—¿Qué tal te ha salido el último examen? —le preguntó Noah a Jamie al final de la semana siguiente.
—Creo que bien. Me alegro de haber terminado —respondió Jamie revolviendo su batido de leche con la pajita.
—¿Qué tal con Bruno?
—Bien. Tan pronto como se enteró de que estabas embarazada, creo que se ha convencido de que todo marcha bien entre tú y Nick.
—Menos mal —dijo Noah—. De todos modos, Jamie, no comprendo por qué
esperaste tanto tiempo para hablarnos de los problemas que tenías con él. ¿Por qué?
—Bueno… —dijo Jamie bajando la mirada.
—¿Qué pasa, Jamie?
—Se supone que no debería decirte nada.
—¿Decirme qué?
Jamie no pudo evitar sonreír.
—Es verdad que Bruno y yo estábamos algo más distanciados desde que tú y Nick os separasteis, pero al final solucionamos nuestras diferencias. Desde luego, no nos enfadamos tanto como para que hubiera peligro de que nos expulsaran.
Noah se quedó boquiabierta.
—¿Quieres decir que ha sido una farsa?
—Sí —respondió Jamie con honestidad.
Noah se recostó en el respaldo del asiento.
—¿De cuál de los dos fue la idea?
—De ninguno de los dos.
—Entonces, ¿de quién?
—He prometido no decírtelo.
Noah, inclinándose hacia delante, le agarró la muñeca.
—Jamie, tienes que decírmelo. ¿Fue Nick?
Jamie negó con la cabeza.
—¿Mamá?
Jamie volvió a sacudir la cabeza.
—¿Papá?
—No, y deja de preguntármelo porque no te lo voy a decir.
Noah le soltó la muñeca.
—No se me ocurre quién más puede haber sido —dijo ella frunciendo el ceño.
—Evidentemente, alguien que no quería que os divorciarais —declaró Jamie.
—¿Quién, entonces? ¿Por qué no puedes decírmelo? Es muy importante, Jamie.
—¿Por qué es importante? —preguntó él—. Ya estáis juntos otra vez, eso es lo
único que importa.
Los chicos ya habían acabado los exámenes y, además, Noah estaba cansada de fingir ser feliz cuando no lo era. Lo confesó todo.
—Lo que más deseo en el mundo es tener este hijo —concluyó Noah—, el pobre no tiene la culpa de nada. Pero Nick no me ama.
—Eso no es verdad, Noah. Nick te quiere, de eso no me cabe la menor duda.
Noah sacudió la cabeza con tristeza.
—No, no me quiere, Jamie. Me lo ha dicho. No me ha perdonado lo ocurrido aquella noche. Y ahora que no estoy segura de quién es el padre del niño, creo que jamás me perdonará.
—¿Y qué vas a hacer?
Noah lanzó un suspiro.
—No lo sé. Nick me ha ofrecido seguir casado conmigo por el bebé, pero yo
no quiero vivir con un hombre que no confía en mí. No lo soportaría.
—Te ha pasado lo mismo que a mamá, ¿eh?
Noah miró a su hermano a los ojos.
—¿Sabías eso?
Jamie asintió.
—Sí, hace unas semanas les oí discutiendo sobre ese asunto.
Noah volvió a suspirar.
—Ahora comprendo por qué papá siempre ha sido tan duro conmigo. Supongo que, en el fondo, no ha podido evitar dudar que fuera hija suya. Tengo miedo de que pase lo mismo con mi bebé.
—Pero podría ser de Nick, ¿no? —dijo Jamie.
—Sí. Está esperando a que me hagan la prueba de ultrasonido con el fin de
tener una idea más clara sobre cuándo me quedé embarazada. Tengo una cita con el ginecólogo y Nick me va a acompañar.
Jamie se quedó pensativo unos momentos.
—¿Le has dicho a Garth lo del embarazo?
—Sí.
—¿Y qué ha dicho él?
—Ha dicho que no cree que sea suyo.
—En ese caso, vas a tener que encontrar la forma de convencer a Nick de que él es el padre.
—Sí, ¿y cómo?
Jamie se quedó pensativo y Noah agarró la cuenta de la cafetería.
—Bueno, será mejor que nos vayamos ya. Tengo que volver a casa —dijo
Noah—. Nick ha invitado a su hermana Gina y a Bruno a cenar esta noche y no quiero llegar tarde.
—Hola, Noah —dijo Gina acercándose a Noah para darle un beso en la
mejilla—. Estoy encantada de verte otra vez. No sabes lo que me alegro de que Nick haya suspendido la petición de divorcio.
—Gracias, Gina. Yo también me alegro de verte.
—Y enhorabuena por el embarazo —añadió Gina—. ¿Cómo te encuentras?
Noah hizo lo posible por ignorar el dolor que había empezado a sentir en el vientre aquella tarde después de volver a la casa mientras hablaba con Nick y le contaba lo que Jamie le había dicho respecto a su falsa extrema enemistad con Bruno.
—Estoy algo cansada, pero es normal —respondió Noah.
—Bruno, saluda a tu tía —le dijo Gina a su hijo.
Bruno se acercó a Noah con expresión titubeante.
—Hola, Noah.
—No te preocupes —le dijo Noah en voz baja mientras Gina cruzaba el salón para aceptar la copa que su hermano le había preparado—. Jamie me ha contado lo que habéis hecho.
