero si eso fuera lo único llamativo de él, tenía muchas opciones más. No, lo que volvía irresistible al castaño era su personalidad. 

Al principio era serio, enfocado en su trabajo, organizando a la malla sin titubear, tomando el control de la radio cuando estaba a su lado, pero nunca faltandole el respeto. Al contrario, James se aseguraba de que todo el mundo recordara que ella era la superior. 

Era agradable, siempre pregúntale su opinión sobre todo. Era amable, sabiendo que no le gustaba mucho estar en H-50, por lo que tomaba esa responsabilidad sin reprocharle nada. Era respetuoso, jamás insinuando nada que pudiera llegar a ser incómodo o demasiado personal. Y tenía un sentido del humor tan roto como el suyo, siempre captaba las cosas de las que hablaba, partiendose el culo de la risa, bromeando con ella a la par, insultandose y elogiandose por igual. 

Gordon era la persona con la que más congeniaba, el que la alegraba con sus risas, el que rivalizaba su ingenio a la hora de inventar insultos o historias para meter mierda, el que siempre le seguía el juego y estaba dispuesto a hacer todo lo que ella quisiera, mientras fuera coherente. 

A Genobeba realmente le gustaba. 

Pero había un problema, James era demasiado bobo para notar que llevaba dos meses coqueteando con él. 

Por lo que cansada de tener que escuchar a su idiota llamar “Corazón” a todo el mundo, decidio que era hora de poner en marcha su ”Plan de tres pasos para conquistar a James Gordon”.

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