Tres semanas más tarde, Nick apartó la mirada del periódico cuando Noah
entró en la cocina.
—¿No te encuentras bien, querida? Estás un poco pálida.
Ella le dedicó una sonrisa.
—Ya sabes que no me gustan demasiado las mañanas.
Nick se levantó del taburete y, colocándole ambas manos en las mejillas, le dio un beso en la frente.
—Cuídate —dijo él—. Sólo te queda una semana más y todo habrá acabado.
A Noah le dio un vuelco el corazón.
—¿Qué es lo que habrá acabado?
Nick sonrió irónicamente.
—¿Se te ha olvidado la exposición de fin de carrera?
—Ah… eso.
Nick le puso un dedo en la barbilla y se la alzó.
—¿Qué te pasa? Últimamente, te veo preocupada. ¿Estás disgustada conmigo
por algo?
—No —respondió Noah.
Durante las tres últimas semanas, Nick había sido encantador con ella. Se le había ocurrido incluso que él pudiera haberse vuelto a enamorar de ella; pero si era así, no lo había dicho. Necesitaba saber lo que Nick sentía con el fin de poder confesarle que estaba embarazada, pero no quería destruir el frágil bienestar del que gozaban juntos.
—Entonces, ¿qué te pasa? —insistió él.
—Sólo quiero que me quieras —dijo Noah—. ¿Es pedir demasiado?
Nick se apartó de ella dando un paso atrás.
—Sí, lo es.
—¿Es que estas tres últimas semanas no han significado nada para ti? —
preguntó Noah con desesperación—. Hemos estado muy bien y lo sabes.
—Para, Noah.
—No quiero que nos divorciemos —Noah no pudo evitar echarse a llorar.
—Lo que te pasa es que estás nerviosa por la exposición. Te encontrarás mejor cuando pase todo.
—¡Maldita sea! Estoy así porque estoy embarazada.
Noah no había tenido intención de decírselo a bocajarro, pero ya estaba hecho.
—¿De cuántas semanas? —preguntó Nick.
—No lo sé con seguridad, pero llevo sin el periodo… tres meses más o menos.
Se hizo un tenso silencio.
—¿Es mío? —preguntó Nick por fin.
Noah tragó saliva y se obligó a mirarle a los ojos.
—No… estoy segura. Pero creo que sí, que es tuyo.
Noah observó los cambios de expresión del rostro de Nick: incredulidad, cinismo y una momentánea inseguridad que ocultó al instante.
—¿Hay alguna forma de averiguarlo? —preguntó él.
Noah apretó los labios mientras intentaba contener las lágrimas.
—Sí… He leído que hay una prueba para establecer la paternidad que, además, se utiliza para ver si el feto tiene algún problema; sin embargo, en algunos casos, la prueba puede ocasionar un aborto.
Nick se pasó la mano por los cabellos y comenzó a pasearse por la cocina.
—En ese caso, olvídalo. Jamás me perdonaría a mí mismo que se produjera un aborto por saber si soy el padre o no.
Nick dejó de pasearse y la miró fijamente antes de preguntar:
—¿Qué vas a hacer?
—¿Qué quieres decir con eso de qué voy a hacer? —preguntó ella preocupada.
—¿Vas a abortar?
Noah tragó saliva.
—¿Estás sugiriendo que lo haga?
—Es decisión tuya, por supuesto.
—No quiero hacerlo. Por favor, Nick, no me pidas que lo haga.
—Yo no te voy a pedir nada semejante.
—Pero no quieres tener un niño, ¿verdad? —preguntó ella—. Aunque fuera tuyo, no querrías, ¿verdad?
—¿Desde cuándo sabes que estás embarazada?
Noah se mordió los labios.
—Empecé a sospecharlo la semana que me vine a vivir aquí; pero saberlo con certeza… desde hace tres semanas.
Nick la miró prolongada y silenciosamente antes de romper el silencio.
—Lo has planeado todo muy bien, ¿verdad, Noah? Una breve reconciliación, una declaración de amor y luego la noticia de tu embarazo para obligarme a aceptarte en mi vida con carácter permanente.
—Yo no he planeado nada.
—Me cuesta creer eso —respondió Nick—. ¿Por qué no me dijiste que
estabas embarazada en el momento que lo supiste? Has tenido muchas
oportunidades para hacerlo.
—Me preocupaba tu reacción.
—Esconder la cabeza en la arena no es forma de solucionar una situación como ésta, Noah. Debías de sospechar que estabas embarazada antes de venir aquí.
—Creía que no me venía el periodo por la gripe —dijo ella.
—En cualquier caso, no voy a aceptar a ese niño hasta que no se demuestre que es mío —declaró Nick.
Noah empezó a perder la compostura.
—No puedo creer que seas tan cruel. ¿Te das cuenta de lo que esto es para mí?
—De lo que me doy cuenta es de que te preocupa tu futuro.
—¡Esto no es una cuestión de dinero, Nick!
—Entonces, ¿qué es?
—Es qué va a pasar con nosotros… y con el niño.
—Lo tienes todo bien pensado, ¿eh?