—Siento haberme excedido —dijo Bruno—. Quería ser convincente delante de mi tío.
—Y lo has sido, no te quepa duda de ello —respondió Noah—. No obstante,
como dije aquella noche que fuimos a cenar a la pizzería, cometí un error del que siempre me arrepentiré.
—El tío Nick te ha perdonado y eso es lo que importa —contestó Bruno—.
Yo estoy dispuesto a hacer lo mismo.
—Gracias, Bruno. Te lo agradezco sinceramente.
Nick alzó su copa a modo de brindis mientras se acercaba a su esposa y a su sobrino.
—Por el fin de curso —dijo Nick.
Noah fue a por su copa, que había dejado encima de una mesa de centro, pero se desplomó en el suelo al sentir una intensa punzada de dolor en el vientre.
—¡Noah! —Nick se arrodilló a su lado al instante, su expresión era de suma
preocupación—. Noah, ¿qué te pasa?
Ella, con expresión de pánico, se agarró el vientre.
—Creo que… lo voy a perder…
—¿Al bebé?
Noah asintió conteniendo un grito de dolor.
—Voy a llamar a una ambulancia —dijo Gina corriendo hacia el teléfono
mientras llamaba a Marietta a gritos—. ¡Marietta! Unas toallas, rápido.
Nick llevó a Noah a un pequeño dormitorio que había al lado de su estudio y su expresión fue de horror al verse las manos manchadas de sangre.
—Oh, Dios mío…
Noah cerró los ojos.
—No, no…
—Tranquila, cariño —dijo Nick acariciándole la frente—. No hables.
Enseguida vendrá la ambulancia y te llevaremos al hospital. Tranquila, tesoro, tranquila.
El médico apareció en la sala de espera donde se encontraban Nick, Gina y Bruno.
—Señor Leister…
—¿Cómo está mi esposa? —preguntó Nick con el rostro pálido como la cera.
—Está bien y el feto también está bien —respondió el doctor Channing—. Su
esposa está embarazada de dieciséis semanas, por lo que estará completamente fuera de peligro en una o dos semanas más. Creía que lo iba a perder, pero ha dejado de sangrar y, siempre y cuando descanse durante las dos próximas semanas, todo irá bien. Nick, abrumado, se quedó en silencio delante del médico.
—¿Se encuentra usted bien? —le preguntó el doctor al ver su extrema palidez.
Nick tragó saliva.
—Sí… sí, estoy bien. No sabía que estuviera embarazada de… de tanto tiempo.
—Bueno, es difícil establecer el tiempo del embarazo hasta que no se hace la prueba de ultrasonido.
—¿Puedo verla?
—Está ligeramente sedada —respondió el doctor Channing—. Pero sí, puede verla. Al parecer, llevaba algún tiempo sintiéndose mal. El análisis de sangre muestra que ha sido atacada por un virus no hace mucho. ¿Ha tenido gripe últimamente?
Nick se avergonzó de sí mismo por no haberse dado cuenta de lo enferma
que Noah había estado.
—Sí, así es.
—Está baja de hierro —le informó el médico—. He pensado en hacerle una
transfusión de sangre, pero con buena alimentación y descanso no será necesario. Los tres primeros meses del embarazo son los más difíciles.
—Gracias —dijo Nick—. Yo cuidaré bien de ella.
El médico sonrió.
—Es una mujer muy afortunada. Veo demasiadas mujeres sin el apoyo de un marido en momentos tan difíciles como éstos. Les deseo lo mejor.
Las palabras del médico se le clavaron a Nick en el pecho. Él no había apoyado a Noah cuando le había necesitado más que nunca. Noah llevaba ya dos semanas embarazada cuando aquella horrible pelea tuvo lugar.
—Nosotros nos vamos a casa —dijo Gina tocándole el brazo—. Si necesitas
algo, no tienes más que llamarnos.
Nick miró a su hermana y a su sobrino y forzó una sonrisa.
—Gracias por acompañarme. Os lo agradezco de verdad.
—No digas tonterías —dijo Gina—. Pero ahora, es a ti a quien Noah necesita.
Nick lanzó un suspiro.
—Sí, lo sé.
—Noah, ¿me oyes? —preguntó Nick.
Noah murmuró algo incomprensible, pero no abrió los ojos.
—Te amo, tesoro mío —dijo él acariciándole el rostro con las yemas de los dedos—. He sido un imbécil. Nunca he dejado de quererte.
—¿Garth?
Nick se quedó helado.
—¿Eres tú? —dijo ella moviendo la cabeza a derecha e izquierda, aún sin abrir los ojos—. Estaba esperándote…
Nick retiró las manos de ella y se separó de la cama con profunda
desesperación. Noah estaba inconsciente y, sin embargo, había mencionado el nombre de Garth Merrick. ¿No explicaba eso todo lo que necesitaba saber? Él jamás sería la persona a quien Noah acudiera en los momentos difíciles.
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Esposa Inocente (adaptado)
Romance¿Creería que se había quedado embarazada de otro hombre... o podría aquel bebé arreglar su matrimonio para siempre? En opinión de Nick Leister, todo parecía indicar que Noah Morgan le estaba siendo infiel... y nadie se atrevía a burlarse de un itali...