Noah le lanzó una colérica mirada.
—Ésta es la razón por la que no me atrevía a decírtelo antes. Quería esperar a que se hubieran arreglado las cosas entre nosotros para decírtelo… Esperaba que te hiciera feliz…
«Esperaba que me quisieras y que también quisieras tener un hijo,
independientemente de quién es el padre», pensó Noah.
—Pides demasiado, Noah —dijo Nick fríamente.
—Sí, supongo que sí —dijo ella con los ojos empañados por las lágrimas—. Y no me quieres y nunca me querrás.
Tras esas palabras, Noah se dio media vuelta y salió de la cocina.
—¿A que no sabes una cosa? —Harriet Fuller le dijo a Noah la noche de la inauguración de la exposición.
—¿Qué?
—Todos tus cuadros tienen la etiqueta de «vendido» —la informó Harriet con entusiasmo—. Todos.
Noah, perpleja, miró en dirección al lugar donde estaban sus cuadros y
comprobó la veracidad de aquellas palabras. Todos estaban vendidos.
—¿Sabes quién los ha comprado? —preguntó Noah a Harriet.
—Ese hombre que está ahí —Harriet señaló a un hombre de unos cuarenta años que estaba pagando con una tarjeta de crédito—. ¿Le conoces?
Noah no se había dado cuenta hasta ese momento de que, subconscientemente, había albergado la esperanza de que Nick se los hubiera comprado. Sin embargo, aquel hombre era un desconocido.
—No, no le conozco —le respondió a Harriet—. ¿Quién es, un coleccionista de arte?
—No lo sé —contestó Harriet—. De todos modos, qué más da. Has causado tanto revuelo… todo el mundo quiere entrevistarte.
Noah estaba disfrutando con su éxito, pero según transcurrían las horas empezó a sentirse cansada.
—¿No han podido venir ni tu marido ni tus padres? —preguntó Harriet casi al final de la fiesta de inauguración.
Noah sacudió la cabeza tristemente.
—No. Nick está de viaje de negocios. Y mis padres… en fin, digamos que
esto les escandalizaría. Mi padre piensa que estos sitios están llenos de drogadictos o gente por el estilo.
—En ese caso, será mejor que no les menciones a Devlin Prosserton —le
advirtió Harriet, refiriéndose a un compañero suyo de curso que tenía fama de dar fiestas infames.
—Tienes razón, no lo he mencionado —dijo Noah—. En fin, estoy agotada. Creo que me voy a ir a casa y voy a dormir una semana entera.
—Noah, tiene una visita —anunció Marietta a la mañana siguiente—. Está esperándola en el salón.
Noah bajó y encontró a su madre sentada en uno de los sofás.
—Mamá, qué sorpresa. Iba a ir hoy a verte para contarte…
—Noah… —Robyn se puso en pie—. Por favor, hija, espera. Antes… tengo que contarte algo.
Noah se la quedó mirando con aprensión.
—Hija, he sido muy dura contigo respecto a tu desliz con Garth —añadió Robyn con expresión de pesar—. La verdad, es que he sido una hipócrita porque yo… le hice lo mismo a tu padre al principio de estar casados.
Noah abrió desmesuradamente los ojos.
—¿En serio?
Robyn asintió con las mejillas enrojecidas visiblemente.
—Tuve una breve aventura con un viejo amigo… un pintor.
—¿Quieres decir que… que no soy hija de papá?
—Claro que eres su hija, Noah, de eso no hay ninguna duda —contestó
Robyn—. Debo confesar que, al principio, lo dudé, pero luego supe con certeza que eras hija suya. Tu padre estaba furioso conmigo, como puedes imaginar, pero se reconcilió conmigo y me ayudó durante el embarazo, que fue muy difícil. Siempre le estaré agradecida por lo que hizo.
—Pero papá no me quiere.
—Eso no es verdad —insistió Robyn—. Ya sé que es un cabezota y siempre le
ha costado expresar sus sentimientos, pero te quiere.
Noah frunció el ceño.
—Mamá, ¿por qué me estás contando esto ahora?
—Quería aclarar algunas cosas contigo —respondió Robyn—. Sé que tú y yo hemos discutido mucho, y creo que es más bien culpa mía. He estado pensando mucho en ello últimamente y creo que es por eso por lo que he venido a hablar contigo. No quiero que cometas con Nick el mismo error que yo cometí con tu padre. Nick es un hombre fuerte, decidido y muy orgulloso.
—Sí, lo es.
—Eres feliz con él, ¿verdad, querida? —preguntó Robyn—. He estado muy
preocupada por ti. No quiero que sufras.
—Oh, mamá… —Noah abrazó a su madre, pensando que ojalá pudiera decirle que ella también estaba embarazada y que no estaba segura de quién era el padre.
Robyn comenzó a sollozar.
—He sido una mala madre, Noah. Y por mucho que lo intento, no sé cómo
hacer mejor las cosas.
—No te preocupes, mamá —Noah le acarició la espalda a su madre—. Me
alegro de que hayamos podido hablar.
Robyn se secó los ojos con un pañuelo de celulosa.
—Bueno, me has dicho que querías decirme algo. ¿Qué es? —preguntó Robyn.
Noah respiró profundamente y contestó:
—Estoy embarazada.
—¡Cariño! —Robyn la abrazó otra vez—. No sabes cuánto me alegro por ti. Es exactamente lo que tú y Nick necesitáis. ¿Se lo has dicho ya?
—Sí, lo ha hecho —dijo Nick desde la puerta.
Noah se volvió y le miró.
—No… no sabía que ibas a volver hoy.
—Ven aquí y dame un beso, querida —ordenó él—. Tu madre no se va a
ofender, ¿verdad, señora Morgan?
—Claro que no. Y, por favor, deja de hablarme de usted. Me llamo Robyn.
—Muy bien, Robyn —dijo Nick antes de darle un beso a Noah en los
labios—. ¿Cómo te encuentras, cariño?
—Bien…
—Bueno, será mejor que me vaya —dijo Robyn—. Kingsley se va a preocupar si
no voy enseguida, no sabía que venía.
—Te acompaño hasta el coche —dijo Noah.
—No es necesario —contestó su madre—. Quédate con Nick.
Una vez que Robyn se hubo marchado, Noah se apartó ligeramente de Nick.
—Deberías haberme avisado de que venías hoy —dijo ella—. Le he dado la
tarde libre a Marietta y sólo tenemos restos de comida para cenar.
—¿No deberías alimentarte bien? —preguntó él.
—Y tú, ¿no deberías alegrarte de que fuera desvaneciéndome poco a poco? ¿No te facilitaría eso las cosas?
—¿Por qué?
—De esa manera, te podrías deshacer de mí y del bebé. Es lo que quieres, ¿no?
—Pareces muy segura de ello.
—¿Has cambiado de idea? —preguntó Noah mirándole a los ojos.
Nick le mantuvo la mirada.
—Mientras estaba de viaje de negocios, he pensado bastante… Estoy dispuesto a continuar contigo indefinidamente, por el niño.
—Entonces, ¿reconoces la posibilidad de que sea tuyo? —preguntó Noah.
—Preferiría saberlo con seguridad; sin embargo, éste es un momento difícil para ti y te ofrezco mi apoyo; sobre todo, teniendo en cuenta que Merrick se marcha del país dentro de una semana aproximadamente.
Noah apretó los labios con enfado.
—No vas a perdonármelo nunca, ¿verdad?
—Lo siento, no debería haber dicho eso. Especialmente, ahora que sé con
certeza que no te has visto con Merrick mientras yo estaba fuera.
Noah se lo quedó mirando con asombro.
—¿Cómo sabes que no le he visto?
—Porque he hecho que te siguieran mientras estaba en Sydney.
—¡Qué!
—Quería saber si cumplirías tu palabra.
Noah se enfureció.
—¡Cómo te atreves!
—Me atrevo porque quiero estar seguro de ti. Y continuaré vigilándote hasta que llegue el momento en que sienta que puedo confiar en ti.
—Lo siento, pero no voy a participar en semejante farsa —le dijo ella furiosa—.
Una vez que pase esta semana y que los chicos hayan acabado los exámenes, me marcharé de aquí y no volveré jamás.
—Eres la mujer más exasperante que he conocido en mi vida —gruñó
Nick—. He vuelto decidido a solucionar nuestras diferencias y tú estás haciendo lo posible por estropearlo todo otra vez. Dices que me quieres; bueno, quizá, con el tiempo, recupere mi amor por ti.
—Pero no es seguro, ¿verdad?
—Nada es seguro en la vida, Noah. De todos modos, llevo siete días que en lo
único que puedo pensar es en ti. No sabes cuánto te he echado de menos durante el tiempo que he estado fuera, Noah.
—Yo también te he echado de menos —dijo ella pegándose al pecho de
Nick—. Esperaba que vinieras a mi exposición, pero…
—Lo intenté, pero ocurrió un contratiempo y tuve que retrasar la vuelta. Siento no haber ido, pero envié a alguien en mi nombre, ¿no te lo dijo?
Noah parpadeó.
—No, no lo sabía.
—Le encargué que comprara todos tus cuadros. Lo menos que podía haber hecho era decírtelo.
—Ah… así que fuiste tú…
—Claro que fui yo, querida. Al fin y al cabo, tengo que decorar muchas casas,
¿no? Pensé que sería una buena forma de darte a conocer como pintora.
—Ha sido un gesto muy generoso por tu parte, teniendo en cuenta lo que
opinas de mí…
Nick le alzó la barbilla con un dedo.
—Lo único que sé es que quiero tenerte en mis brazos. Con nadie me siento tan bien como contigo.
«Pero no me amas», pensó Noah al entregarse a su beso.

ESTÁS LEYENDO
Esposa Inocente (adaptado)
Roman d'amour¿Creería que se había quedado embarazada de otro hombre... o podría aquel bebé arreglar su matrimonio para siempre? En opinión de Nick Leister, todo parecía indicar que Noah Morgan le estaba siendo infiel... y nadie se atrevía a burlarse de un itali...